En el Libro de Honor del Monasterio de Poblet, años 1920 y 1957, destaca una firma que ha pasado a la historia: la del físico más célebre de todos los tiempos, incluso por encima del propio Isaac Newton. Esa firma pertenece a Albert Einstein, quien el domingo 25 de febrero de 1923 visitó en primer lugar l’Espluga de Francolí y, en segundo lugar, el monasterio de Santa María de Poblet: así lo revelan las fotografías que se conservan de tal día, siendo la que se tomó en el sobreclaustro una de ellas. En la ruta de esta semana seguimos los pasos del físico alemán hasta el que fuera, según el historiador y escritor Eufemià Fort i Cogul, el gran monasterio de Cataluña de todos los tiempos. ¿Qué hace que Santa María de Poblet sea tan especial?
Punto de partida
Antes de visitar el monasterio, es aconsejable consultar el horario disponible en su sitio web. Dada la gran cantidad de espacios por recorrer y la cuantiosa información ofrecida, se recomienda comenzar la visita a primera hora de la mañana, cuando hay menos visitantes y se dispone de más tiempo. Quienes ya hayan visitado el conjunto en el pasado encontrarán en el centro de interpretación y en el museo una razón por la que volver ahora. En cualquier caso, estacionaremos en el aparcamiento contiguo al conjunto, compraremos la entrada en la tienda y visitaremos el centro de interpretación en primer lugar, donde los audiovisuales agregan contexto histórico al recorrido.
Ecos del pasado
Después de visitar el centro de interpretación, cruzamos la puerta dorada, a cuya derecha está la capilla de Sant Jordi mandada a construir por el rey Alfonso IV el Magnánimo. Ya en la plaza accedemos al monasterio por la puerta real, donde leyendo un código QR descargamos la aplicación que hará las veces de audioguía, de ahí que se recomiende contar con auriculares. De todas maneras, existe una guía textual.
A medida que visitemos las diferentes estancias, conviene recordar que el estado de conservación actual se debe a las labores de restauración. Un excelente testimonio de cómo lucía Poblet en el siglo XIX lo encontramos en el Diccionario geográfico, estadístico e histórica de España y de sus posesiones de ultramar.
En la obra de Pascual Madoz se apunta que «las columnas volantes que por allí transitaban fijaron sus vivaques en la iglesia y, codiciando sus imaginarios tesoros, violaron las tumbas, desparramando los esqueletos y reduciendo a cenizas las regias vestiduras de los difuntos para fundirlas en el crisol». Esta es la destrucción que décadas más tarde contemplarían unos jóvenes Eduard Toda, Antoni Gaudí y Josep Ribera, quienes fantasearían con devolver la gloria a aquel lugar sagrado.
Descanso eterno
El panteón real de la Corona de Aragón es, con toda probabilidad, el elemento más fascinante de Poblet. Distribuidos en dos hileras en el presbiterio de la iglesia, encontramos los sepulcros de los reyes de Aragón y condes de Barcelona. Entre los soberanos hallamos a Alfons el Cast, Jaume I el Conquistador o Pere El Cerimoniós, así como Martí l’Humà, el último monarca del Casal de Barcelona y el mismo que jamás vio acabado el palacio que mandó construir en Poblet -un espacio que, en el momento en que este artículo es publicado, está siendo rehabilitado-. Cabe apuntar, de acuerdo con lo señalado más arriba, que el panteón original era diferente. Se conoce su aspecto gracias a un gravado que el normando Alexandre de Laborde, uno de los tantos viajeros que recorrieron España en el siglo XIX, incluyó en su libro Voyage pittoresque et historique de l’Espagne, disponible en formato digital en la Biblioteca Nacional de España: una excelente ventana al pasado que fascina tanto o más que el panteón real.
Los secretos de Poblet
Quienes tengan una insaciable sed de conocimiento sobre el monasterio podrán calmarla con los innumerables títulos que se le han dedicado. Entre los más destacados se encuentran Historia y arquitectura del Monasterio de Poblet, de Lluis Domenech i Montaner, Història de Poblet, de Agustí Altisent, e Historia de la restauración de Poblet, de Joan Bassegoda i Nonell. La lectura de estos libros, disponibles en la tienda del monasterio, puede expandirse con El Bosc de Poblet al llarg del temps de Manel Martínez i García o, incluso, con las leyendas de la ruta del cister recogidas en Legendarium, de Domènech Ribes i Mateu. En el caso de que queramos aprender más sobre la visita de Albert Einstein, se recomienda consultar el artículo titulado Cent anys d’Albert Einstein a Poblet i a l’Espluga de Francolí, de Antoni Carreras Casanovas, quien a su vez publicó una novela histórica basada en estos hechos reales.