Francesc Morell, ingenio emergente en los fogones
El joven cambrilense empezó a los 16 años en el restaurant Casa Gallau de Cambrils. Se formó en locales de postin como el Celler de Can Roca y en el Lú, Cocina y Alma de Jerez. En menos de un año ha logrado alcanzar una estrella Michelín para el restaurant Aleia, inmerso en el hotel Casa Fuster de Barcelona.
En la cocina de casa de los Morell-Bono, la presencia del pequeño Francesc, sobre todo en época de manjar tradicional como los panellets o el menjar blanc, se transformó en algo habitual. Solía aprender de las manos de su madre, Joana, hasta que un día logró completar su primer plato. Fue como una especie de aprendizaje por avanzado antes de una formación necesaria e imprescindible para cualquier aspirante a chef de calidad.
En todo caso, Francesc Morell Bono (27 años, Cambrils) ya enseñaba ciertas dotes para la cocina. Entre esa habilidad y su poca dedicación a los estudios, decidió acudir a la Escola d’Hoteleria i Turisme de Cambrils.
«Antes necesité hacer un curso puente que era obligatorio para los que no queríamos estudiar. En la Escola d’Hoteleria completé los tres años de grado medio», refleja el protagonista, que ya reside en Barcelona totalmente integrado a su labor y las peculiaridades de la ciudad.
Con apenas 16 años, el cocinero halló en su Cambrils natal un espacio ideal para empezar a empaparse de la realidad del oficio. Aprendió primero en Casa Gallau y luego pasó unos meses en el Miramar, dos establecimientos tradicionales de la villa marinera. Eso sí, precisó emigrar para encontrar un aprendizaje de alto standing. Se pasó siete meses en el Celler de Can Roca y otros cuatro en Jerez, en el Lú, cocina y alma. Los dos restaurantes relacionados con la prestigiosa Estrella Michelín.
«En el Celler cultivé el gran trato que había con la gente y que la organización resulta imprescindible para tener éxito. Además trabajé con producto de la más alta calidad. En Jerez, descubrí el secreto de la cocina francesa», admite.
Francesc se ha educado bajo el prisma de una cocina mediterránea basada en el producto de proximidad. Ahí se hallan sus raíces profesionales. «En cuanto a los productos asiáticos, por ejemplo, los utilizas para dar algún toque de distinción», señala.
El emigrar para vivir experiencias alejado de la zona de confort se hace fundamental para cualquier chef que desee obtener cierto recorrido. «A mí me ha servido de muchísimo, en la escuela te pueden dar una buena base, pero, en realidad, valoras las patatas en el campo de batalla».
El primer éxito
El Restaurant Aleia, inmerso en el hotel Casa Fuster de Barcelona, confió en las habilidades del cambrilense como segundo de cocina de Rafa de Bedoya. Lo hizo con reto por delante, alcanzar la primera Estrella Michelín en un espacio corto de tiempo. El cometido generaba cierta presión y se formó un equipo bien avenido para que la dedicación resultara hasta milimétrica.
En menos de un año de apertura, la deseada distinción llegó al recinto, un éxito extraordinario que habla a las mil maravillas del trabajo de Morell. «Es como alcanzar la perfección, la satisfacción es enorme. Desde que abrimos buscábamos esa Estrella, pero ni mucho menos nos la esperábamos», rememora.
La dedicación de los empleados para recibir el premio se arropó casi en la exclusividad. «Estamos en un mundo muy competitivo. Por un lado, el trabajo en equipo es fundamental, pero por otro existe el egoísmo de cada trabajador», añade el protagonista.
Sumar una Estrella Michelín al currículum, sobre todo para un talento emergente como él, se convierte en un acicate perfecto para el mercado. Abre puertas. Morell, con un futuro extraordinario por delante, puede hacer camino a partir de ese primer éxito. «En el Aleia formamos un equipo humano muy bueno. De hecho todavía quedamos para tomar algo cada semana».
Entre las ambiciones de futuro existen deseos laborales lógicos en cualquier profesional joven que lucha por hacerse un camino en su sector. Crear un restaurante de marca propia forma parte de esas intenciones de Francesc, aunque hay matices y situaciones personales a analizar en cada situación. «Claro que me gustaría tener un establecimiento de gastronomía propio, pero depende de muchas vircunstancias. Quizás encuentro un lugar dónde me compensa mucho quedarme porque el equipo es fantástico y me siento valorado. Creo que debo pensarlo todo a su debido momento y tampoco precipitarme», aclara el chef.
Un momento mágico
Seguramente, uno de los momentos más importantes en lo que va de trayectoria de Francesc se relaciona con el día en que al Aleia le otorgaron la Estrella Michelin. Su padre, Siscu, y su madre, Joana, lo vivieron junto a él en el mismo restaurante barcelonés.
La energía y el entusiasmo casi juvenil que desprende el protagonista invitan a pensar en un presente esplendoroso. No sólo por su ingenio en los fogones, también por la pasión que le dedica a su profesión.