«Con dos años me agredieron sexualmente y hasta hace poco me sentía yo culpable»
La manifestación unitaria del Camp de Tarragona por el 25-N congrega a 250 personas en Reus. Afloran testimonios duros de víctimas de maltratos, algunos silenciados toda la vida
María Rueda, de 70 años y vecina de Reus, dice que ya «es hora de que los hombres den el paso, se ha avanzado mucho pero queda todavía». Ella toma parte en la manifestación unitaria del Camp de Tarragona, en Reus, por el 25-N, y lo hace con algo de recelo respecto a los progresos: «Falta mucha empatía, no veo respeto hacia la mujer, veo a los jóvenes que se hablan de una manera muy fea».
La marcha, acto final de varios días de reivindicaciones con una intensísima agenda de actos por toda la provincia, sale del Mercat del Carrilet. Va repleta de jóvenes movilizados y de luchas antiguas, vidas enteras de feminismo curtido en trincheras, tantas décadas plantando cara desde el ostracismo. Y todos los testimonios, que varían de intensidad, se parecen mucho: «Empezó a preguntarme sobre cómo vestía, luego que a dónde iba, me fue aislando del mundo. Venía al trabajo, que era lo único que tenía estable, para ver con quién estaba».
Es el relato en primera persona leído al inicio de la movilización. Pero si se rasca, hay dolor en buena parte de los 250 asistentes de la comitiva. También una autoconciencia, no siempre tan fácil de conseguir. «Yo he tenido cinco novios en mi vida y creo que los cinco me han maltratado. Gritos, broncas, empujones...», asume Marta, que confiesa disponer de ese olfato afilado para hallar maltrato y hasta el último rincón de los micromachismos que para otros son invisibles: «Tengo 59 años y soy feminista desde los 14. Y cuando te pones las gafas lilas ya lo detectas, todo te chirría. Ya no hay vuelta atrás. Hemos avanzado pero no tanto como pueda parecer. También hay involución. Por lo visto ir contra las mujeres está dando votos últimamente».
La manifestación se dirige hacia el centro. Un parón en la Avinguda Carrilet sirve para recordar «la resistencia de las mujeres en Palestina», y desfilan proclamas muy variadas: ‘Ni las mujeres ni la tierra somos territorio de conquista’. La lucha feminista se articula en el recorrido con eslóganes clásicos. Encabeza la protesta una pancarta con el lema ‘Contra la violència masclista, suport mutu’. «No es no, y el resto es violación» o «Nuestro cuerpo ni se vende ni se alquila» son algunas de las bandas sonoras de un acto en el que todos tienen su agravio.
Meri, al frente de la organización de la mano de la Plataforma Feminista del Camp de Tarragona, lo dirá poco después en el último parlamento, ya como colofón en la Plaça del Mercadal: «Todas tenemos alguna historia para explicar. La violencia machista está cada día y en todos los sitios. Por desgracia Rubiales hay muchos».
«Seguimos sufriendo mucho»
Pero luego hay relatos y relatos. Como el de Maria, natural de Deltebre y ahora vecina de Reus, también en la marcha: «Yo he sufrido maltrato físico y verbal con mi expareja. A la mujer aún no se le respeta, está despreciada. Seguimos sufriendo mucho». Como el de Ana, toda una vida de tormento: «Con dos años me agredieron sexualmente en mi entorno familiar. A los 13 me tuve que ir de casa».
Después vino el maltrato físico de algunas parejas y también psicológico de su última relación, que duró 35 años. «Ahora me he separado y vivo sola». En su vivencia aflora pronto el dolor de todas las consecuencias que lleva ser víctima: «Que te agredan de pequeña te marca, pero lo peor es el sentimiento de culpa. Hasta hace tres años no me lo pude quitar de encima, gracias a mi psicóloga. Hasta entonces me sentía sucia». Ana relata otras barreras: «Hace 30 años era mucho más difícil denunciar. Siempre callaba, porque por otra parte nadie te creía. Ahora por lo menos he aprendido a contarlo, que ya es mucho. Pero aún me siento maltratada por el sistema, por la misma administración. Somos muy incomprendidas».
La manifestación transita por la Plaça Catalunya y enfila el centro. Al final, hay gritos de «¡bote, bote, bote, machista el que no bote!». Antes, la peana de la estatua de Prim ha quedado recubierta por una gran lona: ‘Avui i sempre ens trobarem organitzades’.