«La rinitis alérgica persistente interfiere en la calidad de vida»
El centro tecnológico Eurecat Reus lidera un estudio para evaluar los efectos de la suplementación con probióticos sobre los síntomas
Para muchas personas, la llegada de la primavera trae consigo la rinitis alérgica. Así, entre las investigaciones que lidera la Unidad de Nutrición y Salud del centro tecnológico Eurecat Reus destaca un estudio para evaluar los efectos de la suplementación con probióticos sobre los síntomas de la rinitis alérgica persistente y la calidad de vida.
El alergólogo del Hospital Universitari Sant Joan de Reus, Dr. Òscar Sotorra, describe que «la rinitis es un conjunto de síntomas como puede ser la nariz tapada, estornudos, picor, mucosidad, ... de causa diversa, como una alergia». En referencia a la rinitis alérgica persistente, él mismo apunta que «es la que presenta síntomas al menos 4 días por semana y cuatro semanas seguidas».
En este sentido, según la investigadora de la línea de estudios clínicos de Eurecat, la Dra. Anna Crescenti, «la rinitis alérgica persistente es una enfermedad muy molesta, puesto que interfiere en la calidad de vida, afectando a la calidad del sueño y la función cognitiva (causando irritabilidad y fatiga)».
La también directora del proyecto apunta que «en España, un 21% de la población padece esta patología y aunque existen tratamientos para abordar la sintomatología –corticoides, antihistamínicos e inmunoterapia– en ocasiones, no son del todo efectivos y presentan algunos efectos secundarios».
Al respecto de los tratamientos, el alergólogo explica que «los antihistamínicos pueden mejorar estornudos, picores y mucosidad, mientras que los espráis antiinflamatorios a base de corticoides mejoran síntomas como el taponamiento nasal, los estornudos, prurito y rinorrea (mucosidad)».
En los últimos años, ha aumentado el interés por encontrar alternativas. «La rinitis alérgica, como ya se sabe, se caracteriza por una inflamación nasal cuya causa subyacente es una alteración del sistema inmune provocada por la exposición a alérgenos ambientales», detalla Anna Crescenti, quien también recuerda que la evidencia científica ha determinado que «los probióticos son productos que podrían utilizarse para prevenir la aparición de la sintomatología, debido a que modulan el sistema inmune».
Así, «los participantes del estudio deben tener entre 18 y 60 años, acreditar un diagnóstico de rinitis alérgica persistente y en el momento de inicio del estudio deben presentar sintomatología. Por otro lado, no deben presentar enfermedades gastrointestinales crónicas o inmunes, tampoco anemia, etc», destaca la investigadora. Otra característica de la investigación es que los participantes podrán seguir con su tratamiento farmacológico.
En cambio, no podrán participar si prevén ser tratados con inmunoterapia.
En este sentido, los voluntarios del estudio deben acudir a cuatro visitas presenciales –en la Unidad Tecnológica de Nutrición y Salud del Centro tecnológico Eurecat de Reus, atendido por el equipo investigador integrado por nutricionistas y médicos– y el estudio se prolongará durante 13 semanas.
Mientras que en la primera visita se les explicará la investigación y comprobará que la persona voluntaria cumple todos los criterios, además de firmar el consentimiento informado; en el segundo encuentro se le extraerá sangre para y deberán rellenar un cuestionario de calidad de vida, específico para pacientes con rinitis alérgica. Al mismo tiempo, se les proporcionará el producto que deberán consumir durante ocho semanas.
«Durante estos dos meses, los voluntarios rellenan un formulario en el que se evaluará la sintomatología que el voluntario sufre diariamente asociada a la rinitis alérgica, tanto los síntomas nasales como oculares. También podrán anotar la medicación que utilicen o no asociada a la patología», explica Anna Crescenti.
Transcurrido este plazo tendrá lugar la tercera visita para realizar una nueva extracción de sangre y de nuevo el cuestionario de calidad de vida. Por último, «transcurridos treinta días, se lleva a cabo la última visita en la que se evaluará el seguimiento de la sintomatología y la calidad de vida del voluntario», concluye la investigadora.