El túnel del Coll de Lilla ya es una realidad. Finalmente después de más de quince años de obras, ayer a primera hora de la tarde se abría la circulación de la autovía A-27 entre Valls y Montblanc, mejorando las comunicaciones tanto internas como con la cornisa Cantábrica.
«Hoy es un día muy importante, creo que histórico para este territorio», afirmaba la ministra de Transportes Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) en funciones, Raquel Sánchez.
Atrás han quedado las 22 curvas que representaba este desplazamiento a través del puerto de montaña de Lilla, con un tiempo de desplazamiento superior a los nueve minutos. Ahora este se ha visto reducido a 1 minuto y 10 segundos, que es el tiempo que se tarda en cruzar el túnel, ganando confort y seguridad.
La inauguración llega tarde, tras años de dificultades económicas y de vicisitudes técnicas que han hecho que finalmente la inversión total ejecutada ascienda a los 157,25 millones de euros. Pese a todo, la ministra ayer celebraba la apertura de una carretera que «va a satisfacer la demanda territorial de los municipios de la Conca, con una vía alternativa que ofrece túneles amplios, modernos y seguros».
El tramo que ahora se ha puesto en marcha tiene una longitud total de 5,1 kilómetros, de los cuales 1,46 corresponden a la nueva galería. Esta está dotada de una doble boca, con dos carriles por sentido, en la que los vehículos pueden alcanzar la velocidad máxima de 80 km/h.
El túnel cuenta con las últimas tecnologías en cuanto al sistema de ventilación y de detección de incendios. Asimismo, está equipado con cámaras a lo largo de todo el recorrido, una galería de emergencia cada 200 metros, iluminación led y un centro de control, en la boca de Montblanc, desde el que se gestionan los sistemas de seguridad.
En paralelo, la obra ha comportado la construcción de un viaducto de 180 metros de longitud, en la zona de Fontscaldes, que cruza por encima de la N-240. En cuanto a la zona de Lilla, la construcción de la nueva carretera ha obligado a realizar una obra de estabilización de la montaña en un ámbito de 40 metros, además de la habilitación de un terraplén de casi 50 metros de altura, para garantizar la estabilidad del terreno.
Sánchez ponía en valor que con esta inversión «acercamos Lleida y Tarragona, el campo y la industria, así como los vecinos de la Conca con su hospital de referencia». Según cálculos del ministerio, la puesta en funcionamiento de la nueva infraestructura comportará un ahorro de tiempo anual de 700.000 horas para los conductores, lo que equivale a 22 millones de kilómetros. Esto conllevará una mejora de la eficiencia del consumo energético, que se traduce en una reducción de 4.300 toneladas de CO2 al año, y por tanto, un aumento de la sostenibilidad del transporte por carretera.
La ministra puso en valor el compromiso del Gobierno de Pedro Sánchez con esta infraestructura. «En 2019, tras conseguirse la autorización de un modificativo, sólo se habían certificado 22 millones de euros», decía.
Desde el territorio esta entrada en funcionamiento se ha visto un tanto ensombrecida, ya que todavía falta completar la carretera con el enlace a la AP-2. Al respecto, Sánchez no quiso dar plazos ni entrar en detalles. «Estamos trabajando en este proyecto y estamos haciendo las cosas por fases. En el momento en el que podamos concretar más datos los facilitaremos», decía.
Otro elemento que no está resuelto es el paso de las mercancías peligrosas. «La normativa no permite que puedan pasar por el túnel. Estamos trabajando para mejorar las condiciones de la N-240, que es la alternativa», apuntó.
Finalmente, la ministra también hizo referencia al conflicto con los vecinos de Lilla por la aparición de grietas a raíz de las voladuras. «El ministerio ha querido actuar, comprometiéndose con los vecinos para una solución justa y adecuada», aseguró. El compromiso es que «antes de fin de año» los afectados reciban el dinero que les corresponde.