‘El infierno empieza aquí’, la novela que revive el misterio de las Caras de Bélmez
La tarraconense Luisa González «exorciza los recuerdos» tras visitar varias veces la casa y conocer a quien fue su dueña, María Gómez
«23 de agosto de 1971. María Gómez Cámara removía unos pimientos fritos en el fogón de la cocina de su casa de Bélmez de la Moraleda, en Jaén, cuando una mancha en el suelo, que dibujaba una cara humana, le llamó la atención. A lo largo del tiempo continuaron surgiendo otras caras hasta convertirse en uno de los fenómenos mediáticos más famosos de las últimas décadas». Dichos sucesos han inspirado a la autora Luisa González para escribir El infierno empieza aquí (Menoscurto), su séptima novela.
Los orígenes de la tarraconense se encuentran en Cabra del Santo Cristo (Jaén), la localidad donde nació, a escasos 19 kilómetros de Bélmez de la Moraleda. «A los 13 años vi por primera vez las caras y me impactaron muchísimo; estuve días sin poder dormir», afirma, mientras que de María Gómez Cámara, propietaria de la casa donde aparecieron, recuerda que «convivió con los rostros más de treinta años, hasta que falleció».
Más tarde, en la década de los noventa, volvió a visitar el lugar. Entonces, dice la autora, «la sensación que me produjeron fue de mucho miedo, algo inexplicable. Allí surgió la semilla para que, años más tarde, tuviera la necesidad de exorcizar los recuerdos de alguna manera, a la vez que rendir un homenaje al fenómeno paranormal más importante del siglo XX».
Luisa González hace hincapié en que «el misterio sigue sin resolverse, ya que ni los partidarios ni los detractores consiguieron dar con las claves de lo que ocurrió realmente».
En este proceso de exorcizar sus recuerdos, la autora afirma que «partiendo de la base que El infierno empieza aquí no pretende ser un documento histórico, porque ya existen muchos otros, la novela toma un posicionamiento real de los hechos, es decir, no me dejo llevar por lo que yo sentí, sino por lo que debió sufrir y padecer la protagonista, que es quien me importaba». «Durante décadas, tuvo que convivir con las caras y ver su casa invadida a diario, lo que alteró su vida hasta el último de sus días», afirma la escritora.
Así, Luisa González regresó a Bélmez de la Moraleda para ver de nuevo las caras, siendo este último encuentro el detonante definitivo para escribir El infierno empieza aquí. «Quería saber en qué situación estaba la vivienda, la sensación que me produciría, etc. Entonces, ya se había convertido en el Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez, y que recoge todo el material histórico del fenómeno», explica la tarraconense.
La protagonista
¿Cómo era María Gómez Cámara? «La primera vez que fui a su casa era invierno y María estaba sentada en la puerta, esperando a quienes venían a ver las caras. Se le truncó la vida de tal manera que sabía que en cualquier momento podía ir cualquier persona a su casa, ya que dejaba entrar a cualquiera a cambio de nada», asegura Luisa González, quien añade que «cuidaba los rostros con resignación, y así pasó el resto de su vida». Por ello, la autora tarraconense alaba que «en ningún momento decidió marcharse, sino que se acostumbró a su presencia y decidió convivir con ellas».
Por todo ello, María Gómez Cámara es la protagonista absoluta del relato, ya que la autora solo se refiere al resto de personajes a través de su profesión o cargo. Precisamente, «porque hay teorías de parapsicólogos, el más importante en la época fue Germán de Argumosa, que opinaba que María era la catalizadora de esas caras que se formaban en el suelo; llegó a la conclusión de que cuando María falleciese, los rostros desaparecerían. Efectivamente, fue así. Cuando visité la casa antes de escribir la novela no había rastro. En cambio, los detractores del fenómeno paranormal, sugirieron que las caras fueron pintadas por ella o personas de su entorno». Pero todas las teorías todavía están por desvelar.