Las sociedades centenarias de Vila-seca alquilan sus locales para poder sobrevivir

Estas entidades históricas buscan renovarse para adaptarse a los nuevos tiempos y no caer en el olvido 

29 enero 2019 10:44 | Actualizado a 29 enero 2019 10:47
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Siglo XXI. Internet. Nuevas tecnologías. Smartphones. Redes sociales. Lejos quedan ya las costumbres tradicionales que reunían a socios con carnés escritos de puño y letra sentados en sillas de piel de color grana esperando que unas cortinas del mismo color se abrieran para dar paso al inicio de la obra de teatro de esa semana... O mes. Es contra esto contra lo que luchan hoy en día las sociedades recreativas y culturales centenarias de Vila-seca, que deben hacer filigranas para no caer en el olvido. 

Alquilar sus espacios a empresas es una buena opción. De hecho, es la opción a la que se acogen todas, porque es la más viable para afrontar gastos de futuras reformas que les permitan adaptarse a los nuevos tiempos. La sociedad Ateneu Pi i Maragall nació en 1929 y ahora tiene parte de dos de sus espacios alquilados. Uno a una entidad bancaria, y otro a un restaurante. Su presidente, Lluís Maudes, explica que «hoy en día luchamos para tener dinero para actuar en los edificios que necesitan reformas. Hubo un determinado momento en que nos vimos obligados a cambiar de mentalidad».

«El declive comenzó cuando la gestión de las fiestas fue municipal. Ser de una sociedad era elitista», Lluís Maudes, presidente Ateneu Pi i Maragall

Lo mismo le sucede a la sociedad El Fènix, para la que precisamente en diciembre se aprobó en pleno (con 18 votos a favor y 2 abstenciones de Vila-seca en Comú) una modificación puntual del Pla General d’Ordenació Urbana que le permite ampliar sus usos a comerciales, de oficina, sanitarios, educativos, deportivos y de aparcamiento. Con esta ampliación, explica su presidente, Joan Granell, «daremos servicio de cafetería de cara al exterior». Además, añade, «estamos en previsión de ceder el local a una empresa privada, pero siempre que garantice la continuidad de la sociedad y siga con su trayectoria cultural». 

Granell ya estaba en la junta de El Fènix y poco a poco fue cogiendo mayor interés por la sociedad, hasta el punto de encontrarse con su presidencia. Pero lamenta que «hoy en día a veces te encuentras un poco solo y resulta difícil podernos reunir todos los miembros de la junta para tomar decisiones». 

«Debemos afrontar gastos de renovación pero sin perder nunca nuestra esencia, que está en el teatro», Josep Forasté, Presidente de El Centru

Otra sociedad que se ha visto afectada por el frenético ritmo de la actualidad es El Centru, antiguo Centro Católico, que tiene alquilado tanto el café teatro como el patio trasero para, como asegura su presidente, Josep Forasté, «afrontar los gastos de renovación, que queremos que pase principalmente por actualizar la sala de teatro porque esta es nuestra esencia». Forasté explica que «la sociedad nació a finales del siglo XIX como una asociación católica juvenil. Pero hace años ya decidimos hacer un cambio y pasar de ser una asociación católica a ser una asociación cultural, aunque manteniendo siempre nuestra esencia». 

La decadencia
La vida de todas estas sociedades no siempre ha sido esta. Hubo una época en que vivieron inmersas en un auténtico auge. «A finales del siglo XIX y principios del XX toda la oferta lúdica de Vila-seca la gestionaban las sociedades», explica Maudes, «pero su declive comenzó a despuntar cuando la gestión de las fiestas pasó a ser municipal porque se consideró que si lo llevaban las sociedades se convertiría en algo elitista». 

«Hoy en día a veces te encuentras un poco solo. Es difícil poder reunirnos todos los miembros de la junta», Joan Granell, Presidente de El Fènix

En este sentido, Vila-seca sufrió la que todos los presidentes de las sociedades especifican como guerra de metges. «Sucedió a mitad del siglo XX», añade Maudes. «Por aquel entonces en el municipio había varios médicos y esto creó conflictos entre la población que afectó a las sociedades, de modo que quien pertenecía a una no podía pisar otra». El resultado fue una fatídica fragmentación, comenzaron a etiquetarse de elitistas y eso supuso el principio de un fin que ahora, todas, intentan evitar a toda costa.
 

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