La legislatura en la que serán protagonistas las mesas de los socialistas con los independentistas ya ha provocado el primer enfrentamiento entre Junts y el Govern catalán (de ERC), que se disputan el protagonismo en las conversaciones con Pedro Sánchez.
Los secesionistas pactaron con el PSOE -a cambio de la investidura- la creación de tres mesas de negociación, que discurrirán en paralelo y de las que dependerá la estabilidad del Gobierno. Está prevista una entre ERC y el PSOE, una entre el Gobierno y la Generalitat y una tercera, entre Junts y los socialistas.
El presidente del Ejecutivo catalán, Pere Aragonès, reivindica que la de Gobiernos es la que debe abordar la resolución del conflicto. En cambio, Junts discrepa y asegura que la autodeterminación y el concierto económico para Cataluña se negociarán en el espacio que sentará a Puigdemont con los socialistas en el extranjero, bajo supervisión de un verificador internacional. Queda un año para las elecciones catalanas y la pugna entre ERC y Junts atrapa todos los ámbitos.
Aragonès urgió este martes a Pedro Sánchez a cerrar un encuentro en los «próximos días o semanas» para empezar a abordar la negociación sobre un referéndum. Su objetivo es pactar en los próximos cuatro años las condiciones para celebrar una consulta soberanista.
De la reunión entre Sánchez y Aragonès debería salir la fecha de la primera cita de la mesa de diálogo de la nueva legislatura, que reactive la del mandato anterior entre los dos Ejecutivos. La intención del presidente de la Generalitat es que vuelvan a reunirse los dos Gobiernos.
Eso sí, emplaza a Junts y a la CUP a incorporarse a la delegación catalana. En la pasada legislatura, el Gobierno y el Govern insistieron en que las delegaciones debían estar integradas únicamente por miembros de los dos Ejecutivos: presidentes, ministros o consejeros. Junts puso el grito en el cielo, vetó el diálogo con la Moncloa y acabó saliendo del Govern.
Ahora, Aragonès acepta que Junts y la CUP, sin pertenecer al Gobierno autonómico, estén presentes en la delegación. Pero ni los junteros ni los anticapitalistas están por la labor. Junts niega haber recibido formalmente la invitación del president. Y recuerda que su acuerdo de investidura suscrito con el PSOE ya dice que la mesa de diálogo entre Gobiernos no ha funcionado y que solo valió para que Sánchez pueda viajar por Europa diciendo que el conflicto catalán ya está resuelto.
Los de Puigdemont reclaman su propio espacio de negociación y rechazan el de los republicanos, pues creen que no sirvió de nada, a pesar de los indultos y la derogación de la sedición. Los posconvergentes no están dispuestos a salir al rescate de Aragonès. Puigdemont quiere tener el control de la negociación con el Gobierno Sánchez, como ya ocurrió con la ley de amnistía. La Generalitat, en cambio, asegura que el conflicto se resolverá de «país a país», de «Gobierno a Gobierno».