Glaucoma, por qué no perder de vista la detección precoz
La enfermedad se caracteriza por un aumento de la presión intraocular que, a largo plazo, puede provocar una lesión del nervio óptico y una pérdida de visión que es irreversible
«El glaucoma es una enfermedad crónica que afecta a la visión y que se caracteriza por un aumento de la presión intraocular que, a largo plazo, puede provocar una lesión del nervio óptico y una pérdida de visión que es irreversible. De ahí la importancia de diagnóstico precoz».
Con estas palabras, la coordinadora clínica del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitari Sant Joan de Reus y responsable de la sección de Glaucoma, Isabel Méndez Marín, quiere concienciar a la población sobre la importancia de la detección temprana de la enfermedad ocular, que se estima que en 2040 afectará a 100 millones de personas de todo el mundo.
Hasta entonces, la prevalencia «se sitúa entre un 3 y un 4 por ciento de personas afectadas», según la especialista, aunque advierte que «hasta el 50% de los pacientes con glaucoma no lo saben».
¿Qué dificulta el diagnóstico? «El glaucoma es una enfermedad asintomática hasta fases muy avanzadas. Por ello, se recomienda que los adultos a partir de los 50 años se hagan al menos una revisión oftalmológica para descartarla», indica la Dra. Isabel Méndez.
En cuanto a la sintomatología, los pacientes acuden a la consulta de oftalmología «por una pérdida de visión como consecuencia de una disminución del campo visual periférico. Sobre todo, acuden cuando el campo visual central está muy afectado, y por ejemplo se tropiezan con obstáculos en casa o no son capaces de encontrar determinados objetos en la mesa porque no están dentro de su campo visual», detalla la oftalmóloga, quien añade que «es como si estuviesen mirando por una escopeta, ya que solo se conserva el campo visual central».
A día de hoy, la causa del glaucoma es desconocida, «si bien se supone que hay una alteración entre la regulación de la producción del líquido del humor acuoso y la salida; dicho desequilibrio provoca un aumento de la presión en el interior del ojo, lo que conlleva la lesión del nervio y en consecuencia la pérdida de visión y campo visual».
En lo que se refiere a factores de riesgo, la especialista señala «el tener antecedentes familiares, ya que algunas formas de glaucoma son hereditarias; defectos refractivos como miopías o hipermetropías elevadas; la edad, ya que se suele diagnosticar a partir de los 40 y 50 años, afectando por igual a hombres y mujeres; y, por último, la población diabética, en la que se diagnostica la enfermedad con mayor frecuencia, puesto que se revisa la visión de manera más habitual por las complicaciones oftalmológicas de la propia diabetes».
La Dra. Isabel Méndez explica que «desde hace más de una década, el Hospital Universitari Sant Joan de Reus impulsa un programa de screening, cuyas unidades se encuentran en el propio centro hospitalario, el CAP Sant Pere y en el Hospital Lleuger Antoni de Gimbernat de Cambrils. A los pacientes derivados por el médico de cabecera, se les hace una valoración de la agudeza visual, una fotografía del fondo de ojo y se les toma la presión intraocular. Después, los datos son valorados por un oftalmólogo, quien decide si este paciente requiere de seguimiento en el hospital o si se le da de alta, informando en todo momento al médico de cabecera».
Entonces, se pueden distinguir dos tipos de glaucoma: «Por un lado, existen los glaucomas primarios que son los más comunes, son aquellos en los que no hay una causa determinada, si bien el drenaje del humor acuoso es insuficiente, y, por otro lado, los glaucomas que aparecen de forma secundaria por determinadas alteraciones oculares como en personas miopes, o pacientes diabéticos, que hayan tenido algún problema vascular como una trombosis de la retina o una obstrucción de la arteria de la retina», detalla la Dra. Méndez.
Tratamientos
En la actualidad, existen tres escalones de tratamiento. Según describe la coordinadora clínica del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitari Sant Joan de Reus «el primero es el médico que consiste en la administración de gotas, una vez o dos veces al día dependiendo de los principios activos, por lo que es un tratamiento crónico igual que el de la hipertensión arterial o el de la diabetes».
El segundo escalón es el tratamiento con láser, «solo en determinados tipos de glaucoma, con el fin de poder remitir el control de la tensión intraocular sin la necesidad del tratamiento médico». Y, por último, cuando ni con la medicación ni con el láser se puede controlar la presión intraocular ni la progresión de la enfermedad, «podemos recurrir a intervenciones quirúrgicas que son bastante efectivas».
Sobre este último escalón, la Dra. Méndez asegura que «actualmente, hay un amplio rango terapéutico de intervenciones, desde micro incisiones en las que colocamos implantes pequeños que permiten controlar la tensión, hasta intervenciones más clásicas como la trabeculectomía que contribuye a una disminución importante de la presión intraocular».
A pesar de todos estos esfuerzos por ralentizar el avance de la enfermedad, en los casos más graves el glaucoma es la primera causa de ceguera irreversible en los países desarrollados. «Es una ceguera que conlleva una discapacidad importante porque produce una pérdida visual completa. De ahí que insistamos en el diagnóstico precoz», asegura la Dra. Isabel Méndez.