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Vuelven las cuentas remuneradas

El sector financiero está descontando ya unos tipos de interés al 2% a finales de año

18 septiembre 2022 12:36 | Actualizado a 18 septiembre 2022 12:36
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Vuelven las cuentas y los depósitos remunerados. Tras más de una década desaparecidos, estos productos asoman tímidamente ahora en algunas entidades financieras, a remolque de las recientes subidas de tipos de interés impulsadas por el Banco Central Europeo (BCE), pero también de la perspectiva de que no sean las últimas subidas de tipos de aquí a final de año.

Con un tipo de interés oficial en la zona euro que se había mantenido invariable en el 0% desde marzo de 2016, pero que ya estaba en mínimos históricos desde mucho antes (en julio de 2012 había caído hasta el 0,75%, para pasar en 2013 al 0,25% y, desde noviembre de 2014, a un simbólico 0,05%), la subida de 50 puntos básicos el pasado mes de julio, a la que se suman otros 75 puntos este mes de septiembre, hasta situar el tipo de interés fijado por el BCE en el 1,25%, nos devuelve a noviembre de 2011, la última fecha en que se vieron esas cifras.

Una inflación que el pasado mes de agosto alcanzó en la zona euro una cifra récord del 9,1% en promedio, dos décimas más que en julio, según datos de la agencia oficial Eurostat, está en la base de estas subidas recientes, con una inflación subyacente (que excluye alimentos y energía y, por tanto, es considerada como la más persistente) también en cifras récord del 4,3% en agosto, tres décimas más que en julio.

Lejos de revertir su escalada, las perspectivas de inflación desbocada se mantienen, y anticipan nuevas subidas de tipos en octubre por parte del BCE, cuya primera misión es, precisamente, controlar la escalada de precios para mantenerlos en torno a un ideal 2%, ampliamente superado hoy. El crecimiento económico, aunque esencial también, queda para el regulador bancario, sin embargo, en segundo lugar.

Con estas perspectivas, el mercado viene anticipando desde hace tiempo un escenario de subida de tipos, tal y como evidencia la evolución de indicadores como el Euribor (Tipo Europeo de Oferta Interbancaria o Euro InterBank Offered Rate, por sus siglas en inglés) que, a grandes rasgos, refleja el precio al que las entidades bancarias europeas se prestan dinero entre sí.

En el caso del Euribor a 12 meses, su cotización diaria escaló el pasado viernes hasta el 2,263%, situando la tasa media de septiembre, de forma provisional, en el 2,016%, muy por encima de la de agosto, cuando fue del 1,249%. Con los tipos de interés oficiales marcados por el BCE en el 1,25%, este diferencial refleja una previsible subida de tipos en octubre de otros 75 puntos básicos, que situaría el precio del dinero en la zona euro en el 2% a finales de año. De alcanzarse esa cifra, volveríamos a un escenario de tipos de interés desconocido desde enero de 2009, en pleno arranque de la Gran Recesión.

Las consecuencias de estas subidas del Euribor son bien conocidas en el caso de todas aquellas personas que tengan referenciados sus préstamos hipotecarios a este indicador, con revisiones al alza que, en el caso de una hipoteca media de 150.000 euros con un vencimiento de 25 años y un interés del Euribor más el 1%, pasaría hoy de una cuota mensual de 532 euros a 712 euros, lo que supone un incremento de 180 euros mensuales o más de 2.100 euros anuales.

Pero, junto al encarecimiento de los préstamos, hay un reverso que hace una década que no veíamos: algunas entidades financieras empiezan a contemplar la posibilidad de remunerar el dinero ingresado en cuentas corrientes a la vista, a la vez que comienzan a ofrecer productos para remunerar imposiciones a plazo, con tipos de interés a un año que se sitúan hoy en algunos casos en el 1%.

Dejar de pagar

Miquel Àngel Fúster, presidente territorial en Tarragona del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), constata esta realidad, que no solo puede encontrarse en la banca comercial generalista, orientada al ahorrador particular, sino también en los productos dirigidos a empresa: «A nivel de empresa es un fenómeno que se observa desde hace relativamente poco, donde empezamos a ver depósitos y cuentas corrientes primadas».

Respecto a los pequeños ahorradores, «para ese ahorrador que no quiere asumir riesgos -explica Miquel Àngel Fúster- es la mejor vía, aunque no cubre ni de lejos la inflación estratosférica que tenemos».

Pero es un cambio. «Tienes un aliciente -prosigue este economista- para aparcar un dinero y que te rinda, cuando hasta ahora las grandes cuentas tenían que pagar para que les guardasen el dinero». En el caso de empresas con importantes puntas de tesorería, los costes financieros que representaba tener que pagar para poder disponer de esa liquidez están desapareciendo ya del panorama.

«Eso es algo que ya ha cambiado -corrobora Miquel Àngel Fúster- para los depositantes profesionales, y en el caso de una gran empresa que tiene puntas de tesorería, los depósitos a plazos cortos, de por ejemplo tres meses, ya se están efectuando y continuarán haciéndose para todos aquellos que tienen excedentes de tesorería».

Juan Antonio Duro, catedrático de Economía de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y director de la Càtedra d’Economia Local i Regional de la URV, coincide en que la tendencia a remunerar por los pasivos ha empezado tímidamente entre algunas entidades financieras, con la consecuencia más visible del fin de las comisiones que aplicaban por hacerse cargo del dinero.

«Entiendo -reflexiona Juan Antonio Duro- que los bancos se pondrán a remunerar los depósitos, que es lo que sucede normalmente cuando hay una subida de tipos de interés, aunque lógicamente los tipos de interés que tienen que ver con el negocio subirán más», añade en alusión a la concesión de créditos.

«Este escenario -prosigue- se corregirá, y por lo menos no pagaremos por tener dinero en el banco, pero la traslación de la subida de tipos de interés se producirá de forma más importante en el activo que en el pasivo».

Dejar de pagar porque te guarden el dinero es la consecuencia directa del retorno del Euribor a las tasas positivas. Hace apenas un año, el Euribor cerraba el mes de septiembre en una tasa negativa del -0,492%. En otras palabras, los bancos pagaban dinero para sacarse de encima su exceso de liquidez.

Y, aunque esa no es ya la situación a día de hoy, la liquidez sigue ahí. A diferencia de lo que sucedió en la anterior crisis, donde el interbancario alcanzó tasas muy superiores, empujando a las entidades financieras a ofrecer altas rentabilidades para captar imposiciones a plazo (depósitos) de los particulares, el escenario de una nueva guerra bancaria por el pasivo es muy poco probable hoy.

Si algo se está moviendo y previsiblemente va a moverse en torno a las cuentas remuneradas y los depósitos va a ser, en todo caso, en tanto que herramienta de captación de nuevos clientes, pero no como una forma importante de financiación para las entidades. Lo explica Juan Antonio Duro, de la URV: «No creo que vaya a darse hoy un cambio drástico, porque estamos hablando de un cambio cualitativo, no de interbancarios por encima del 6% y 7%, como había llegado a haber. Es un cambio cualitativo, pero no drástico».

Coincide con esta visión Miquel Àngel Fúster, del Col·legi d’Economistes de Catalunya: «La coyuntura actual no es la de aquellos años, y no veremos guerras por el pasivo. Además, hay muchos menos actores en el sector bancario y necesidades de solvencia muy diferentes».

«Con tipos de interés negativos -añade Fúster-, cuando estabas hablando de saldos importantes, era muy difícil encontrar cuentas corrientes que no te cobrasen, y todos los bancos estaban alineados con eso. Ahora también estarán alineados. Estamos en una situación de cierto oligopolio, y aquellas guerras de captación no las veremos».

Enrique Juan de Sentmenat de Soroa, Delegado Territorial del Comité de Servicios a Asociados de EFPA España (perteneciente a la asociación europea de asesores financieros), avanza que «se espera otra subida de tipos de interés por parte del BCE de cara a final de año», pero coincide en que «no creo que sea tanta la guerra por el pasivo que podamos llegar a ver, porque cuando sucedió por última vez había un problema de liquidez en las entidades financieras. Hoy, más bien se trata de que todo lo que deje rentabilidad en la entidad, bienvenido sea».

«Los tipos que ofertan las entidades financieras -prosigue Juan de Sentmenat- se irán acercando al Euribor. Lo hará con un decalaje, pero lo veremos con el paso de los meses, aunque siempre por debajo del Euribor, porque los costes que asumen las entidades financieras se han disparado».

Pero desde el punto de vista del usuario de estos productos financieros, «al final, los depósitos bancarios no cubren la inflación, y el problema de hoy es un problema de inflación muy alta», analiza Enrique Juan de Sentmenat. «Dudo que las entidades -prosigue- ofrezcan más del 1% de interés, a mucha distancia de una inflación al 10%».

Ahorro garantizado

Isabel Pons, coordinadora en Catalunya de la asociación de consumidores de servicios bancarios y de seguros Adicae, analiza la situación: «Estamos viendo que se vuelven a remunerar las cuentas y empiezan a verse imposiciones a plazo, pero está por ver que sea real».

«Desde la guerra de depósitos -prosigue-, se derivó el ahorro hacia productos no garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), y este producto (las cuentas remuneradas y las imposiciones a plazo) se ha estado negando a los ahorradores muchos años. Es bueno que, al menos, se vuelvan a ofrecer».

Otro asunto es la remuneración que puedan ofrecer en un contexto de inflación desbocada, y la intensidad con la cual las entidades financieras llevarán a cabo su comercialización. «Los bancos -explica Isabel Pons- empiezan a ofrecer ahora estas cuentas remuneradas para captar nuevos clientes, aunque la remuneración es muy pequeña. Pero el plazo fijo de toda la vida, sin embargo, se está viendo muy poco en España».

«Es un producto -observa Isabel Pons, en alusión a estos depósitos remunerados, cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta un máximo de 100.000 euros por titular y entidad- que debería poder ofrecerse a un perfil de personas que, por sus conocimientos financieros, no deberían estar en todos esos otros productos».

Renta variable y otros productos financieros complejos han sido a la práctica las únicas opciones, al margen de inversiones inmobiliarias, para tratar de mantener el ahorro durante esta última década.

Hoy, aunque asoman de nuevo otras posibilidades mucho más accesibles y de menor riesgo, «no estamos viendo imposiciones con grandes entidades -destaca Isabel Pons- porque esos productos se suelen ofrecer en momentos en los que la entidad necesita tener liquidez. Pero esa necesidad no la tienen hoy, porque vienen de un momento de tener mucho dinero, y no tienen la necesidad de captar fondos de los clientes».

Desde EFPA, Enrique Juan de Sentmenat de Soroa coincide en la vulnerabilidad que pueden tener determinados perfiles de ahorradores, e insiste en la recomendación de «estar bien asesorado, para entender los tiempos a medio y largo plazo de los ahorros», donde pocas alternativas parece haber hoy a la inversión en renta variable para intentar mitigar el impacto de la inflación. «Las inversiones en renta variable -resume- hay que verlas a cinco o diez años, siempre bien asesorados y con un perfil de riesgo en el que estemos tranquilos».

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