Danza y talento se visten de gala en Reus
El XI Premi Roseta Mauri culminó en el Teatre Fortuny con la presencia de intérpretes de consolidada trayectoria
Después de cuatro días intensos, el XI Premi Internacional de Dansa Roseta Mauri culminó ayer con la tradicional Gala de clausura en el Teatre Fortuny, abarrotado por el talento de los jóvenes bailarines y bailarinas.
De la edición de este año, la directora artística del certamen, Cristina de Anciola, hizo un balance muy positivo: «Los bailarines y bailarinas han disfrutado del concurso y, más allá de los premios, han experimentado un crecimiento personal y profesional porque el Premi Roseta Mauri es también un espacio de relación y formación».
Asimismo, puso en valor que «el certamen también ofrece la posibilidad de experimentar con lenguajes diversos, por lo que descubren que a través de la danza clásica pueden emprender muchos caminos». Así, ayer quedó constancia de que con esfuerzo y dedicación todo tiene su recompensa, como demostraron en el escenario los ganadores de este año: Joan Sempere, Mikel Arana y Natàlia Ribalta, primer, segundo y tercer Premi Roseta Mauri, respectivamente, así como Dafne Campaña, Premio del público. Todos compartieron protagonismo con intérpretes de consolidada trayectoria en ballets de reconocido prestigio, como el Ballet Semperoper de Dresden, el Ballet de Basilea o el Ballet de Stuttgart.
El ejemplo de Martí Paixà
De entre todas las actuaciones de la Gala de clausura, la de Martí Paixà, de Montbrió del Camp, fue una de las más especiales. Para el bailarín principal del Ballet de Stuttgart «actuar en Reus es sinónimo de hogar», y confesó que «desde pequeño mi sueño era poder bailar en el Teatre Fortuny».
Una meta que consiguió cuando en 2011 se presentó a la convocatoria del Premi Internacional de Dansa Roseta Mauri. «Han pasado más de diez años, entonces era un aprendiz de bailarín, mientras que ahora he regresado con toda la experiencia que me ha brindado el Ballet de Stuttgard», aseguró Martí Paixà.
La pasión por la danza se despertó en él cuando tenía tres años. Entonces, rememoró, «acudí a ver la representación de final de curso, Peter Pan, de la Escola de Dansa i Música de Montbrió del Camp. Me cautivó el personaje y le dije a mis padres que quería ser Peter Pan, a lo que ellos respondieron que, para ello, debía ir a la escuela de danza, donde empecé con cuatro años». «Desde aquel momento, la danza lo es todo para mí; nunca ha sido ni un esfuerzo ni un sacrificio; es más, el día que no estoy en el estudio me siento raro», afirmó el bailarín.
En cuanto a qué le empujó en 2011 a presentarse al Premi Internacional de Dansa Roseta Mauri de Reus, Martí Paixà aseguró que «fue por todas las puertas que el premio puede llegar a abrirte en el mundo de la danza y que te pueden cambiar la vida».
En esta línea, formar parte del Ballet de Stuttgart le ha cambiado «artísticamente y personalmente; como compañía viajamos por todo el mundo, lo que me ha ayudado a abrir mi mente en todos los sentidos», dijo el bailarín de Montbrió del Camp.
Basándose en su experiencia, a las futuras generaciones de concursantes del Premi Internacional de Dansa Roseta Mauri les aconsejó «que trabajen muy duro y que sean ellos mismos; que cuando salgan al escenario disfruten, porque si ellos y ellas lo hacen, también lo hará el público; aunque ganar está bien, es mayor la recompensa de la experiencia y todo lo que se puede aprender en el Premi Roseta Mauri».