Alice Munro (Wingham, Ontario, 1931 - 2024) decidió que escribiría de niña, tras leer La sirenita, el cuento de Hans Christian Andersen, y el triste final que le imponía. Luego se casó joven, pasó fugazmente por la universidad y tuvo tres hijas siendo también muy joven –tuvo cuatro, pero uno murió siendo bebé–.
Eso no le impidió seguir su empeño: escribir. Alice Munro publicó su primer volumen de cuentos (Danza de las sombras) a los 37 años, el último, Mi vida querida apareció en 2012. Murió el 13 de mayo a los 92 años, padecía una demencia desde hace más de diez años.
Cynthia Ozick dijo de ella que era “nuestro Chejov”, cosa que luego James Wood corroboró, el nuestro, precisaba, se refiere a la lengua inglesa. Ahora se ha convertido en un lugar común, casi una manera perezosa de explicar la literatura de la canadiense, ganadora del Nobel en 2013. Además de la mirada ni compasiva ni displicente hacia los personajes, los cuentos de Munro comparten otra cosa con los de Chejov.
Cuenta el escritor Richard Ford que leyó unos pocos cuentos del ruso en la universidad y que sospecha que no los entendió, en parte porque era demasiado joven. Uno de los temas recurrentes de los cuentos de Munro –además de las relaciones que se dan en el ámbito doméstico y el abanico de vidas– es la distancia entre las expectativas de los personajes sobre sus propias vidas y la realidad.
Por eso a veces se dice que los cuentos de Munro son para adultos; por eso Richard Ford comprendió mucho mejor el alcance de los cuentos de Chejov cuando los leyó de adulto. Margaret Atwood dice que la palabra que mejor describe la obra de Munro es “disección”. Con disección quiere decir: “la combinación de escrutinio obsesivo, revelación arqueológica, recuerdo preciso y detallado, el regodeo en los lugares más sórdidos y vengativos de la naturaleza humana, la narración de secretos eróticos, la nostalgia por miserias desaparecidas y la conmemoración de la plenitud y la variedad de la vida, todo mezclado”.
Como Deborah Eisenberg, Alice Munro solo ha escrito cuentos; sin embargo, La vida de las mujeres fue una novela en origen, según contó en la entrevista de The Paris Review en 1994: “Recuerdo el día en que empecé a escribirlo. Fue en enero, un domingo. Bajé a la librería, que no abría los domingos, y me encerré en casa. Mi marido había dicho que iría a cenar, así que yo tenía la tarde libre.
Recuerdo que miré toda la buena literatura que había a mi alrededor y pensé: ‘¡Idiota! ¿Qué haces aquí?’ Pero luego subí al despacho y empecé a escribir “La princesa Ida”, que trata de mi madre.
El material sobre mi madre es mi material central en la vida, y siempre es el que me viene con más facilidad. Si me relajo, es lo que sale. Así que, una vez que empecé a escribirlo, me puse en marcha. Entonces cometí un gran error. Intenté que fuera una novela normal, una especie de novela de adolescencia infantil. Hacia marzo vi que no funcionaba. No me parecía bien y pensé que tendría que abandonarla. Estaba muy deprimido.
Entonces se me ocurrió que lo que tenía que hacer era desmontarla y ponerla en forma de cuento. Entonces podría manejarlo. Fue entonces cuando supe que nunca iba a escribir una novela de verdad porque no podía pensar de esa manera.” Quizá fuera porque se había hecho escritora en los ratos que le dejaban libre siestas de sus hijas primero, y luego, cuando ellas ya iban al cole, rascando tiempo de las tareas domésticas de las que presuntamente se ocupaba antes de acudir a la librería. No sabemos qué fue antes, en todo caso, hijas de Alice Munro, muchas gracias por vuestras siestas; Alice Munro, gracias.
Título: Mi vida querida
Autora: Alice Munro
Editorial: Lumen
Título: Danza de las sombras
Autora: Alice Munro
Editorial: Lumen