Ecos de Fiesta Mayor en una zona 100% residencial de Reus

Paseo de Misericòrdia. Resisten todavía el centro de arena y las calzadas con el empedrado tradicional, aunque hace más de 50 años de su reurbanización residencial

Toca cambio de mes, pero la ciudad todavía despide unos días intensos de Misericòrdia, con el día de la patrona a principios de esta misma semana. Incluso, en el paseo homónimo todavía ‘huele’ a Fiesta Mayor. Además, esta vía urbana, que empieza en la plaza de la Pastoreta y va hasta el Santuari, es escenario de otras celebraciones populares como la rúa de carnaval. En el paseo abundan bares y cafeterías, junto a una marcada zona escolar; y es que, ya en los años 70, se convirtió en una zona residencial al cien por cien.

Incluso, hubo en la zona importantes construcciones que, hoy, forman parte del inventario patrimonial histórico como Bienes Culturales de Interés Local: el Mas del Vilanova, situado entre el paseo y el Camí Vell de Riudoms, en la Partida de les Forques Velles, y que, con su arquitectura ecléctica, es hoy en día sede del Consorci de Normalització Lingüística; o también, la Masia de Vilella que, acercándose al estilo modernista, perteneció a los hermanos Vilella i Estivill.

La principal particularidad del Paseo de Misericòrdia, eso sí, es que mantiene –como pocas otras calles– el empedrado tradicional con adoquines, en lugar de estar pavimentado. El tipo de carretera ha generado ‘discusiones’ en los últimos años, pero hasta la fecha, pesa más su valor simbólico.

Asimismo, el ambiente familiar del barrio prima por encima de todo y constituye la ‘gasolina’ de muchos de los negocios de la zona y que resisten, como pueden, a los nuevos tiempos.

Confiar en el barrio

«El negocio lleva aquí unos treinta años y seguimos aguantando el tipo», reivindica Mar Virgili, copropietaria de la Papereria Llibreria El Passeig. A su vez, explica que organizan actividades para llamar la atención de potenciales clientes: un libro, encuentro de escritores locales para Sant Jordi, tardes de lectura de cuentos y hasta una competición de peonzas. «Sigue costando que venga gente, pero esta es una forma de ganar visibilidad», expone, porque «estas iniciativas ayudan a que la gente vea que estamos aquí».

De hecho, uno de los puntos negativos que destaca de su ubicación son los pocos negocios colindantes que tiene la papelería. «Yo soy del barrio de toda la vida y, afortunadamente, muchos me conocen; el que va a Hacienda a veces viene a hacer fotocopias, comprar un lápiz o coger un décimo de lotería», agradece ante una mayoría de compras puntuales, pero de una clientela fiel compuesta, sobre todo, por vecinos del barrio.

La situación para Cristina Marquès, propietaria de Mobles Quèss Comoditat –situada apenas a unos metros en la misma acera–, es algo distinta. Cuenta que «la clientela ha ido creciendo porque el boca a boca les ha funcionado muy bien y tienen clientes del barrio, de todo Reus y provincia». Gracias a las redes sociales, y a que las demandas de mobiliario son cada vez más personalizadas, «cada día viene más gente de fuera», añade.

En la otra cara de la moneda, Virgili lamenta que «la gente compre tanto por Internet, algo contra lo que no pueden luchar», porque las grandes superficies venden de todo y la competencia es imposible de asumir.

Potencial por aprovechar

«Es una zona poco transitada, tanto de vehículos como personas, y queda muy poco iluminada porque las farolas son más altas que los árboles», describe el entorno la propietaria de Mobles Quèss Comoditat. «Si no vienen expresamente o no nos conocen, no entran a comprar», evidencia por su parte Mar Virgili. Cristina Marquès apunta, en contraste con la tienda El Passeig, que «mantiene buena relación con otros negocios porque son pocos, pero bien avenidos» y, es más, señala que «Quèss fue ganando clientela gracias a la escuela de enfrente y Hacienda, que fueron claves para darse a conocer hace 10 años».

A esa convivencia ‘relajada’ le suma el ambiente festivo por Misericòrdia y le restan, según Marquès, la falta de limpieza y de alumbrado navideño. «Es una zona residencial muy bonita, pero se le podría sacar mucho más partido», concluye.

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