Además de la búsqueda tecnológica de procesos alimentados con energía limpia, el segundo gran reto supone producir a partir de materias primas más sostenibles. En esa ecuación resulta esencial el impulso a los combustibles renovables, e-fueles y biogases como combustibles alternativos y complementarios de uso inmediato. Además, se requiere apuesta firme por el reciclaje y la circularidad en todas sus vertientes, también el reciclaje químico, y por los denominados procesos CCUS (Carbon Capture, Use and Storage), de captura y almacenamiento de CO2 para su posterior uso como fuente de hidrógeno bajo en carbono.
Antes de llegar a la neutralidad climática en 2050, Dow Chemical prevé recoger, reutilizar o reciclar un millón de toneladas métricas de plástico para el 2030 y conseguir que todos los productos destinados a aplicaciones de envase y embalaje sean reutilizables o reciclables para el 2035. «Seguimos trabajando -describe Pitu Boronat- con intensidad en la circularidad de los plásticos, con nuestros equipos de innovación centrados en materiales 100% reciclables y en los distintos usos de la basura plástica, por poner un ejemplo reciente, para asfaltos; en Pack Studios La Canonja trabajan 120 personas en uno de los tres centros mundiales de Dow dedicados a la investigación de plásticos especiales... la idea es aportar el máximo valor a los residuos plásticos».
Repsol ya fabrica en la actualidad biocombustibles avanzados, -por ejemplo para aviación o barcos-, que son aquellos derivados de fuentes renovables que, cuando se queman, liberan CO2 pero que sus emisiones se consideran netas porque se equilibran con el CO2 absorbido por las fuentes de energía renovables (balance de huella cero entre captura y emisión de CO2), origen de los biocombustibles. «Nos planteamos también la fabricación de combustibles sintéticos, que son aquellos que se producen a partir del hidrógeno renovable obtenido a partir de un proceso de electrolisis y del CO2», avanza el director del complejo industrial de Tarragona, Javier Sancho.
En las próximas décadas, Tarragona evolucionará hacia un hub multienergético, «en el que las unidades de producción se habrán transformado para poder incorporar biocomponentes de fuentes ‘limpias’ diversas: aceites de origen vegetal, residuos urbanos, biomasa, plásticos reciclados... Los productos tendrán la misma utilidad que los que producimos ahora, pero con un ADN absolutamente distinto», explica Montse Vallverdú, quien lidera los procesos de descarbonización en el site de Tarragona.
Uno de los proyectos estrella en esta línea de futuro es la construcción de la llamada ‘ecoplanta’ (con Enerkem y Suez como socios), el primero de los siete proyectos europeos elegidos por el Fondo de Innovación de la Comisión Europea para financiar iniciativas de gran escala. Permitirá convertir unas 390.000 toneladas anuales de residuos urbanos en materiales plásticos y combustibles avanzados, y producirá alrededor de 220.000 toneladas de metanol, contribuyendo a evitar la emisión de unas 200.000 toneladas de CO2 cada año y reduciendo los residuos que de otro modo acabarían en el vertedero. La cifra definitiva de inversión se concretará a finales de año.
Al igual que Dow y Repsol, las otras 32 compañías con presencia en el polo petroquímico de Tarragona se alinean con el impulso de la circularidad, el reciclaje y el uso más eficiente de los recursos como herramientas clave para disminuir el impacto medioambiental.