Cuando una parte de Carmen Laforet se perdió en Calafell

Acudió a la localidad convencida de entrar en el universo Barral, pero la decepción fue grande

29 septiembre 2021 16:03 | Actualizado a 29 septiembre 2021 18:10
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Este año se celebra el centenario de Carmen Laforet, autora de ‘Nada’, con la que ganó la primera convocatoria del premio Nadal a los veintitrés años.

La escritora a la que se auguraba una proyección sin precedentes tuvo uno de sus desencuentros que más la marcó en Calafell, donde el escritor y editor Carlos Barral tenía en su casa un puntode encuentro de escritores. 

Allí coincidían Gabriel García Márquez, Vargas Llosa, Matute, Goytisolo, Jorge Edwards, Juan Marsé y muchos otros para tertulias, reflexiones, fiestas y reuniones en torno al universo que creo el poeta y editor. 

Pero no todos lograron entrar en ese círculo virtuoso. La escritora Carme Laforet (1921-2004), que sorprendió con 23 años al mundo literario al ganar la primera edición del Premi Nadal con su novela Nada (1944) tuvo en Calafell un eslabón más de su decepción literaria. Un paso más hacia el miedo a escribir.

Fue en 1961. Carmen Laforet había coincidido en Madrid con Barral y Jaime Salinas. En una carta a su amigo Emilio Sanz de Soto le escribió que «pasamos un par de horas formidables hablando. De esas veces que uno se siente a gusto». Y Laforet creyó haber encontrado la seguridad exterior que no encontraba en ella misma desde hacía tiempo.

La autora de Nada pensó, por fin, sentirse parte de un colectivo y de que podría volver a encontrar lo que creía perdido en su interior para afrontar nuevas obras ante la exigencia que le supuso Nada. Así Laforet alquiló en junio de 1961 una casa junto a la Espineta de Carlos Barral.

Con sus cinco hijos y dos sirvientas Laforet llegó a Calafell, cerca de L’Espineta de Barral. Estaba convencida de que con esa proximidad le haría sentirse una más de la tribu literaria y podría finalizar la novela que tanto le estaba costando.

Ilusionada Laforet en Calafell llegó el casual encuentro con Barral. El editor conversaba con Juan Marsé en una terraza. La escritora paró para saludar a los autores. Creyó que recordarían aquella noche de Madrid y que ya formaba parte de ese universo.

Pero «fue tan frío que me quedé azorada. Me dio la impresión de que (Barral) creía que había venido a veranear a propósito, junto a su casa, para ganar con su amistad el Premio Formentor o algo así», escribió a Sanz de Soto.

Dañada por el desencuentro y la herida que arrastraba, Laforet volvió a sentirse sola y marginada. Dejó aquella casa junto a la de Barral y pasó el verano en un hotel en el otro extremo del paseo marítimo. Aunque intentó escribir, el silencio volvía a ser el mejor refugio.

No volvió a ser la misma. De hecho hacía tiempo que había dejado de ser la autora de Nada. Con el tiempo ni los ánimos de quien se mantuvo como amigo, Ramon J. Sender, lograron rescatar a Carmen Laforet, que dejó otro de sus fragmentos en Calafell.

La profesora de Literatura de la Universidad de Barcelona, Anna Caballé, escribió con Israel Rolón, Carmen Laforet, una mujer en fuga, (premio Gaziel 2009). Analizaron 600 cartas de Laforet en las que se desgrana una pérdida de confianza en sí misma. El catedrático de la Universidad de Málaga, Manuel Alberca considera que la escritora «tenía aspiraciones tan altas que lo conseguido le parece poco».

Descarta los «movimientos de disimulo para escapar a la presión de ganar el premio tan joven y el miedo de no estar a la altura de lo que se esperaba de ella». En este sentido dice que «los escritores trabajan en soledad, sin protección más que su obra. Es lógico que duden y que se muestren inseguros ante el escrutinio, pero en Laforet alcanzó una dimensión patológica».

A Laforet le paralizaba no estar a la altura de las expectativas. Alberca cita al desencuentro con Barral. «No es que abandonase. Es que no podía. Se sintió incapaz, seca. No creo que Laforet abandonase la literatura. La literatura la abandonó a ella». Lo que la autora llamaba grafofobia, era «su impotencia creativa, que no desinterés. Una reacción orgullosa de quien sabía que habiendo escrito una obra maestra, sentía como una pesada carga mantener ese nivel».

Anna Caballé escribió junto a Ismael Rolón un retrato de Carmen Laforet en base a 600 cartas de la escritora.

- ¿Calafell fue el detonante del cierre de Laforet?

- Fue un proceso de inseguridad y de grafofobia, pero aquel verano la trastoca todo. Ella se había hecho muchas ilusiones del encuentro de meses antes con Barral. - ¿Que esperaba? - Creía que podría acabar su novela y sentirse integrada en un círculo de seguridad. Vivía de fantasía.

- ¿Fue un rechazo voluntario?

- No creo ni que fuese rechazo. Laforet tuvo aquella cena con Barral y quedó fascinada, pero Barral ni se volvió a acordar porque no le dio tanta importancia. Barral iba más a lo suyo. Era diferente. Seguro que no quiso hacer daño a Laforet.

- Laforet no encajaba en el universo Barral

- No. Barral y todos los que se unían en la casa de Calafell eran muy diferentes de Laforet y el estilo de vida que llevaba.

- ¿Era más problema personal de la escritora?

- Seguramente tenía un problema psicológico que le hizo perder confianza en sí misma.

 

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