En la época de la dinastía Julio-Claudi, las mujeres del imperio romano que no se adecuaban a las normas, eran exiliadas en Pandataria para lavar la imagen de la autoridad. Tras el imperio romano, en 1941, tres hombres de apellidos Spinelli, Rossi y Colorni, acabaron en la misma isla-prisión, bajo las órdenes de Mussolini. Eso es Pandataria: el cajón de sastre, la isla-prisión, la isla del marginado, del que no forma parte de la norma. Así, hoy en el Camp de Mart de Tarragona, a las 22 horas y en el marco del Festival d’Estiu, el público revivirá esta historia, dirigida por Chevi Muraday (también miembro del reparto) y protagonizada por la actriz Cayetana Guillén Cuervo, junto a Elio Toffana, La Merce, Basem Nahnouh y Chus Western. Entonces, desde Tarragona Pandataria alzará la voz y descubrirá su propio manifiesto: la eliminación de fronteras y la toma de conciencia de que esos límites imaginarios los ponemos nosotros.
La obra se ha estrenado recientemente en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. ¿Qué sensaciones tuvo?
Fue impresionante y estamos muy emocionados. Ha sido todo un suceso, porque la obra podía no haber gustado o haber sorprendido. Entre todas las posibilidades, Pandataria se ha convertido en un suceso, puesto que la gente va por la calle repitiendo que ‘todos somos Pandataria’. Por ello, es muy bonito y estoy emocionada de lo que ha provocado el espectáculo.
«Estoy deseando actuar para poder reencontrarme con mis compañeros y, sobre todo, compartir ‘Pandataria’ con el público de Tarragona»
La cita en Tarragona es hoy en el Camp de Mart.
Estoy deseando actuar para poder reencontrarme con mis compañeros y, sobre todo, compartir Pandataria con el público de Tarragona, una ciudad preciosa, y para volver a transmitir lo que hemos construido con Chevi Muraday.
La obra es una oda a la diversidad y el amor.
Sí. Pandataria es un grito a la diversidad, a la diferencia y al amor. Los derechos humanos están por encima de cualquier ideología y, en el momento actual, la gente necesita escucharlo y ver un espectáculo así.
El trabajo escénico no ha sido de un día para otro, sino que se remonta años atrás.
Realmente, Chevi Muraday y yo llevamos dos años y medio trabajando en esta historia y, después de tanto trabajo, hemos acertado con la propuesta. Cuando las cosas salen bien, todo es maravilloso.
También ha cumplido su sueño de bailar junto a Chevi Muraday.
Sí, llevo queriendo bailar con él toda la vida. Con Pandataria hemos conseguido algo muy bello y hermoso.
¿Cuál es el riesgo que ambos han asumido?
Sobre todo, el riesgo que hemos asumido es fusionar diferentes disciplinas artísticas en una misma pieza, porque hay música, rap, texto, danza contemporánea... Toda una diversidad que a su vez se mezcla en el elenco de la obra, desde el cuerpo de baile con Basem Nahnouh, La Merce y Chus Western hasta el propio Chevi Muraday -como uno de los mejores bailarines del mundo en la especialidad de danza contemporánea-, Elio Toffana -quien además de ser actor es uno de los raperos más referenciados de España y que hace llegar la palabra que transforma los barrios al escenario-, y yo misma, que interpreto los textos de Laila Ripoll a la vez que bailo durante la función.
A nivel profesional, ¿cómo se ha enfrentado al reto de interpretar y bailar?
El reto ha sido enfrentarme a una propuesta escénica multidisciplinar a la que no me había enfrentado nunca. Por un lado, los textos tienen mucha complejidad, porque no es una función al uso, ni tampoco tiene un arco dramático convencional, y, por otro lado, coexiste la danza contemporánea. Entonces, el resultado es que las seis personas que estamos en el escenario somos una misma pieza, es decir, somos una sola persona de principio a fin; no salimos del escenario en ningún momento, lo que conlleva un trabajo escénico muy intenso y activo, pero, al mismo tiempo, bonito.
«Las artes escénicas tienen la responsabilidad de alimentar el espíritu crítico»
Lejos de ser algo del pasado, en el siglo XXI todavía una parte de la sociedad vive marginada. Entonces, ¿a qué espera que contribuya ‘Pandataria’?
Nosotros hemos querido lanzar preguntas y despertar sensaciones y emociones. De lo que se trata, y el objetivo, es que la gente reflexione. Las artes escénicas, como el teatro, tienen la responsabilidad de hacer reflexionar, alimentar el espíritu crítico, cambiar el punto de vista, ... Por todo ello, a través de Pandataria lanzamos preguntas y no respuestas, es decir, nosotros hacemos esto y tú qué puedes hacer para que el mundo conviva de una manera más serena, para que la gente se abrace, para que haya diálogo y consenso, y, en definitiva, que no haya confrontación.
¿Por qué las artes escénicas deben ejercer este liderazgo para cambiar la sociedad?
Cualquier hecho artístico encima de un escenario debe invitar a la reflexión, ayudar a movilizar conciencias y a abrir los ojos en relación con determinadas situaciones. Toda la vida ha sido así y debe seguir siéndolo.
«El riesgo que hemos asumido es fusionar diferentes disciplinas artísticas en una misma pieza, porque hay música, rap, texto, danza contemporánea...»
En cualquier caso, ¿hay lugar para la esperanza?
Por su puesto. La esperanza está en cada uno de nosotros, porque lo único que tenemos en este mundo es a la otra persona. Por esta razón, hay que cuidarla. Mi personaje dice que «si no tengo amor, no soy nada, no somos nada». Y es cierto. Este es el grito de Pandataria. El amor es transformador, curativo y catártico. Solo nos tenemos los unos a los otros, cuidémonos, escuchémonos, abracémonos, ... En este mundo, lo único que tienes es al otro ser humano, por lo que tiéndele la mano para que él te la dé, y mírale a los ojos e intenta entender sus razones.
Tender la mano resulta un halo de esperanza para que nos levantemos con más fuerza.
Efectivamente. Esto es lo que pasa en Pandataria, que la gente se levanta con mayor impulso y dando las gracias, porque es lo que necesitaban ver y escuchar. Pandataria es un grito de confianza en el ser humano y de fuerza. Transitamos desde la Pandataria de la época romana en la que se encerraron a distintas generaciones de mujeres hasta Ursula Hirschmann, activista judía que inició su lucha contra el fascismo en Ventotene. Todo son historias reales.
Cada uno de nosotros ha vivido alguna vez en Pandataria.
Sí, todo el mundo ha estado en Pandataria alguna vez, porque ha sido rechazado en alguna ocasión, se ha sentido excluido y sin capacidad para ser aceptado. Por eso, todos somos Pandataria.