De paseo con Mary Oliver

A cinco años de la muerte de Mary Oliver, varios libros nos devuelven su voz y su invitación a prestar atención

27 febrero 2024 14:34 | Actualizado a 27 febrero 2024 14:41
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El pasado 17 de enero se cumplieron cinco años de la muerte de la escritora Mary Oliver (Ohio, 1935 - Florida, 2019). Oliver es la poeta de los que no leen poesía, dicen, poeta de la naturaleza, del caminar y del instante; leerla agudiza nuestra atención al mundo que nos rodea. Tal vez creas que no conoces a Mary Oliver, pero es la autora de “El día de verano”, cuyos versos finales se han replicado últimamente en todas partes: “Dime, ¿qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida?”.

Valparaíso publicó el libro de poemas de Mary Oliver Mil mañanas, en edición bilingüe, con traducción de Nieves García Prado. Oliver es autora también de ensayos, Errata naturae tiene dos volúmenes en su catálogo: Horas de invierno y La escritura indómita, este con prólogo de Elena Medel; las traducciones las firma Regina López Muñoz. También suya es la traducción de Nuestro mundo, un libro que reúne textos de Mary Oliver y fotografías de Molly Malone Cook (California, 1925 - Massachusetts, 2005), además de fragmentos de diario de Malone, que lleva apenas un mes en librerías. Nuestro mundo es el libro que Oliver escribió cuando Malone murió y es en parte un tributo a la fotógrafa que fue su compañera durante décadas, un reconocimiento a ese amor. “La conozco muy bien, creo. Creía. Codo y tobillo. Temperamento y deseo. Angustia y alborozo. También ira. Y los apegos. Así y todo, ¿nos conocemos lo más mínimo? ¿Quién es esta criatura con la que llevo viviendo treinta años?”; escribe Mary Oliver en Nuestro mundo, con edición impecable.

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Mary Oliver fue una lectora audaz y entregada: le devolvió a la literatura lo que la literatura le dio, que fue su refugio y su salvación desde una infancia traumática. En sus libros de ensayos se recogen piezas dedicadas a algunos de los poetas que más le han marcado: Walt Whitman, Robert Frost, Gerard Manley Hopkins. Escribe de Edna St. Vincent Millay, a cuya casa se trasladó tras breves estancias para ayudar a la hermana de la poeta, muerta en 1950, en la tarea de albacea literaria. El texto donde cuenta eso es también un texto sobre la obra de Millay y sobre qué es una biografía. En una visita a la casa cuando ya no vivía allí, conoció a Molly Malone: “Una tarde volví a Steepletop con una amiga y allí estaba M., también con una amiga, sentada a la mesa de la cocina con Norma. Fue verla y caer rendida, perdidamente enamorada. M. me lanzó una única ojeada y se puso las gafas de sol, en un gesto de evidente reticencia. Ella lo negó hasta el día de su muerte, pero así fue. ¿No es maravilloso cómo el mundo contiene a un tiempo la seriedad más honda y la jovialidad más inesperada? M. había estado ya en Steepletop, haciendo fotos. Aquella era una más de sus muchas visitas. Al examinar el reverso de una de las copias que M. había traído para que Norma las viera, me percaté y anuncié —sin duda con considerable satisfacción— que M. y yo vivíamos en la misma calle del Village, frente por frente. Más suspicacias por parte de M. Sin embargo, poco a poco empezamos a vernos, y así dio comienzo nuestra historia íntima.”

Nuestro mundo reúne textos de Oliver y piezas de la fotógrafa Molly Malone Cook, su pareja.

Mary Oliver escribe sobre escribir, sobre su cuaderno de notas, sobre poemas, sobre que el trabajo intelectual necesita de intimidad. Pero escribe también de cómo se construyó una cabaña con sus propias manos, usando material reciclado. Esos textos, escribe, “han nacido a partir de estados de ánimo, como respuesta a diversos sucesos mundanos y en función de mis propias búsquedas y hallazgos en el ámbito espiritual”.

Como muestra de su humor, cierra una de las Lenguadinas, serie de semiafomismos que reaparece entre sus ensayos, así: “No acabes el poema como lo empezaste, a menos que te llames Blake y hayas escrito un poema sobre un tigre”.

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