Las obras del Coll de Lilla ven la luz al final del túnel
La puesta en servicio se prevé para finales de octubre, aunque todavía no hay fecha. El tejido empresarial propone un enlace desde Masmolets a la AP-2 para las mercancías peligrosas
Ahora sí, las obras de la A-27 en el tramo del Coll de Lilla han llegado a la recta final, por lo que la entrada en servicio de la anhelada conexión se prevé para las próximas semanas. De momento no hay una fecha marcada en el calendario. Varias fuentes apuntan que podría producirse a finales del próximo mes de octubre, aunque la decisión final estaría condicionada por la situación política en Madrid, y si finalmente hay nuevas elecciones.
Sobre el terreno puede comprobarse como ya se ha reducido notablemente la presencia de efectivos y como los que quedan se dedican principalmente a hacer los últimos retoques. Los trabajos de pintura han finalizado y se ha instalado la nueva señalización vertical y las pantallas acústicas para amortiguar el ruido en la zona de Lilla. Incluso ya funcionan las pantallas que hay en ambas entradas del túnel y se han plantado los árboles y la vegetación en los taludes. La parte que se está ultimando son las pruebas de luz, digitalización y seguridad tanto en el centro de control como en el interior del túnel.
En paralelo, los trabajos se centran principalmente en ultimar la boca de Montblanc y acabar de arreglar la zona donde por el momento culminará la obra, a la espera de que más adelante se inicie el enlace hasta el acceso a la AP-2.
En esta parte ya están en servicio las dos nuevas rotondas que enlazan con la N-240. «Aquello es muy peligroso, cada dos por tres hay accidentes porque la carretera hace como una montaña rusa y con el cuello de botella que se generará los vecinos de Lilla vamos a sufrir», decía Pau Andreu. El estado del quitamiedos, en gran parte abollado da fe del peligro que representa. También para los camiones, ya que hay un cambio de rasante antes de entrar a la glorieta en el que algunos vehículos, si van muy cargados, incluso rascan en el suelo.
Todas estas cuestiones son las que se están abordando en estas últimas semanas. También el paso de las mercancías peligrosas, teniendo en cuenta que, como ya se había anunciado, estas no podrán pasar por el interior del túnel. Por el momento, la ruta alternativa que se ha planteado es que todos estos camiones deberán pasar por el antiguo trazado, cuando este quede desafectado del gran volumen de tráfico que lo utiliza.
Esto preocupa a los transportistas, que ven las acentuadas curvas como un elemento de inseguridad que debería evitarse para minimizar riesgos. Por este motivo, ayer se celebró una reunión en la subdelegación del Gobierno en el que se abordó esta cuestión. Además del representante del Gobierno estatal en funciones, Santiago Castellà, estaba la Federació Empresarial d’Empreses d’Autotransport de Tarragona (Feat), el Port de Tarragona, la Cambra de Comerç y la Associació d’Empreses Químiques de Tarragona (Aeqt).
Según ha podido saber este rotativo, los representantes del principal tejido económico llegaron con una propuesta debajo al brazo para que pueda ser estudiada. Esta hace referencia a la construcción de un nuevo vial desde la zona de Masmolets hacia la parte oeste del polígono industrial de Valls. A partir de ahí, la idea es que pueda continuar hacia El Pla de Santa Maria, enlazando con la entrada de la AP-2.
A falta de los estudios que acabarían de definir el trazado –la idea es que este pase alejado de los núcleos de población– estaríamos hablando de una carretera de unos 8 kilómetros. Y, más allá de ofrecer una alternativa para las mercancías peligrosas, se ve como una oportunidad para absorber el elevado tráfico de vehículos pesados del polígono industrial de Valls, que está en fase de expansión.
Para el sector del transporte esta es una alternativa que busca «maximizar» la seguridad, reduciendo los costes para las empresas. Y es que, de lo contrario, los camioneros de mercancías peligrosas que quieran evitarse el Coll de Lilla deberán seguir haciendo la vuelta desde Tarragona hasta El Vendrell, por la AP-7, para coger la AP-2 hacia Lleida. Esto representa un total de 44 kilómetros adicionales que estos profesionales esperaban poder ahorrarse con la nueva autovía. Pese a ello, la normativa de seguridad del túnel lo impide.
Las obras de construcción del túnel del Coll de Lilla se iniciaron en marzo de 2019, después que estas habían quedado paralizadas cuando ya se habían iniciado los primeros movimientos de tierras. De hecho, este es un proyecto cuyo estudio informativo se aprobó en el año 2002 y que se quedó en un cajón en el año 2008, por culpa de la crisis económica.
Las características del terreno obligaron a hacer una revisión de la intervención prevista, que finalmente ha acabado alcanzando prácticamente los 150 millones de euros. De hecho, hace unos días el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) sacó la licitación de un contrato, por valor de seis millones de euros, para obras complementarias en este tramo. En su conjunto tiene una longitud de 5,1 kilómetros, de los cuales 1,5 corresponden al túnel. Asimismo, se han tenido que construir dos viaductos.