«Era muy celoso y pensé que eso significaba que me quería»

En el caso de los adolescentes, en los que los amores se viven con una gran intensidad, se dan estados anímicos vulnerables y propicios para que se produzcan relaciones tóxicas

Cuando Lia empezó a salir con su primer novio no podía imaginar que viviría con tan solo 17 años una relación de maltrato, un modelo de relación tóxica desgraciadamente frecuente entre los adolescentes, cuentan la propia joven y el psicólogo clínico Jordi Royo.

«Al principio era una relación normal, pero fueron pasando los meses y él empezó a tener una actitud muy posesiva, muy controladora. Era muy celoso y pensé que eso significaba que me quería», cuenta Lia, que cuatro años después vive una relación «sana» con otro chico en la que puede «sentirse libre».

La joven, que estudia para ser auxiliar de enfermería, terminó aquella relación «con la autoestima por los suelos» y tras hacer oídos sordos a su madre y su hermano, quienes la habían advertido de que debía dejar a ese chico. «Un día le dije a mi madre que no podía más y me llevaron a un psicólogo y llegué a estar ingresada», explica Lia, que asegura que a su alrededor, entre las chicas de su edad, ve «muchos casos de relaciones tóxicas».

«Es un patrón que se repite. Muchos adolescentes viven una relación tóxica pero no lo saben», añade la joven, que culpa a algunos realities de televisión de mostrar como «normales» relaciones en las que las actitudes celosas y los patrones de abuso y sumisión están muy presentes.

El psicólogo Jordi Royo, director clínico de Amalgama7, y vicepresidente del cluster de salud mental de Catalunya, explica que una relación tóxica se caracteriza por el desequilibrio que implica que uno sea maltratado física o psicológicamente.

En el caso de los adolescentes, en los que los amores se viven con gran intensidad y las relaciones son disruptivas y oscilantes, se dan estados anímicos vulnerables y propicios para esas malas relaciones.

«¿Posibles síntomas? Pues controlar el móvil a la otra persona hasta el punto de exigirla la contraseña como muestra de amor o fiscalizar con quién se sale o cómo se viste», cuenta el psicólogo.

¿Qué pueden hacer los padres?

¿Qué pueden hacer los padres si perciben estas relaciones? Royo explica que «si no todos, casi todos los padres saben perfectamente» cuando sus hijos están viendo ese tipo de experiencias.

«Lo que pasa es que aunque tienen un buen mensaje, suelen ser malos mensajeros, por lo que hay que buscar a un amigo» u otra persona del entorno para que pueda hablar con los jóvenes y animarles a pedir ayuda profesional para salir de ahí.

Paradójicamente, las personas que sufren algún tipo de relación tóxica y, por tanto, algún tipo de maltrato, suelen responder a quien les advierte «con vehemencia y beligerancia» y tienen un «síndrome de Estocolmo» con el agresor por el que justifican sus actitudes.

«Identifican los celos con el amor, cuando es todo lo contrario», añade el psicólogo, quien advierte de que muchas personas no se dan cuenta de que sufren maltrato si no se da el componente de agresión física.

Aunque el adolescente salga de esa relación tóxica, es habitual, señala Royo, que quede un poso de baja autoestima un tiempo, incluso depresión, lo que «dificulta y crea desconfianza de cara a futuras relaciones» en la edad adulta.

El psicólogo clínico lamenta que en los currículos escolares de ninguna Comunidad Autónoma estén previstos programas preventivos sobre los afectos para «enseñar a los niños y jóvenes qué es una relación sana y qué es tóxico».

Sobre el sesgo de género, señala que más chicas que chicos sufren en relaciones de ese tipo, como en otras formas de violencia de género, si bien apunta que el modus operandi de ese maltrato es diferente en las relaciones según el sexo del agresor.

«Los chicos expresan el maltrato de forma más primitiva, más primaria, con violencia física y también sexual», cuenta Royo, «mientras ellas hacen un maltrato más sofisticado, más psicológico, por el que van aislando al otro de su familia y sus amistades, de todo lo que está fuera de la relación».

Asimismo, con la pandemia y el aumento del uso de las nuevas tecnologías, las relaciones tóxicas de maltrato, como ha pasado con otros fenómenos como el ‘cyberbullying’ se han pasado a lo digital en gran medida, y por eso el control de la pareja maltratadora se ejerce en gran medida a través del móvil.

«Hablamos de cosas tan habituales como enviar un mensaje y si no hay una respuesta inmediata echar en cara por qué no les han respondido si ya han leído el mensaje, como si fuera lo más terrible del mundo», advierte el experto.