Irene Borràs: «El tejido asociativo de Reus mantiene viva la ciudad, se retroalimentan»
La Responsabilidad Social Corporativa y la sostenibilidad son aspectos clave en el desarrollo y la buena gestión de las empresas, así como para cualquier entidad o asociación sin ánimo de lucro
Licendiada en Ciencias Económicas, la reusense Irene Borràs optó por orientar sus conocimientos a las organizaciones no lucrativas. En su trayectoria, cuenta con experiencia en consultoría y formación, para ofrecer mejoras en comunicación, gestión de fondos y relaciones con el entorno a diferentes entidades del territorio.
¿Por qué eligió dedicarse al ámbito no lucrativo?
Dentro de una empresa hay departamentos como pueden ser finanzas, recursos humanos, producción, márquetin..., pero esto es un área más: cómo las empresas pueden ser más responsables. Y en el caso de entidades no lucrativas, sean grandes o pequeñas, me di cuenta que todo el mundo tenía muchas ganas de hacer cosas, pero a veces no sabían cómo hacerlo. Parte de mi trabajo es ayudarlas a hacer mejor su trabajo, comunicar mejor y contar con más gente en sus actividades o crear programas de sensibilización efectivos. Aunque tengamos la visión que economía y empresa van de la mano para lucrarse, a través de aspectos de RSC y sostenibilidad, se trata de ganar dinero de forma responsable. No podemos cargarnos el planeta, sin recursos naturales, no habría producción ni economía.
Las empresas tienen una estructura más marcada.
Las entidades tienen mucho ‘corazón’ y a veces les falta ‘cabeza’. Y las empresas al revés, son muy racionales. Planteamos que todo el mundo sabe hacer bien su trabajo, pero les ayudamos a conseguir más participación, más impacto, por un lado, y que las organizaciones se replanteen su funcionamiento, por otro. Las asociaciones necesitan un orden, herramientas de comunicación y construir su mensaje. Cada entidad es un mundo, pero muchas tienen en común problemas de gestión.
Para ello, cofundó CAUSES.
CAUSES es una marca-paraguas bajo la que trabajamos diferentes personas autónomas y hacemos un proceso de acompañamiento a las entidades, en la captación de socios y fondos, y ayudando a las empresas a ser más responsables.
El Camp de Tarragona va un poco atrasado si comparamos con Barcelona y en la provincia todavía cuesta entender la aplicación de la RSC y, por ello, la exploro sobre todo en ámbito formativo. Trabajamos con entidades locales, pero aquellas que son más ‘grandes’ son reticentes porque sienten que «alguien les dice cómo hacer las cosas», que intervenimos en su proyecto. Pero intentamos llegar a donde podamos.
De hecho, ofrece talleres en colaboración con Entitats Reus.
Desde la concejalía de Relacions Cíviques tienen su propio plan de formación para ayudar a las entidades. Cuando programan temas de participación, comunicación o captación de fondos, intento aportar mis conocimientos, ya que hace más de 20 años que trabajo en el sector. En función de la temática, el taller sirve para proporcionarles herramientas que motiven a la gente, para conocer los intereses del público, qué necesita la gente de su entorno, cómo estructurar la comunicación, etc. Les damos pautas, una visión más estratégica para que piensen a dónde quieren llegar.
¿Es un punto de encuentro?
También, impulsa el tejido asociativo de la ciudad. Por si mismas, las entidades ya comparten mucho sus experiencias y conocimientos con las demás, y estos talleres, que se busca que sean prácticos, acaban siendo espacios muy vivos porque cada asociación aporta lo que tiene y lo que hace.
¿Por qué las entidades culturales son las más visibles?
La actividad social hace que tengan más visibilidad, pero Reus también tiene una gran masa vecinal, con más de cuarenta asociaciones que trabajan intensamente por sus respectivos barrios. El tejido asociativo mantiene viva la ciudad, se retroalimentan. Por eso es importante ayudar a las entidades para que puedan seguir trabajando durante mucho tiempo.
Como docente, ¿qué le aporta el retorno del alumnado?
La universidad me conecta con perfiles mucho más jóvenes que piensan muy diferente. Además, los planes de estudios están muy lejos de la realidad y las clases me permiten interpelarles, no solo como futuros empresarios, sino como consumidores y ciudadanos.