‘Gure Hitzak’, el amor como motor de resistencia en Valls
El vallense Carles Cubos ficciona una historia real protagonizada por la hija de dos miembros de ETA nacida en la prisión
Abordar la compleja realidad de los niños y niñas nacidos en la prisión en el período de reclusión de sus padres. Esta es la realidad, derivada del conflicto vasco, que ha afectado a más de un centenar de hijos e hijas y que, ahora, el fotógrafo y documentalista vallense Carles Cubos ha llevado a la gran pantalla en el filme Gure Hitzak. De hecho, ayer se preestrenó en los JCA Cinemes de Valls.
Así, la proyección fue la culminación de un trabajo de más de tres años y medio, y, para Carles Cubos, «la mejor recompensa y éxito, porque las consecuencias derivadas del conflicto vasco arrastran todavía mucho dolor». «Empezamos a trabajar en la producción en diciembre de 2020. El recorrido hasta llegar hasta aquí ha sido largo», reconoce el vallense.
La producción cuenta con el apoyo de la Diputació de Tarragona y el impulso de 150 mecenas que la han financiado a través de una campaña de micromecenazgo en la plataforma Verkami.
Sobre qué le motivo a emprender esta aventura cinematográfica, Carles Cubos confiesa que «quería hacer una película documental que tratase un tema emocional como es la crianza de los hijos y las hijas en la prisión. Por ello, contacté con una pareja que por aquel entonces todavía estaba recluida, y les plantee la idea».
Todo un desafío que supuso, en palabras del director, «que no tuviésemos demasiadas expectativas de que el guion pudiera seguir adelante». Afortunadamente, el presentimiento no se cumplió. «La pareja con la que contactamos respondió unos meses después, cuando, se dio la casualidad, ya habían salido de la cárcel. Estuvieron de acuerdo en seguir adelante», confirma Carles Cubos.
Para hacer realidad el filme, el vallense ha estado acompañado por Míriam Culleré, Jordi Escoda, Montse Casellas, Siscu Parés y Guillem Voltas, así como Sergi Robert, Roger Recasens y Àngel Mora.
Durante este tiempo, «viajamos de manera regular al País Vasco para documentar la historia, a través de entrevistas que nos permitiesen elaborar el guion ficcionado», detalla el documentalista, quien hace hincapié en que «Gure Hitzak plantea una ficción a través de la supuesta hija, de una pareja de presos de ETA, que en edad adulta decide hacer una película sobre la historia de sus padres; es decir, la protagonista realiza un viaje interior y hacia el pasado de sus padres, así como lo qué ha significado el conflicto vasco y nacer en prisión».
Paralelamente, explica Carles Cubos, «el filme también es la excusa para explicar cómo afronta un creador un proyecto como este, es decir, la soledad y la obsesión, o qué supone trabajar sin parar y con pocos recursos».
La ficción documental está protagonizada por Ana González (Ane Zugarramendi Ortua) quien encarna el personaje protagonista de la historia que, detalla Carles Cubos, «también tiene la peculiaridad de contar con la narración en off de Maite Etxeberria, actriz no profesional del País Vasco».
A nivel cinematográfico, el documentalista vallense describe que «hemos construido diferentes localizaciones que tienen que ver con la historia, algunas en el País Vasco y otras en ciudades como Madrid, Valencia y Ávila. Entonces, la narración resulta muy onírica, buscando siempre el punto emocional de la historia y navegando en la construcción de un relato a través de metáforas».
El título de la película Gure Hitzak no es baladí, puesto que toma prestado el nombre de una de las obras más entrañables de la música vasca de la mano de Mikel Laboa. «Gure Hitzak es una canción escrita por el escritor Bernardo Atxaga musicada por Laboa», recuerda Carles Cubos.
Ahora, el productor musical Carles Biano, junto al acordeonista Carles Belda y la artista Sandra Montfort, han hecho una versión exclusivamente para el filme. «Es una propuesta vanguardista del tema de Laboa, pero sin perder la raíz que le proporciona el acordeón diatónico de Carles Belda. Así, Belda y Montfort interpretan en catalán y euskera una de las obras más célebres de la música vasca».
Líneas rojas
Con todos estos elementos, Gure Hitzak es testigo de cómo las artes pueden ser una herramienta para explorar temas difíciles como la maternidad en la prisión o el retorno a la sociedad después de más de una década en la prisión.
Aunque no por ello está exento de líneas rojas. «Desde el principio, nos planteamos que con las personas que contactásemos para dar a conocer la historia, sería siempre desde el anonimato porque no querían ser protagonistas», asegura Carles Cubos. La segunda línea roja, indica él mismo, «ha sido trabajar desde el respeto», y la última «no tomar partido en el conflicto político, sino únicamente documentar qué ha supuesto emocionalmente dicha realidad para una de las partes implicadas».
Por todo ello, el mensaje que quiere transmitir Gure Hitzak, teniendo en cuenta que durante lo que queda de año concursará en diferentes festivales y muestras nacionales e internacionales de cine, es, según Carles Cubos, que «el amor es un motor de resistencia para salir adelante frente a cualquier situación».