La cadena Party Fiesta, dedicada a la venta de disfraces y artículos para celebraciones, ha presentado concurso de acreedores y ha solicitado al juez la liquidación del negocio, lo que conllevará el despido de 140 personas y el cierre de las 33 tiendas.
Así lo adelanta este jueves el diario La Vanguardia, que asegura que la insolvencia de la compañía llega solo 8 meses después de que Party Fiesta superara su primer concurso de acreedores.
En ese entonces, el juez consideró que había posibilidades de salvaguardar la actividad y autorizó la venta de la unidad productiva a Nipte 5000, una sociedad controlada por varios inversores, como Laura Rosell, Joan Enric Juncà, Jorge Cebey o Pedro Leg.
«La fuerte competencia y la necesidad de invertir más recursos para sacar adelante el negocio han llevado a los propietarios a solicitar el concurso», ha asegurado a este diario el administrador concursal Francesc Poch, de Advecon.
Los nuevos propietarios querían reflotar Party Fiesta invirtiendo 1,4 millones y fomentando las ventas por internet.
Sin embargo, estos últimos meses los dueños han visto que la sociedad necesitaba más pulmón financiero del que habían previsto y, finalmente, han decidido tirar la toalla.
En cuanto a los 140 trabajadores, las negociaciones sobre el ERE para el 100% de la plantilla no han llegado a buen puerto y el período de consultas ha finalizado sin acuerdo.
Con este proceso concursal, Party Fiesta pone fin a sus 30 años de vida.
Fue en 1994 cuando Miguel Hernández abrió la primera tienda en el centro comercial L’Illa. Desde entonces, llevó el negocio por toda España y el extranjero, y la cadena llegó a tener más de 100 tiendas, 400 trabajadores y presencia en Francia, Alemania, el Reino Unido o Marruecos.
La crisis de la pandemia y la competencia de tiendas de bajo costo tumbaron el negocio y en julio de 2023 fue declarado el primer concurso con un pasivo de 18 millones.
