El Black Friday abrió ayer un fin de semana que se completará el lunes con el Cyber Monday y que inaugura la temporada de compras navideñas. Se trata de una época de descuentos que, sin embargo, en esta ocasión serán más moderados, debido al aumento de precios derivado del encarecimiento de los costes de producción y suministros que padece el comercio. «Las previsiones no son buenas», dicen algunos de los comerciantes consultados por el Diari. Uno de ellos, que prefiere no citar su nombre ni el de su establecimiento «porque si anuncio que no haré rebajas ni siquiera se acercará nadie», admite que «no puedo ofrecer grandes descuentos a mis clientes. Pagar la luz ha eliminado los beneficios y casi trabajo a pérdidas. No, ya quisiera hacer descuentos, pero este año no puedo».
En esta línea, la directora de PimeComerç, Pilar Mínguez, asevera que este año «el comercio no está preparado» para afrontar un Black Friday con descuentos y promociones agresivas, y hace hincapié en que el sector no tiene márgenes para ello.
Corrobora esta apreciación el director general de Comercio de la Generalitat, Jordi Torrades, que asegura que la de este año será una campaña «marcada por la contención», tanto por parte de los comercios a la hora de marcar los descuentos como por parte de los clientes a la hora de comprar. «Las familias tienen puesto el freno a la hora de comprar porque tienen menos renta disponible», añade Torrades, que afirma que los crecimientos del 10% de las ventas anuales que han experimentado los últimos Black Friday no se darán esta vez.
En efecto, entre los consumidores no se aprecia este año la alegría de otras ocasiones. Sara, una madre de dos niños que bucea en la sección de ropa infantil de un gran almacén, confiesa que «solo compraré si consigo algo que mis hijos necesiten de verdad y sea una ganga. Si no lo encuentro, me iré de vacío. No estamos como para gastar en caprichos».
En efecto, los expertos aseguran que «la gente comprará menos y lo hará de forma más estratégica, menos impulsiva», e inciden en que las compras se harán de manera planificada, generando un consumo moderado.
Peor para los pequeños
Pero, como suele suceder con todo en esta vida, tampoco aquí llueve igual para todos. El sector coincide en que los comercios pequeños tienen una dificultad añadida en campañas de rebajas como el Black Friday por la «presión» que ejercen sobre ellos los grandes grupos comerciales con descuentos y promociones elevados. Y es que el pequeño comercio no tiene la capacidad de hacer los descuentos que ofrecen las marcas grandes, aunque se ven obligados, para no perder competitividad, a hacer rebajas para cumplir con las expectativas de los clientes.
Las empresas pequeñas «se han comido los márgenes de beneficio con la subida del precio de la energía y los gastos generales», por lo que no les queda un horizonte de beneficio amplio que les permita bajar considerablemente los precios de sus productos y seguir obteniendo ganancias en estas rebajas de noviembre, dicen desde PimeComerç.
El presidente de Comertia, David Sánchez, coincide en que no habrá tanto descuento como en otros años, pero mantiene una visión más optimista para este Black Friday: «Los comercios, independientemente de su tamaño, deberán adaptarse a la demanda de los consumidores, que necesitan estímulos para comprar». Y aunque cree que la campaña supondrá un esfuerzo que «perjudicará a los márgenes», especialmente en los comercios pequeños, apunta que todos tienen la obligación de ser competitivos y motivar e incentivar la compra para satisfacer la demanda.
De hecho, según el ‘Indicador Retail Comertia octubre 2022 vs octubre 2021’, el 58% de las empresas asociadas «se muestra optimista con la previsión de las ventas de la campaña del Black Friday», aunque indica también que el incremento de precios derivado de la inflación ha repercutido en el volumen de ventas de octubre, respecto el mismo mes del año anterior.
Oportunidad para el textil
Son muchos los comercios dedicados a la venta de ropa que confían en este fin de semana para ampliar sus ventas, muy menguadas por las altas temperaturas que hemos tenido este otoño. De hecho, Torrades anticipa que los sectores que más venderán serán la moda y la tecnología.
También resulta curioso que, después de su repunte tras la pandemia, la compra online se ha estabilizado y sube la presencial. «La experiencia de compra presencial se está consolidando e incrementando» ante un cliente que quiere conocer de primera mano el producto y la marca.
Sea como fuere, lo cierto es que estos días ya se nota más movimiento por las zonas comerciales de Tarragona, con consumidores ávidos de cazar ofertas y comerciantes que confían en unas buenas ventas.