El área metropolitana del Camp de Tarragona llegará en tranvía

Esta nueva modalidad de transporte contribuirá a crear esta ciudad de ciudades, de la que tanto se habla, transformando la realidad de este territorio

2025 será el año del inicio del tranvía. Así lo confirmaba el secretario de Mobilitat i Infraestructures de la Generalitat, Manel Nadal, en el marco de la jornada organizada por el Diari de Tarragona, que tuvo lugar en el incomparable marco del Celler de Vila-seca.

Seguramente porque hace tanto tiempo que estamos hablando de este proyecto, o por el escepticismo que siempre genera cualquier anuncio en un territorio un poco cenizo, pero no acabamos de ser conscientes de la capacidad de transformación que puede suponer este proyecto.

El tranvía vertebrará los principales núcleos de población del ámbito central del Camp de Tarragona. Poblaciones que se tocan y que viven de espaldas a una realidad incontestable: que es que hay una movilidad interurbana espectacular y que tan solo utilizan el transporte público los que no tienen alternativa.

Llegar a la aprobación del Plan Especial Urbanístico de la fase que enlazará Cambrils y Vila-seca, a través de Salou, ha costado Dios y ayuda. También muchas horas de reuniones técnicas para negociar baldosa a baldosa el despliegue de un sistema de movilidad que, a la vez, debe suponer una transformación urbanística de estas ciudades.

Los estudios hablan de 9,5 millones de viajeros al año, un dato similar a la cifra de viajeros que mueve la EMT de Tarragona o el Trambesòs. ¿Justifica esta cifra la inversión de más de 540 millones de euros que supondrá el conjunto del proyecto (aunque probablemente será superior)?

El alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales, fue muy claro: «¿Cuánto nos ha costado la L-9 del metro, que no voy a coger nunca?». El mismo Nadal lo reconocía: «Barcelona ha acaparado demasiados recursos». Y es que, si nos miramos lo que puede suponer este proyecto con un poco de perspectiva, el tranvía será la primera piedra de esta segunda área metropolitana de Catalunya, de la que hace tanto tiempo que estamos hablando.

Y no tan solo por este proyecto en sí, sino por todo lo que tiene que pasar a su alrededor, hasta que empiece la construcción de la segunda fase, que es la que enlazará Tarragona y Reus, pasando por Vila-seca y La Canonja. En 2028 acaban las concesiones del transporte interurbano por carretera, lo que permitirá replantear todo el sistema actual, de forma que ambas modalidades de transporte se retroalimenten. Para estas fechas ya debería estar en funcionamiento la nueva estación intermodal Vila-seca/aeroport, que incorporará un nuevo eje de centralidad sobre el territorio, y esperamos que dentro de cuatro años por fin hayan podido avanzarse los trámites necesarios para ‘eliminar’ los límites para los autobuses urbanos y que los taxis puedan moverse a su libre albedrío. ¿Y si nos lo creemos?