‘Vi novell’, tragos de juventud en L’Embutada

Carácter desenfadado y aromas y sabores frescos son la máxima expresión de la bebida que darán a catar más de treinta bodegas de la provincia en la Part Alta durante

Tendemos a pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Tal vez sí, o tal vez no. En esta ocasión, el deseo de recuperar la memoria y la tradición del vino en la Part Alta de Tarragona empujó a la Associació Cultural Santa Teca a recuperar, en 2013, L’Embutada.

La celebración vivió su época de esplendor durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. «Las bodegas de la ciudad, concentradas en su mayoría en la Part Alta de Tarragona, daban a probar a la población, y después de la temporada de vendimia, el primer vino, el novel recién fermentado», rememora Berna Ríos, presidente de la Associació Cultural Santa Teca.

Tradición ancestral

En señal de que la bebida estaba a la venta, los establecimientos colgaban una rama de pino en el exterior. La rama verde representa el vino joven y a medida que se va secando indica la madurez del producto. Se trata de una tradición ancestral arraigada y documentada en otros lugares de Catalunya y Valencia, pero también en toda Europa. On hi ha ram, hi ha mam, i si és de pi, és de bon vi es uno de los muchos refranes que recuerda el vínculo entre el pino y el vino que, según el gastrónomo cultural Jaume Fàbrega, «se remonta a las fases más iniciales y constituyentes de la cultura europea, comenzando por Grecia y Roma hasta llegar a la cultura contemporánea de los pueblos europeos».

L’Embutada durante el año pasado. FOTO: JORDINA MOIX

El embudo

Entonces, ni las copas más famosas de mundo conseguían relucir como el embudo. Un primer trago que sabía a gloria. «De metal, el artilugio se convirtió en todo un símbolo de L’Embutada. Su forma permitía sacar el vino directamente del lagar. En la mayoría de hogares había uno, y aunque se oxidaba, era irrompible», asegura Berna Ríos.

La picaresca estaba servida. Los grupos de amigos y familiares iban pasándose el embudo lleno, tapando con un dedo la salida, para ir bebiendo por turnos. Aquel que se quedaba sin vino tenía que pagar la siguiente ronda. Entre trago y trago, la celebración se amenizaba con música y la actuación de los castellers.

«En el fondo, lo que empezó siendo un acto de recibimiento del primer vino, se convirtió en una fiesta», rememora Berna Ríos, convencido de que «además de recuperar la memoria histórica, L’Embutada también reivindica el papel protagonista del vino en Tarragona». Todo un toque de atención porque, en su opinión, «parece que la ciudad ha olvidado que la bebida fue uno de los motores económicos a la hora de recuperar su esplendor en el siglo XIX».

La celebración recupera el espíritu de la fiesta que tuvo su época de esplendor en el siglo XIX. FOTO: JORDINA MOIX

En virtud de todo ello, L’Embutada renació en Tarragona de las cenizas como el ave fénix. Para ir abriendo boca, desde este lunes, 4 de noviembre, se han programado mesas redondas, catas y exposiciones que calmarán la sed hasta el fin de semana. «La programación quiere remarcar la importancia de la botella, la etiqueta y el embudo en el mundo vitivinícola», afirma Berna Ríos.

Después, L’Embutada congregará más de una treintena de bodegas, en su mayoría en representación de la provincia, pero también de Lleida y del Alt Penedès. Una legión vinícola que ocupará la Plaça del Rei los días 9 y 10 de noviembre, y que tendrá como contrapunto el espacio gastronómico con propuestas culinarias de proximidad. Al rescate del patrimonio inmaterial y de la memoria oral, los visitantes también podrán ver cómo, con sus manos, trabajan el vidrier, el botger y el cistellaire.

La Plaça del Rei, en la Part Alta, es el epicentro de la celebración. FOTO: Jordina Moix

Sin perderle la pista

Recetas infalibles para saborear un año más el vino novel que, según Berna Ríos, «conserva todas las características organolépticas de la uva fresca, tiene la juventud de un fermento que todavía no ha evolucionado ni se ha relajado en la tinaja, lo que, a su vez, brinda algunas pistas de en qué se convertirá una vez embotellado». Habrá que seguirle el rastro hasta la última gota.

UN RESTAURANTE: El Llagut, cocina marinera

«En El Llagut trabajan con producto de temporada y procedente de elaboradores locales. Creen en la cocina tradicional, es decir, preparan platos con esencia marinera, maridados con vinos del territorio. Es loable el trabajo que hacen día tras día», opina Berna Ríos.

UN PLATO: Romesco de pescado

«El Romesco refleja la cocina tradicional tarraconense. Por ejemplo, el de sepia y albóndigas fusiona la gastronomía de mar y montaña con una salsa originaria de Tarragona. A nivel nutricional, es un plato muy completo», explica Ríos.

«El chocolate me encanta. En cualquier postre siempre me apetece. El coulant o un pastel me parecen irresistibles. Cuanto más puro el chocolate, mucho mejor», según Berna Ríos.