Alimentación infantil: respetar el apetito
Si el niño no quiere probar algún alimento no debemos claudicar. Él decide qué y qué cantidad comerá de todo aquello que los padres ofrecemos
Hoy no se ha terminado el pollo. Detesta comer verdura. Nunca ha probado la fruta. Nos atormenta la alimentación de nuestros hijos porque queremos procurarles una salud de hierro. Recibimos decenas de inputs de cómo hacerlo, qué alimentos son mejores, las cantidades, etc. Pero la teoría está en un limbo que se aleja de la terrenal realidad.
La autocrítica es uno de los puntos de partida. «¿Cómo se alimentan los padres?, ¿Comen frutas y verduras? ¿Comen legumbres, pasta y pan integral, frutos secos? ¿Comen preferentemente carnes blancas y pescado en lugar de carnes rojas? Si alguna de esas respuestas es un no, ahí tenéis la respuesta. Los hábitos de alimentación de los niños son el reflejo de cómo se alimentan los padres», asegura la dietista-nutricionista Nancy Babio, profesora y coordinadora del Grado en Nutrición Humana y Dietética de la URV y también presidenta del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Catalunya, entre otros cargos.
‘No se acaba el plato’
Nos invade la preocupación cuando nuestros hijos se dejan parte de la comida. Nuestra ‘reacción natural’, en muchas ocasiones, es obligarles a terminárselo todo. Es un error. «No tenemos que obligar a comer. La sensación de hambre de los niños mayores de 1 año es errática e impredecible. Tenemos que crear un ambiente agradable. Evitar que la comida esté condicionada al castigo, sino acaba el plato. Paciencia, constancia. El niño decide qué y qué cantidad comerá de todo aquello que los adultos ofrecemos y compramos», asegura la dietista-nutricionista de Reus Rosa Baró.
La presidenta del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Catalunya asegura que no existe una etapa que sea más complicada que otra de los 0 a los 3 años. «Sí suele ser una época de mayor preocupación de los padres la edad comprendida entre los 18 meses y los 3 años, porque los niños tienen fobia a probar nuevos alimentos (neofobia)», afirma. No debemos dar por perdida la batalla. «Si el niño no quiere probar determinado alimento, no se debe claudicar, se debe volver a insistir en otro momento, con otro tipo de preparación, disfrazado con otros alimentos, o sobre todo darlo con otro alimento que sí acepta», asegura Nancy Babio.
La restricción conduce al abuso
Nuestro estilo de vida ha cambiado y ha ‘alterado’ los hábitos de alimentación infantiles. En el súper encontramos infinidad de productos diseñados para niños. «Los niños no son extraterrestres son personas que necesitan alimentos, no productos», asegura Rosa Baró.
El resultado es que cada vez hay más niños con problemas de obesidad. A nivel mundial, según Baró, «ha aumentado la ingesta de alimentos abundantes en grasas y azúcares y ha disminuido la actividad física».
Pero no vale echar balones fuera. Cada uno de nosotros también somos culpables. «Tendemos a no respetar la apetencia de los niños y restringir el acceso a determinados alimentos o insistir en que coman otros. Hechos que conducen a la sobrealimentación de alimentos más palatables y/o la creación de aversiones a ciertos alimentos menos sabrosos, como las verduras», asegura Rosa Baró. «La restricción conduce al abuso, aumenta el deseo de consumirlo. Mi consejo es que, si queremos tratar que el niño no consuma un alimento poco saludable, lo mejor es tener pocos o ninguno en casa», afirma Nancy Babio.
Comer en familia
Los hábitos se aprenden desde pequeño y en familia. Si nosotros no comemos fruta o pescado no podemos esperar que nuestros hijos lo hagan. «Los padres somos modelos directos en el proceso de aprendizaje. Es importante ilustrarlos con el ejemplo y transmitir costumbres que fortalezcan la salud futura de nuestros hijos», destaca Rosa Baró.
Las imposiciones y los nervios son dos de nuestros peores enemigos . «Cuando ofrecemos nuevos alimentos tenemos que hacerlo de una forma distendida. Sin gritos ni amenazas», asegura la dietista-nutricionista. «Debemos evitar dar de comer siempre a la carta o ceder a los caprichos culinarios», añade.
Con tiempo. Debemos evitar compensar nuestra ausencia con aquellos alimentos que más les gustan. «Mejor regalar ‘calidad’ de tiempo en común, expresando seguridad, valoración y afecto en todo momento», asegura la experta.
Planificar
La compra semanal es uno de los grandes retos para las familias. Nancy Babio nos aconseja que a la hora de llenar el carro de la compra «compremos alimentos frescos o con un mínimo procesamiento: frutas, verduras, pescado, legumbres, aceite de oliva, carnes blancas, pan, pasta, arroz integral, leche, yogur, frutos secos y evitar los procesados (preparaciones listas para consumir, embutidos, bollería, snacks, etc.) así como comprar agua en lugar de zumos, refrescos o cualquier otro batido o bebidas azucaradas».
Una buena planificación es nuestro antídoto contra la falta de tiempo. Nos ayudará a comprar según las necesidades y las posibilidades de nuestra familia y llenar la nevera de alimentos saludables. « La planificación evitará caprichos de última hora y nos ayudará a ganar tiempo en la cocina», afirma la dietista-nutricionista Rosa Baró.