Si lo único que le duele a Donald Trump es el dinero, los golpes no paran. Este viernes el juez Arthur Engoron condenó a su corporación empresarial, Donald Trump Organization, a pagar la friolera de 365 millones de dólares por haber manipulado las finanzas para cometer fraude fiscal y bancario, además de perder las licencias de sus propiedades. También ha sido vetado durante tres años -sus hijos Donald Trump JR y Eric durante dos- para volver a hacer negocios en el estado de Nueva York o participar en los consejos de cualquier compañía creada en dicho territorio.
«Cuando se le confrontó durante el juicio con las declaraciones de los defendidos, los hechos y las documentos financieros que habían presentado, simplemente negaron la realidad y fallaron en aceptar sus responsabilidad o implementar controles internos para prevenir que vuelva a ocurrir en el futuro», escribe el magistrado en su larga sentencia de 398 páginas.
Es la madre de todas las condenas, capaz de hundir las finanzas del magnate, del que se dice solo tiene 400 millones de dólares en efectivo y podría verse obligado a tener que liquidar algunas de sus preciadas propiedades, como la Torre Trump de la Quinta avenida en la que tenía su residencia antes de mudarse a la residencia de Mar-A-Lago en Palm Beach Florida, donde está exento de pagar impuestos sobre sus ingresos.
El magnate ya fue condenado el 26 de enero a pagar 83.3 millones de dólares por difamar a la periodista Jeane Carroll, a la que ofendió públicamente en numerosas ocasiones después de ser condenado el año pasado a compensarla con 5.5 millones por abusar sexualmente de ella en 1995. Aunque ambos casos están en proceso de apelación, Trump ya ha tenido que depositar ese dinero en una cuenta del estado para poder proceder con el caso, como ocurrirá con este. Esta vez ha arrastrado en la sentencia a sus dos hijos, Donald Trump Jr. y Eric Trump, por estar al frente de sus negocios desde que se los transfirió para ocupar la Casa Blanca. El juez les ha encontrado culpables de inflar fraudulentamente el valor de sus propiedades para optar a préstamos ventajosos y, a la vez, devaluarlos para reducir el costo de sus pólizas de seguros.
El exabogado tiró del hilo El caso fue presentado por la fiscal general del Estado de Nueva York Letitia James, a raíz de las declaraciones que hiciera en el Congreso el exabogado del magnate, Michael Cohen, que también ha declarado en este juicio. La Fiscalía ha calculado la pena basándose en los intereses que Trump ganó con el dinero que se había ahorrado al evaluar fraudulentamente sus activos, los beneficios que le han reportado dos propiedades que obtuvo con esos préstamos irregulares y el dinero en impuestos que se ahorró pagando altos empleados de la empresa parte de su sueldo en bonus, lo que incluía pagarles las universidades de sus hijos coma entre otras cosas.
El jefe financiero de la corporación, Allen Weisselberg, de 76 años y también condenado a pagar un millón de dólares, ha sido un testigo clave tras aceptar declarar en contra de su jefe, con el que tenía una relación de máxima lealtad. Lo hizo a cambio de reembolsar el 1.7 millones de dólares que se ahorró el impuestos y obtener una condena de cinco meses de prisión, de la que solo ha servido tres hasta ser declarado en libertad provisional.
En las últimas semanas se ha sabido que, a pesar de ello, el lugarteniente financiero de Trump cometió perjurio al decir que no sabía que el ático de Trump en la Torre de la Quinta Avenida que lleva su nombre había sido inflado en sus finanzas en hasta tres veces su tamaño, que es de más de 1.000 metros cuadrados. «Nunca le puse atención a ese apartamento. No me pareció relevante al mirar a una fortuna de cinco o seis mil millones de dólares», testificó. Weisselberg le seguía el juego al magnate, que siempre ha tratado de sobredimensionar públicamente su fortuna para fardar de éxito. Pero los correos electrónicos que intercambió con la revista Forbes, cuando intentaba convencer a sus periodistas de que aquel ‘penthouse’ valía mucho más de lo que pensaban, le han descubierto. El nuevo cargo podría volver a ponerlo entre rejas, pero sobre todo ha influido en el juez Engoron para retrasar su decisión hasta asegurarse de que no ha mentido en otros detalles del proceso.
Soborno a una actriz porno Allí se ha encontrado cara a cara el magnate con su ex abogado, Cohen, que tendrá que testificar de nuevo contra él a finales de marzo en el proceso por el fraude contable que utilizó para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels. Se considera el caso más débil de los cuatro que tiene abiertos el expresidente. Todo el mundo esperaba que el de Georgia tomase el liderazgo por ser el más claro, ya que se trata de un caso flagrante de interferencia electoral en el que la Fiscalía dispone de una grabación con la voz del entonces presidente pidiendo al secretario de Estado de Georgia que le encontrase casi once mil votos para ganar las elecciones en ese estado. Sin embargo, lo que los abogados de Trump han encontrado es un punto vulnerable en la oficina de la fiscal Fani Willis, que puede costarle el caso.
Willis y uno de sus ayudantes legales, Nathan Wade, sostenían un tórrido romance que incluyó vacaciones conjuntas en cruceros al Caribe, viajes a Belice y Aruba, así como excursiones por la ruta de los viñedos californianos, salpicadas de champán caviar y bombones. Si los abogados de los imputados en ese caso logran demostrar que el romance comenzó antes de la investigación, o que la fiscal utilizó dinero público para sus vacaciones, ella y todo su equipo serían recusados del caso, que ‘de facto’ descarrilaría al menos hasta después de las elecciones de noviembre.