No es casualidad que Reus haya patentado una marca denominación de origen con el circo. Presume de festival con el Trapezi, una propuesta que ilumina los ojos de los niños y es capaz de abrir bocas de admiración en los adultos. A pesar de que todavía anda algo lejos de aquel Trapezi de masas de los viejos tiempos, donde sobraba presupuesto y faltaba calle para tanto show, la Fira Internacional del Circ de Catalunya mantiene intacto su latido. Un latido que ha superado hasta dos años de desierto, provocados por fuerzas incontrolables de la naturaleza. La pandemia, vamos.
La estampa fetiche de la Plaça Mercadal repleta, incluso en sus rincones más escondidos, se dio de nuevo, en esta ocasión gracias al show de la compañía francesa Les P’tit Bras, que deleitó con Bruits de Coulisses, una actuación que enseñó las entrañas de los artistas y su intimidad detrás de los escenarios.
Los números aéreos, con vestuario dorado, impresionaron a la audiencia, mientras que la fantasía y bromas de escuela se entrelazaron con las danzas de Minuet sobre la cuerda floja en un estilo del todo excéntrico. De hecho, a través de una cerradura se exhibió una actuación de circo cuya técnica extraordinaria no se puede esconder y ni siquiera discutir. El sentir general admitió que la representación francesa contó con una calidad altísima, de las mejores del fin de semana.
La Mercadal, el centro neurálgico de la ciudad, cerró la edición de 2022 después de un fin de semana que gozó con más de 60 espectáculos programados en distintos espacios de la capital del Baix Camp. Bruits de Coulisses supuso un broche de oro para el certamen.
Éste disfrutó de otro de sus instantes cumbre con Cabaret, una producción del mismo Trapezi que se mostró en la Carpa montada en la Plaça Anton Borrell. Lolo Fernández, Mama Calypso, La farfalla rossa, Tripotes, INO Kollektiv, Aleksandra Savina, Pablo Molina, Duo Requiém, Col·lectiu MUR, Cironautes y Cia. Vetus Venustas diseñaron un acosistema artístico que mezcló escalofríos, técnica depurada y rasgos de humor. El show habló del afán de perfeccionismo y se autodefinió a sí mismo como el Cabaret perfectamente imperfecto. Otro de los marcados en fluorescente por el público.
Si las noches de Trapezi se inmortalizaron con magia, el día concentró a los más pequeños. Otro clásico; las primeras filas de cada espectáculo condensadas de niños y niñas entusiastas, conformes con la oferta que les presenta su ciudad y dispuestos a sonreír con las actuaciones. Por ejemplo, Ino, de Ino Kollektiv, les permitió incluso jugar con los artistas, entremezclados con los asistentes, por sorpresa de todos.
El buen gusto de las compañías devolvió al Trapezi a una escena popular. La de siempre.