El impacto de la música en el cerebro
Vila-seca. Analizan la actividad cerebral en intérpretes y el público durante un concierto experimental en el Auditori Josep Carreras
«El objetivo es disfrutar de una experiencia poco habitual: visualizar qué pasa en el cerebro de determinadas personas, unas que escuchan música, otras que dirigen un grupo de músicos y otras que tocan un determinado instrumento». Aunque ausente por motivos de salud, las palabras del músico y divulgador científico, Jordi A. Jauset, resonaron en el Auditori Josep Carreras de Vila-seca para describir lo que presenciaría el público la tarde del pasado jueves.
Una demostración de que «la música y la ciencia están al servicio de las personas y se interrelacionan entre ellas», según la conductora del acto, musicóloga y profesora de la URV, Montserrat Canela, a lo que la presidenta de la Fundació Auditori Josep Carreras, Àngels Poblet, añadió que «unimos las virtudes de la investigación científica con las de la música, y en el Auditori Josep Carreras tendremos el privilegio de verlo y vivirlo en directo».
Tras poner los teléfonos en modo avión, para garantizar que el experimento transcurriese con las máximas garantías, salió al escenario la Orquestra Lully formada por alumnos y alumnas de entre 8 y 12 años del Conservatori de Vila-seca. Su directora Carme Gómez y la joven violonchelista Blanca lucían en la cabeza sendos dispositivos de encefalograma EEG portátiles, desarrollados por la empresa G.tec Medical Engineering, para analizar, en tiempo real, las ondas cerebrales.
Ya con todos los ingredientes necesarios –músicos, instrumentos y público– el investigador clínico de la empresa G.tec Medical Engineering, Marc Sebastián-Romagosa, explicó que «el experimento consistiría en analizar las ondas cerebrales de ambas, en correspondencia a los ocho electrodos que cubren el área de interés de estudio en su cabeza».
Asimismo, entre el público había dos personas que también llevaban el dispositivo «para entender qué pasa en el cerebro cuando escuchamos música, una persona que tiene estudios musicales y se ha dedicado profesionalmente, y otra que no tiene ni idea de música».
Antes de empezar con el experimento, los técnicos calibraron el sistema, para «reconocer los patrones de activación normales en una situación concreta».
Tras el concierto y los aplausos del público, Marc Sebastián-Romagosa evaluó los parámetros analizados, y que los asistentes pudieron seguir en tiempo real a través de cuatro pantallas. «Blanca estaba contenta y relajada, no tenía mucha carga cognitiva, lo que significa que sabía bien la pieza; si bien la carga cognitiva aumentaba en momentos de silencio o al finalizar la partitura», explicó el investigador, mientras que de los datos del público reseñó que «ha estado mayormente relajado».
Después, el concierto experimental volvió a repetirse con la actuación de la Orquestra de la URV. Antes, se colocaron cinco dispositivos de encefalograma EEG portátiles a dos músicos, el director de la orquestra, Miquel Massana, y dos miembros del público, que permitieron medir la actividad cerebral. Las cuatro pantallas mostraron los parámetros y marcadores biológicos analizados, haciendo visibles las ondas cerebrales de los participantes, las zonas del cerebro con mayor actividad neuronal y, en definitiva, como de activo se muestra el cerebro frente a la estimulación musical.
De nuevo, la información recogida varió entre intérpretes y espectadores. «El músico genera una actividad neuronal que no es la misma que la de la persona que escucha; tiene todo el sentido del mundo, puesto que cuando interpretas música estás leyendo una partitura, moviendo los dedos para tocar un instrumento y, además, mueves el cuerpo. El proceso cognitivo y motor es diferente respecto a la persona que solo escucha música», señaló el investigador.
El futuro
En cualquier caso, el experimento en el Auditori Josep Carreras de Vila-seca es el punto de partida para futuras investigaciones, sobre todo en el ámbito médico, como por ejemplo estudios sobre trastornos por déficit de atención. «Estos datos se analizarán y servirán para seguir adelante con la investigación en el campo de la música y la neurociencia», dijo el divulgador Jordi A. Jauset.
Entonces, ¿por qué es tan importante la música? «A nivel intelectual, aporta mejoras cerebrales, estructurales y funcionales, es decir, hay cambios en la materia gris y materia blanca, lo que repercute en una mayor velocidad de proceso, trabajo, memoria, etc.», argumentó el divulgador científico. Por último, resaltó los valores sociales de la música, «como una potente herramienta de transformación en beneficio de la conveniencia, la interculturalidad, las emociones y la educación».