Las cárceles de Ponent y Lledoners retiran a condenados por homicidio de las cocinas
El equipo directivo de Lleida reconoce que el cambio ha sido motivado por el asesinato de la cocinera de la prisión de Tarragona
El equipo directivo del centro penitenciario de Ponent, en Lleida, ha retirado de la cocina a los presos condenados por crímenes, a raíz del asesinato de una cocinera de la prisión de Mas d'Enric, en El Catllar (Tarragona), a manos de un recluso que después se suicidó.
En concreto, cinco presos han sido trasladados de la cocina de la cárcel de Ponent, donde llevaban a cabo su formación y rehabilitación hasta ahora, a otros talleres del centro, según han informado este martes a EFE fuentes del departamento de Justicia.
Se trata, en todo caso, de cambios que ha tomado por iniciativa propia la dirección de la prisión de Ponent, y que no obedecen a ninguna directriz emitida por el departamento de Justicia.
En la prisión de Lledoners, en Sant Joan de Villatorrada (Barcelona), cambiarán su lugar de formación tres reos, que también dejarán la cocina, pero en este último caso por cuestiones ajenas a la seguridad o relacionadas con el asesinato de la trabajadora de Mas d'Enric.
En el caso de Lledoners, precisa Justicia, se trata de «cambios naturales». Fuentes del departamento de Justicia recalcan que en el contexto actual la «prioridad» es «reforzar la seguridad» y la «percepción de seguridad», tanto de la población reclusa como de los propios trabajadores.
Por ello, si algún director o la Junta de Tratamiento de un centro penitenciario consideran que «preventivamente es necesario» trasladar de la cocina a otros talleres a internos condenados por asesinato, homicidio u otros delitos violentos no hay «problema» en esta decisión.
De hecho, estos cambios van en la línea de lo anunciado la semana pasada por la consellera de Justicia, Gemma Ubasart, de que se revisaría la actual circular en materia de seguridad en las prisiones catalanas en cuanto a los factores que se tienen en cuenta para que los reclusos puedan trabajar en la cocina de la cárcel, introduciendo nuevos criterios.
Los presos condenados por crímenes -ya sea asesinato u homicidio- no tienen vetado su acceso a trabajar en las cocinas, ya que se tienen en cuenta otros criterios como evolución, conducta y comportamiento del interno, como sucedió con el reo de Mas d'Enric, que cumplía una condena de once años de prisión por matar a una mujer prostituida, pero que trabajaba en la cocina dado que su evolución era «favorable» y presentaba un «bajo riesgo de reincidencia».