‘Castaweeen’, lo mejor de las dos celebraciones

La Castañada, con los panellets y las castañas, y Halloween, con los disfraces y el ‘truco o trato’, conviven el 31 de octubre y el 1 de noviembre

¡Qué empiece el Castaween! Tradición y novedad, Castañada y Halloween. Pero, ¿y si lo que parece tradicional no lo es tanto y lo que no lo parece sí que lo es?, ¿Y si mezclamos las dos fiestas en una? ¡Manos a la obra! ¡Que empiece la Halloweenyada! ¡No, no, mejor todavía! ¡Que empiece el Castaween!

Los hermanos Manel y Gal·la son los protagonistas del libro ilustrado Castaween (Molino). Su autor Dani Gómez alienta a las futuras generaciones a mantener vivas las tradiciones, a la vez que los más pequeños se sienten atraídos por la terrorífica magia y los escalofríos de la festividad de Halloween. De esta manera, tradición y modernidad conviven la noche del 31 de octubre y el 1 de noviembre, alrededor de la Castañada, Halloween y el Día de Todos los Santos.

Panellets, castañas y vino dulce

Hay que retroceder tres siglos en el tiempo para hallar el origen de la Castañada. Entonces, el 31 de octubre los campaneros de las iglesias se esmeraban a conciencia en hacer sonar las campanas para avisar a la población de que había llegado el momento de rezar por los difuntos. Para resistir el esfuerzo y las horas de vigilia, además de combatir el frío, los campaneros comían castañas acompañadas de vino dulce. Una costumbre que, poco a poco, fue extendiéndose y que trajo consigo la aparición de las castañeras.

En cambio, se presume que los panellets nacieron como ofrenda que se depositaba en las tumbas de los difuntos, para que el dulce, a base de mazapán (almendra y azúcar) ‘endulzara’ el viaje hacia el más allá.

Con todos estos ingredientes, en la actualidad la Castañada se ha convertido en una celebración lúdica y familiar, y en la que se reparten, a partes iguales, el protagonismo los panellets, las castañas y los boniatos asados.

Esqueletos y calabazas

Disfraces y una decoración inspirada en esqueletos, telarañas, brujas y calabazas «desembarcaron en España hace unos quince años, no más», según Ana Isabel Jiménez Zarco, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), refiriéndose a la celebración de Halloween. La misma recuerda que «antes de este momento la única tradición relacionada con los difuntos en el territorio español era la de Todos los Santos, el 1 de noviembre. Hasta entonces, las celebraciones autóctonas eran la Castañada, arraigada en Catalunya, y otras similares como la amagüestu, que se festeja en Asturias a base de sidra dulce y castañas asadas; la ancestral magosta, en Cantabria; el gaztainerre, en el País Vasco, o el magosto, en Galicia».

Ritual celta

A diferencia de lo que se cree, el origen de Halloween se halla en el ritual celta de Samhain, en el cual se celebraba el término de una estación y la llegada de los muertos. Los antiguos celtas creían que esa noche el mundo de los vivos y el de los muertos estaban más cerca que nunca y se abría la puerta que permitía que los espíritus pudieran regresar. En esta noche tan especial se honraba a los difuntos de la familia y se les invitaba a volver al hogar.

Después, en el siglo XIX la tradición fue llevada por los emigrantes irlandeses a Estados Unidos (coincidiendo con la Gran Hambruna irlandesa, en 1845), adaptándose y convirtiéndose en uno de los días festivos más importantes. Hoy en día, el popular trick or treat (truco o trato) se ha convertido en una cita ineludible. Terroríficamente disfrazados, los niños y las niñas salen a la calle en busca de dulces, sobre todo caramelos y chocolates, con formas y sabores sorprendentes y terroríficos.

Lo mejor de las dos festividades

De esta manera, de un tiempo hacia aquí la Castañada y Halloween se mezclan para incorporar a la fiesta tradicional lo más destacado de la festividad anglosajona, y endulzar la vigilia de Todos los Santos con lo mejor de las dos celebraciones.