Uno de mis músicos preferidos, Peter Gabriel, está a punto de publicar el que probablemente será su último álbum de canciones originales. De hecho, hay que remontarse hasta el 2002 para escuchar su penúltimo trabajo. El nuevo ‘disco’, como todavía decimos los de mi generación, lleva por título I/O. No hay traducción oficial, pero parece que podrían ser las siglas de Input/Output o algo parecido.
Nuestra vida se compone, efectivamente, de entradas y salidas. Pueden ser alimentos, conocimientos o emociones las cosas que ‘entran’ y luego, tras un período de incubación, ‘salen’ transformadas en realidades distintas. Así aprendemos, así crecemos y así nos mantenemos más o menos lúcidos.
Sin entradas no hay salidas. O, en todo caso, las salidas son más pobres y van languideciendo hasta quedarse en casi nada. Si siempre escuchamos la misma música nos privamos de estímulos diferentes que incrementen nuestra sabiduría en ese campo. Sucede en casi todas las cosas de la vida. Hay que procurar mantenerse activo. Es más divertido y, dicen, reduce las probabilidades de deterioro cerebral.
En mi caso particular, mis grandes inputs son los libros, los artículos científicos y los de divulgación. Suelo leer obras relacionadas con el management, la neurociencia y el pensamiento filosófico. Sin esas ‘entradas’ me resultaría difícil escribir, como consecuencia, mis propios artículos, libros, notas técnicas o reflexiones diversas.
Mis amigos insisten en que, además, vea series de televisión y películas pero les hago, desgraciadamente, caso omiso. Tengo una energía limitada y prefiero centrarme en aquello que para mí es preferente. Ojalá pudiera hacerlo todo, pero no es el caso.
En las organizaciones empresariales, pienso, hay pocos inputs, pocas entradas de conocimiento. Más allá de algunos planes de formación, muchas veces aburridos y previsibles, hay un gran desierto. Pocas son las organizaciones que consideran que la formación es algo realmente serio e imprescindible. ¿Se organizan debates de conocimiento en su empresa? ¿Se invita a expertos en las materias que interesan a la gente para desempeñar mejor su trabajo? ¿Y a expertos en materias absolutamente desconectadas del día a día? ¿Hay una formación personalizada? ¿Se dan facilidades a los colaboradores para actualizarse constantemente? ¿A sentir curiosidad y satisfacerla?
En las empresas también se necesitan entradas de conocimiento. Solamente así las salidas serán mejores. Deberíamos eliminar el ‘departamento de formación’ para llamarlo ‘zona de curiosidad y de pasión’. Los nombres no lo son todo, pero ayudan. Una organización inquieta, que se formula preguntas, que indaga y experimenta es una organización sana, viva y que está más preparada para innovar, cambiar y crecer.
Por cierto, se han publicado ya dos temas del I/O de Peter Gabriel: Panopticom y The Court. Este último es una reflexión sobre el mundo de la Justicia. Muy apropiado a los tiempos que corren.
Franc Ponti es Profesor de innovación en EADA Business School