El transporte genera alrededor del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero y la Unión Europea, en su compromiso por lograr la neutralidad climática, ha establecido que, de aquí a 2050, deben reducirse un 90%. ¿Cómo? Con una profunda transformación del sector que implica el uso de nuevos tipos de energía y el desarrollo de nuevas tecnologías. Los cambios afectarán a todos los vehículos, ya sean de carretera, mar o aire. Los combustibles renovables, la electrificación y el hidrógeno verde jugarán un papel decisivo.
«Con un litro de aceite de cocina usado se generan 900 mililitros de combustible –su rendimiento es del 90%–», explica Claudia Esarte, consultora de Diseño de Producto y especialista en combustibles renovables del Repsol Technology Lab .
Desde este centro ubicado en Móstoles (Madrid), la compañía energética investiga fórmulas para que la movilidad del futuro sea más sostenible. Sigue dos líneas para conseguir una gasolina baja en huella de carbono: a partir de residuos de origen orgánico, como aceites vegetales usados, restos de poda o cáscaras de frutos secos; o sintéticos elaborados con hidrógeno renovable y C02 capturado de la atmósfera. Son compatibles con motores diésel y tienen las mismas propiedades que los convencionales.
«El producido con aceite está disponible en 140 estaciones de servicio en España y Portugal y no hemos tenido ninguna incidencia», asegura Aurora Mañas, responsable del laboratorio de formulación del Repsol Technology Lab.
Analizan también la posibilidad de usar residuos sólidos urbanos, agroforestales o aceites pirolíticos, pero, de momento, estos aprovechamientos están en fase embrionaria de investigación y desarrollo tecnológicos, limitado a fases demostrativas o plantas piloto, admite Esarte. La transformación de estos materiales para obtener gasolina va «más despacio».
La descarbonización ya no es un reto, es una obligación a corto plazo. A la industria no le queda otra. En esa línea, Repsol acaba de estrenar en Cartagena una planta destinada íntegramente a producir combustibles renovables, con capacidad para 250.000 toneladas al año; y dispondrá de otra en Puertollano en 2025. La compañía también estudia reconvertir plantas de su complejo de Tarragona para dedicarlas a este fin, sin un calendario fijado aún. «Allí no tenemos prevista una planta como la de Cartagena, pero sí hay varias unidades en estudio para adaptarlas a esta estrategia», concluye Esarte.