El trabajo de Chiharu Shiota (Osaka, 1972) respira la universalidad que apela al corazón y a la mente de las personas de diversas generaciones y de puntos geográficos distantes. La escala masiva de sus obras invita al visitante a formar parte de esta experiencia inmersiva. La artista logra acentuar la presencia en la ausencia, como la vida y el deceso. La memoria, el trauma y la incertidumbre significan inspiración y unas inquietudes que, al mismo tiempo, comparten todos los humanos.
En el marco de la programación conmemorativa del centenario del nacimiento de Antoni Tàpies, la Fundació invita a Chiharu Shiota a explorar los espacios del edificio del museo a través de una instalación artística efímera que profundiza en el sitio desde dónde hablamos y desde dónde nos hablamos. Una reivindicación del espacio donde nace, trabaja y, en este caso, donde terminará la obra.
«Shiota dialoga muy bien en el presente tanto a nivel simbólico como conceptual y descubre muchas similitudes con la labor de Tàpies», comenta la directora de la Fundació Antoni Tàpies y comisaria de esta propuesta, Inma Prieto.
Hasta el punto que se dio una circunstancia emocionante. «Cuando vino a visitar nuestro lugar, le regalamos la autobiografía de Tàpìes y poco después nos mandó un mensaje y nos pidió escribir un texto para el dossier de la exposición. En él reconoce sus lazos con el artista», añade Prieto. La creadora y Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012) comparten la capacidad de hacerse preguntas sobre la condición humana mediante su obra y utilizar objetos habituales y cotidianos en su propósito. Las sillas y los pies, por ejemplo.
Además, ambos sufrieron una enfermedad grave y la muerte aparece como un tema recurrente en su trayectoria artística. El trabajo de los dos creadores muestra también un interés por el concepto de muro, ya sea como frontera, como limitación o como testigo de tiempos pasados.
«Existe una visión de la muerte muy oriental, muy zen. La muestra como algo cíclico, como un inicio y no como un final», refleja la comisaria. La instalación cuenta con un carácter totalmente efímero. Finaliza este próximo 23 de junio y va a ser destruida. «Hasta 260 kilómetros de hilo, que no es poca cosa», recalca. Entre las piezas que se encuentran en la exposición, destacan las sillas, con largos años de vida, todas ellas encontradas en Barcelona y con una historia detrás.
La producción presenta dos instalaciones, dos obras sobre papel y cinco esculturas de la artista que permiten descubrir las conexiones entre su obra y la de Antoni Tàpies.
El proyecto se completa con varias propuestas de programación pública, familiar, educativa y de experiencias singulares que se sumarán en las acciones regulares del Año Tàpies, que tiene como objetivo aproximarse en profundidad a la obra y al pensamiento del artista catalán, contribuir a actualizar la su lectura y construir nuevas miradas sobre su legado.
Chiharu Shiota nació en Japón y estudió en Alemania, donde vive desde hace más de 25 años. La muerte se ha convertido en una de sus preocupaciones desde el inicio, dado que la búsqueda del sentido de la existencia a menudo es equivalente a la investigación en el entorno de la defunción, para desmentirla. En 2005, cuando enfermó de cáncer y se enfrentó a la posibilidad de morir, su conciencia de lo que hay más allá de la desaparición personal se amplió. «Llegué a la conclusión de que vivir y morir pertenecen, en realidad, a la misma dimensión», escribía a Mami Kataoka,
Por su parte, Inma Prieto, relata su relación con ella. «En la mayoría de ocasiones, como más grande es el o la artista, más humildes son. Shiota refleja una persona tímida, aunque extraordinariamente generosa. Trabajar con ella, todo un placer». El rastro que deja la japonesa en la Fundació Antoni Tàpies resulta extraordinario. Un mar de visitas.
