«Si hubiera caído el árbol encima de la vía del Tomahawk, habría descarrilado»
El ingeniero industrial Vicenç Veses, antiguo director de mantenimiento de PortAventura, analiza el accidente que se produjo este domingo
«Una atracción es una máquina compleja y tiene mucho trabajo de ingeniería detrás. Desde el diseño y la construcción, a la certificación, la puesta en marcha y un programa de mantenimiento muy riguroso». Son palabras de Vicenç Veses, ingeniero industrial que participó en el diseño de PortAventura desde sus inicios, trabajó 17 años en el resort de Vila-seca y Salou y durante una temporada ocupó la dirección de mantenimiento.
Una de las preguntas que se hizo mucha gente después del accidente en Tomahawk del pasado domingo, que se saldó con 14 heridos, dos de ellos críticos, fue por qué no se frenó la atracción antes de la colisión. «El tren funciona por inercia. Una vez sube el ascensor, no tiene frenos hasta llegar a la estación», detalla el ingeniero, que especifica que otras montañas rusas que circulan con más de un tren sí que cuentan con zonas de frenada para poder parar uno de los convoyes si se produce una incidencia durante el recorrido.
El día del accidente, la mayoría de atracciones grandes estaban cerradas por el viento. Según el antiguo jefe de mantenimiento, eso sucede solamente en las atracciones más altas, que son más sensibles y se desconectan cuando se registran rachas superiores a 50 km/h. Para ello, PortAventura dispone de una estación meteorológica propia que informa en todo momento de la velocidad del viento.
«Las más pequeñas, como Tomahawk, que además está resguardada dentro de la Stampida y poco expuesta al viento, no tienen problemas para circular», sostiene. Asimismo, afirma, que «no se duda a la hora de cerrar atracciones. Hay un protocolo y es una decisión de los operadores. No tienen que preguntar a ningún director, solamente informar».
Acerca del mantenimiento de las atracciones, Veses cuenta que «una parte muy importante es la operación diaria. Desde la más pequeña a la más grande, todas las atracciones se revisan una vez cierra el parque».
«En días de viento –explica–, los trenes se cargan con garrafas de agua grandes que simulan el peso de los pasajeros para asegurar que la atracción puede circular y llegar hasta el final». En este sentido, el experto afirma que «el viento no es un problema grave para las atracciones. Lo único que puede provocar es que, en caso de que sople en contra, reste inercia al vagón y no llegue al final. Para evitar eso, especialmente en días de viento, se hacen pruebas y seguro que ese día se hicieron».
Una vez ha acabado el trabajo del personal de mantenimiento, la atracción pasa a manos del departamento de operaciones, que cada día hace otras comprobaciones menores, como el funcionamiento de los cinturones, las protecciones o los asientos. Además, todas las mañanas se comprueba el recorrido de cada atracción con un lanzamiento de prueba antes de que empiecen a subir pasajeros. Es por ello que Veses cree que «desde que se lanzó el tren de prueba hasta que se lanzó el primer tren con pasajeros, fue cuando se desplomó el árbol», un intervalo que, dice, «dura como máximo media hora».
Sobre el suceso del domingo, el ingeniero cuenta que «lo que se produjo fue un desplome del árbol, que se quedó apoyado sobre la propia estructura de la atracción, que es fuerte. Eso hizo que alguna rama chocara contra los pasajeros más altos. Si hubiera caído el árbol encima de la vía, habría habido un descarrilamiento».
Por otra parte, el ingeniero industrial, que participó en el diseño de esta atracción, reconoce que no es habitual que haya árboles junto a montañas rusas, pero que en este punto del parque «en su día se pusieron para tematizar la zona como el Oeste y como barrera visual». Ahora, admite, «habría que revisar todos los árboles o plantar otros más bajos o arbustos».