El innegable éxito del negocio de las plataformas digitales de alojamiento de viviendas turísticas como Airbnb que conectan en línea al propietario de un piso con un turista que quiere alquilarlo por un corto periodo de tiempo, puede traer consigo consecuencias negativas para los vecinos, puesto que la dinámica social y vecinal puede verse afectada por el constante flujo de turistas en pisos ubicados en edificios tradicionalmente residenciales.
Si una vivienda turística alquilada por medio de Airbnb se encuentra en un área del centro de la ciudad y cuenta con una alta calificación por los usuarios de la plataforma, puede ser reservada de manera ininterrumpida por diferentes turistas todo el año, lo cual puede distorsionar o perturbar la tranquilidad de los vecinos de manera desproporcionada. Si esto ocurre, algunas medidas pueden ser tomadas para restablecer la normalidad al edificio en el que se encuentra la vivienda turística.
En Estados Unidos por ejemplo, Airbnb prohibió las party houses o casas de fiesta, en donde cada noche decenas de personas se reunían para festejar en un alojamiento reservado por medio de la plataforma, generándose ruido excesivo y disturbios en zonas residenciales, por tratarse de una multitud de personas en una celebración sin medidas de contención.
Para solventar los problemas derivados del uso continuado e indebido de una vivienda turística, los vecinos tienen la opción de contactar con las autoridades locales, especialmente en temas como la seguridad, fiestas y el exceso de ruido, pero en temas más sutiles como el correcto uso de zonas comunes y de los aparcamientos, una queja o denuncia de esta naturaleza puede no ser efectiva. También pueden intentar comunicarse de manera directa con el propietario, pero el contacto puede verse afectado si este no reside en el inmueble y puede no atender a la queja en los términos exigidos por el vecino perjudicado. Así las cosas, estos problemas pueden no tener solución de continuidad.
Para resolver todos estos inconvenientes, la plataforma Airbnb, que en principio no interviene de manera directa en el contrato de arrendamiento, ha puesto a disposición de los vecinos de las viviendas alquiladas a través de esta plataforma, un espacio en su página web, en el que el vecino que previamente ha buscado el anuncio del piso en cuestión, o que conoce que se encuentra alquilado a través de Airbnb, puede seguir un proceso en el que la plataforma, de manera gratuita, actúa como intermediario entre él y el propietario para encontrar una solución y que tal circunstancia no se repita.
Este proceso permite que personas ajenas tanto al contrato de intermediación como al de arrendamiento, como los vecinos perjudicados por quienes se alojan en la vivienda turística, puedan comunicarse vía telefónica con la plataforma si el problema es de urgente resolución o presentar una queja por escrito si se trata de un problema que no requiere asistencia inmediata. El cumplimiento de los compromisos pactados es supervisado por el equipo de Airbnb, por tanto, es indudable que esta plataforma, quiere proyectar una imagen de accesibilidad para todos los actores involucrados o afectados de alguna manera por el alojamiento turístico, con el fin de mantener su nivel reputacional intacto aunque la dinámica vecinal en ciudades con exceso de alojamientos turísticos se encuentra cuando menos alterada por las cuantiosas reservas de vivienda turística en zonas residenciales realizadas a través de la plataforma.
Silvana Canales Gutiérrez, investigadora predoctoral de la Cátedra UNESCO de vivienda de la URV.