Más árboles en una escuela de Torredembarra para combatir insolaciones

La escuela L’Antina registra 35 grados o más durante muchos días del curso y hay riesgo para la salud de los niños ante la ausencia de zonas para protegerse de los rayos

16 marzo 2021 20:10 | Actualizado a 21 marzo 2021 09:19
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La Escola l’Antina tiene 17 años y se ubica en el paseo Miramar (antigua N-340) y delimita con la vía del tren, a escasos metros de la playa. Esta ubicación privilegiada y con un gran patio tiene un inconveniente con las horas de sol que inciden todo el día. El calor, a veces asfixiante, repercute en el profesorado y el alumnado del centro. Y este problema es lo que se pretende combatir de forma sostenible y ecológica.

El Ayuntamiento de Torredembarra solicitó a la Oficina de Canvi Climàtic de la Generalitat en 2019 ayuda para mitigar el efecto isla de calor en algunos centros educativos de la ciudad. La petición fue aceptada por el departamento que depende de Territori i Sostenibilitat y concedida con una financiación al 50% entre la Generalitat y el Consistorio por valor de casi 15.000 euros. 

Siete centros educativos

El proyecto que ayer empezó a cobrar forma en el patio de L’Antina tendrá continuidad en otros seis centros de la ciudad: 2 institutos, 2 guarderías y 2 escuelas (sin contar L’Antina). La idea, explicó el concejal de Sostenibilidad, Joan Torras, es el fruto de un estudio municipal de 2016 sobre cambio climático y que exponía qué riesgos debilidades tenía la ciudad en materia medioambiental.

L’Antina ha sido el primero de los centros en transformar parte de su patio en zonas verdes. Serán árboles y plantas autóctonas del Mediterráneo y con escasa necesidad de agua. De hecho, el técnico del Gepec, Ramon Ferré, remarcaba que estas plantas no requieren agua permanente y además evita la presencia de mosquitos, uno de los problemas que el Ayuntamiento mantiene a raya con las desinfecciones de la Rasa, un canal (barranco) que bordea también este centro educativo.

Altas temperaturas

El proyecto medioambiental que empezaba a tomar forma en esta escuela también tiene otra lectura igual de importante.

L’Antina, por su ubicación, disfruta o sufre todas las horas de sol que pueda haber al día. No existe más sombra que dos hileras de moreras cuyas hojas son grandes en pleno verano (sin clase). Existe un toldo en otra esquina, pero la tela, por el viento se rompió. Las pistas de baloncesto y fútbol ocupan una gran parte de la superficie potenciando su superficie de cemento la retención del calor... y todo ello incide en la salud de los niños y niñas, admitía ayer la directora, Isabel Escobar.

En los días de calor, entre mayo y junio, las temperaturas se disparan por encima de los 35 grados y las horas de patio se convierten en un horno, en un riesgo de insolaciones o quemaduras. Ha habido algún caso de mareo, lo admitía la directora, al igual que se recomienda que los niños vengan de casa con crema solar ya puesta en la cara y brazos.

Ante tanto sol abrasador, el proyecto busca en pocos años establecer zonas de sombra y poder combatir de forma sostenible este problema de calor y salud.

Ramon Ferré remarcaba que existen estudios en los que la reducción de zonas de cemento (pistas deportivas) y el aumento de zonas verdes mejoraban el rendimiento escolar. Y la directora no escondía que si por ella fuera no habrían tantas pistas en el patio de L’Antina y sí más vegetación.

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