Este 2022 se cumplen cinco años desde el momento más tenso del ‘procés’. ¿La situación ha mejorado?
Sí, sustancialmente. Y esto es gracias al gobierno de Pedro Sánchez y a la acción de Salvador Illa.
¿En qué sentido?
Se ha logrado una cosa que parecía muy difícil, como es pasar página. Hoy ya no hay la tensión y el enfrentamiento, sino diálogo constante y constructivo.
¿La Mesa de Diálogo es la solución al conflicto político?
Debe ayudar a orientar la lógica política, a día de hoy podemos decir que hay diálogo en todos los terrenos. La experiencia de la pandemia ha ayudado a la cogobernanza: una relación fluida y de comunicación permanente con voluntad de colaboración.
El President Pere Aragonès (ERC) da de margen hasta final de año para tener resultados. ¿Hay tiempo para ello?
Estas declaraciones se enmarcan en un contexto de un Onze de setembre especialmente complicado para el President y para ERC. Seguro que habrá frutos.
¿Ve posible desjudicializar el procés esta legislatura?
La judicialización no fue acertada, muchos ya escribimos entonces que no daría frutos para avanzar hacia la concordia y la unidad. Debe darse protagonismo a la política y al diálogo.
Habla de «frutos». ¿Cuál podría ser un buen acuerdo para las dos partes?
Hay temas como la financiación, la distribución competencial y el respeto a los elementos de identidad en una realidad plurinacional. También debe recomponerse el respeto al ordenamiento jurídico.
Habla de la financiación. El conseller Giró ha vuelto a criticar el déficit fiscal. ¿Un pacto fiscal sería una posible solución?
El sistema de financiación está obsoleto y debe renovarse con un pacto que ponga bases nuevas para la reactivación y que sea capaz de incluir a todos los territorios y a los ayuntamientos. Esto no es fácil con un Madrid que se escapa. Catalunya debe tejer alianzas.
¿Debe reformarse el delito de sedición?
Sí, la rebelión y la sedición necesitan una reflexión, y debe generarse un consenso sobre los límites de la democracia. No puede ser que autoridades legítimas hagan un pulso de desobediencia. Esto no es una opción.
Usted es senador y el Senado aprobó en 2017 la aplicación del artículo 155. ¿Fue un error?
El Estado estaba en un callejón sin salida, veníamos de una situación de desobediencia muy grave. Los hechos del 6 y 7 de septiembre del Parlament aun no han sido explicados ni interiorizados en toda su gravedad. También es cierto que veníamos de un PP inmovilista, que no entendió qué pasaba en Catalunya. No había diálogo, cualquier cosa era difícil. El 155 fue la última opción, tan desacertada como todo lo demás.
En Escocia quieren volver a votar en un referéndum. ¿Lo ve posible en Catalunya?
La sociedad catalana no quiere un referéndum de autodeterminación porque nos llevaría a la fractura y a la división.
Según los sondeos, el 80% sí quiere votar.
La sociedad está por la convivencia. La independencia es una opción antigua en un mundo tan interconectado en la UE.
¿Qué le parece la división con la que se llega a esta Diada entre el independentismo?
El procés se explica por la competencia entre Junts y ERC, que entran en una espiral de radicalización para capitalizar unos sentimientos que habían en la sociedad catalana. Ahora, escuchando algunas declaraciones, queda claro que no explicaron claramente su apuesta. Había más jugada a corto que voluntad independentista.
¿La culminación de la declaración de independencia del 27 de octubre de 2017 fue un bluff?
Creo que fue una teatralización, una hiper representación. No se habló de manera real. Cada día lo reconoce más gente.
El President y los consellers de ERC no irán a la manifestación de hoy.
Me parece lógico, está montada en gran parte contra el Govern por parte de sectores minoritarios pero radicales. La realidad de este Govern es fallida, no se ha puesto a gobernar. Catalunya necesita estabilidad.