Retrasos en el 80% de los trenes del corredor sur que enlazan con Barcelona

Las incidencias son prácticamente a diario. Mientras, no se está respetando el orden de prioridad, según el cual los viajeros podrían pasar por delante de los convoyes de mercancías

Ni un día de tregua. Desde que empezó el macrocorte de vías por las obras entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders todavía se ha acentuado más el calvario que sufren a diario los usuarios del corredor sur para ir a Barcelona. Los retrasos y las incidencias han sido constantes y prueba de ello es que prácticamente la totalidad de los Regionals que enlazan con la capital catalana lo hacen con una demora superior a los veinte minutos.

Una consecuencia directa es que esto se traduce en más presión sobre la R2 Sur, de forma que si tan solo nos fijamos en esta última semana, más del 80% de los convoyes ha llegado fuera del horario previsto. «Los tiempos no cuadran, porque independientemente de si el tren ha salido en la hora prevista, cuando llega a Sant Vienç de Calders siempre va tarde», lamenta la portavoz de la plataforma Dignitat a les Vies, Ana Gómez Llauradó.

El colectivo tiene un equipo técnico que desde el pasado 2 de abril recoge los datos de todos los trenes, a través de la plataforma El Tren va tard. Esta va registrando los tiempos reales de recorrido, según los horarios programados, de acuerdo con la aplicación de Adif, de forma que puede comprobarse las demoras que se van acumulando y los puntos calientes en los que los trenes se paran y van sumando tiempo.

Los trenes de primera hora de la mañana son los que habitualmente son más conflictivos, ya que acostumbran a ser los que utiliza la gente que va a trabajar a Barcelona. Si nos fijamos en este lunes, el de las 5.31 horas de la mañana salía de Reus con dos minutos de retraso. Cuando llegó a Sant Vicenç de Calders, la demora que acumulaba ya era de once minutos y, al final, llegó a Barcelona 56 minutos más tarde de lo previsto.

Los que cogieron el segundo tren, el de las 6.08, todavía lo tuvieron peor, ya que en este caso hubo un retraso de 112 minutos. Fue una mañana complicada. Desde el pasado día 10, Rodalies Catalunya puso a disposición un canal de whatsapp a través del cual se informa a los usuarios del estado del servicio. Ya a las 7.18 horas de la mañana se informaba de que la R-2 Sur y los Regionals del sur podían ir fuera del horario habitual por un posible arrollamiento. No obstante, este canal se ha convertido en una herramienta que permite poner negro sobre blanco sobre las incidencias que registra el servicio.

En estos nueve días, si quitamos el miércoles día 12 en el que las afectaciones fueron generalizadas a causa del temporal dana, tan solo ha habido tres en los que los trenes del corredor sur no han registrado ninguna incidencia por culpa de algún problema en la infraestructura de Adif. Cuatro se han registrado en el tramo entre Vilanova i la Geltrú y Sitges, mientras que este sábado también hubo un problema en la zona de Salomó que alteró los trenes de la única vía que ahora mismo enlaza las comarcas tarraconenses con Barcelona a través de Valls.

«El problema es que la vía no da más de si y llega un momento en el que se colapsa y se genera un problema monumental», indica el presidente de la Associació dels Amics del Ferrocarril de Valls i l’Alt Camp, Nil Magrinyà. El malestar es creciente. Varias fuentes consultadas apuntan que Adif no estaría respetando los compromisos que se adquirieron en su momento, según los cuales los trenes de pasajeros tendrían prioridad de paso sobre las mercancías. Y esto, teniendo en cuenta que tan solo las estaciones de Valls y Salomó están preparadas para que puedan esperar estos convoyes, está tensionando todavía más el servicio.

«Antes del corte podrían haberse hecho muchas cosas para evitar lo que está pasando y no se ha hecho. Y ahora la infraestructura no da más de si», indica Magrinyà. El acondicionamiento de las estaciones para los trenes de mercancías o el enlace directo, por encima del Francolí, de la vía de Reus con la de Valls son algunos de los proyectos que Magrinyà asegura que se han quedado en el cajón.