Utilizar un fotoprotector +50 y aplicarlo de forma abundante y minuciosa son algunas de las claves
Los beneficios del sol para la salud son múltiples, incluyendo la mejora del estado de ánimo, la regulación de los biorritmos y del sueño y la participación en la síntesis de vitamina D (entre 5 y 10 minutos de exposición al sol de brazos y piernas dos o tres veces a la semana es suficiente). Así, para disfrutar de una forma segura de cualquier actividad al aire libre es imprescindible una correcta protección solar que, en palabras de Laia Pastor Jané, dermatóloga del Hospital Universitari Joan XXIII de Tarragona, «son el conjunto de herramientas de las que disponemos para contrarrestar los efectos nocivos que la luz ultravioleta tiene sobre la piel». A continuación, la experta detalla las recomendaciones para proteger la piel de la radiación solar.
Mejor a la sombra
Aunque parece obvio, no está de más recordar que el mejor mecanismo para protegerse del sol es resguardarse a la sombra. «Si no es posible, es primordial vestir con ropa que proteja las partes más expuestas del cuerpo, espalda y brazos, por lo que siempre será mejor una camiseta de manga corta que una de tirantes; así como un calzado cerrado; tampoco debemos olvidar la gorra para proteger el cuero cabelludo y mejor con visera para evitar que la parte superior del rostro -frente y nariz- se quemen», detalla la dermatóloga.
Luz ultravioleta A y B
Durante el día, la máxima intensidad de UVA y UVB se alcanza entre las 12 y las 16 horas. Asimismo, según la especialista, «coincidiendo con el solsticio de San Juan, los meses de junio y julio, es cuando se registra la máxima incidencia de luz ultravioleta, y cuando más debemos protegernos». En la playa, tanto la arena como el agua del mar hacen de efecto reflejo; mientras que en la montaña, a mayor altura, mayor intensidad. Por último, aunque no tengamos sensación de calor porque las nubes filtran la luz infrarroja, las recomendaciones en días nublados son las mismas que cualquier día soleado.
Fotoprotector oral
Es un complemento alimenticio con efecto antioxidante que, detalla la Dra. Laia Pastor Jané, «actúa reparando el daño que causa el sol, pero en ningún caso sustituye el protector solar en crema». Es un suplemento que reduce el riesgo de quemadura solar junto con una aplicación adecuada de la crema protectora
Fotoprotectores tópicos
En cuanto a productos cosméticos, la dermatóloga explica que «debemos escoger el SPF 50+, porque un SPF 30 puede ser insuficiente». Deben estar redondeadas las letras UVA porque así indica que también protege frente a ellas. Con relación a cómo aplicar la crema solar, la doctora describe que «la primera aplicación debe ser antes de realizar cualquier actividad al aire libre, a conciencia y de manera abundante para evitar dejar zonas sin tratar». Por ello, se aconseja que la primera aplicación sea en formato crema, mientras que para la reaplicación se pueden utilizar galénicas más fluidas como los espráis y las lociones. En este punto, la dermatóloga remarca que «existen fotoprotectores solares faciales que son muy fluidos y se absorben de manera inmediata, además de estar formulados para que no escuezan los ojos con el sudor».
Otros productos como las brumas, que son como un espray, se pueden aplicar sobre el rostro maquillado, mientras que en el mercado también existen fotoprotectores matificantes para pieles grasas; minerales, para pieles intolerantes; e incluso con color, a modo de efecto maquillaje. Todo ello sin olvidar el formato stick: «Se utiliza para zonas sensibles como el dorso de la nariz, mejillas o cicatrices; con 8 pasadas el efecto es de alta protección», según Laia Pastor Jané.
Errores comunes
A día de hoy, todavía se repiten algunos errores a la hora de aplicar la crema solar, tales como «realizar la primera aplicación en la playa, una capa excesivamente fina que no se aplica de manera uniforma y descuidar zonas como el dorso de los pies y las orejas».
Grandes olvidados: pies y orejas
Ninguna zona del cuerpo debe quedar desprotegida del sol, es por ello que debemos tener especial cuidado con los pies y las orejas para evitar quemaduras.
Los ojos
La dermatóloga hace hincapié en que «no se deben utilizar gafas de sol con un cristal oscuro porque dilata la pupila y la luz perjudica toda vía más la retina y el cristalino. Lo importante es utilizar cristales con una calidad adecuada en fotoprotección».
Tatuajes
Hay que prestar especial atención en el caso de detectar bultos o cambios de coloración porque la tinta exógena dificulta el diagnóstico del cáncer de piel. En estos, hay que consultar al especialista.
Población vulnerable
Desde el punto de vista del riesgo frente a la exposición solar, la dermatóloga explica que «los primeros 3 años de edad, cuando la piel se está formando y fortaleciendo, son cruciales para evitar problemas en la edad adulta». Por ello, recuerda que «los bebés deben evitar las horas de máxima radiación y si se exponen al sol, aplicar fotoprotectores minerales. Dichas precauciones son ampliables durante los primeros 20 años de vida porque son los que marcan el futuro de la piel de cada persona». En esta misma línea, incide en que «los y las adolescentes también deben tomar conciencia de la importancia de la protección solar porque de no hacerlo correctamente, aumenta el riesgo de padecer un melanoma a edades tempranas. De hecho, cada vez es mayor la incidencia de melanoma en jóvenes de entre 25-35 años porque no utilizan correctamente el fotoprotector solar cuando son adolescentes».
Consecuencias a medio y largo plazo
A corto plazo, la consecuencia más inmediata es el eritema solar, es decir, el enrojecimiento de la piel. «Esto implica que se producen mutaciones en el material genético de la piel, lo que conlleva a medio o largo plazo la aparición de manchas y arrugas», detalla la dermatóloga.
Por este motivo, la doctora indica que «protegerse correctamente del sol es el mejor “antiedad” y la manera más efectiva para prevenir el cáncer de piel». Mientras que el carcinoma basocelular no produce metástasis y los tratamientos son muy efectivos, no ocurre lo mismo con los carcinomas escamosos, que en algunos casos pueden causar metástasis en ganglios u órganos internos, ni el melanoma que es el responsable del 80% de la mortalidad por cáncer de piel.
La piel tiene memoria
Por último, no debemos olvidar que «el daño solar es acumulativo, es decir, al sufrir quemaduras solares de repetición o bien una exposición solar prolongada durante la vida (recreacional o laboral) se van acumulando mutaciones en el material genético de la piel que 10-20-30 años después pueden manifestarse tanto a través del cáncer de piel, como en lesiones premalignas, como las queratosis actínicas, que tratamos a diario en nuestras consultas hospitalarias».