El Toralín fue el escenario en el que Vicente Moreno recuperó la fórmula del trivote. Después de varias semanas dándole vueltas al medio del campo, el técnico del Nàstic rescató un esquema táctico que ya utilizó la temporada pasada en Badalona y en el campo del Atlético Baleares, con Molina en la posición de pivote defensivo. Entonces fue Manolo Martínez quien asumió el rol de contención. Rocha y Tejera, ocupantes en las últimas jornadas del doble pivote, se liberaron de tareas defensivas y pudieron dedicar esfuerzos en la creación.
A nivel ofensivo el planteamiento sirvió para generar un buen número de ocasiones de gol. Naranjo y Rayco, que jugaron como extremos, encontraron más apoyo en los interiores. Además, las incorporaciones de los laterales, Jordi Calavera y Mossa, hacían que el Nàstic acumulara hombres en ataque y barría cualquier oposición del rival, puesto que siempre se veía superado en número.
La presencia de Molina en la retaguardia, daba tranquilidad defensiva. Era, junto a Pablo Marí y Bouzón, la red de seguridad por si, como sucedió contra el Alcorcón se perdían balones en la salida. En ese aspecto, el futbolista de La Canonja también colaboró, permitiendo que tanto Marí como Bouzón, dos jugadores con una enorme capacidad y calidad técnica para sacar el balón controlado desde la cueva, pudieran dar un paso hacia adelante. Cuando lo hacían, Molina ocupaba momentáneamente la posición de central.
Rocha fue el jugador que mostró más síntomas de comodidad. En los últimos partidos, con Tejera ya consolidado como su pareja en el doble pivote, ha tenido que redoblar esfuerzos en labores de contención. Sumando más kilómetros hacia atrás que hacia adelante. Pocas veces ha podido probar su temido ‘Rochazo’ ya que debe medir mejor sus incorporaciones en ataque.
También Tejera mostró signos de mejora. En muchos momentos llevó el peso del ataque. Dibujando las jugadas y dirigiendo la acción ofensiva.
El cacereño y el barcelonés no se libraron de defender, pero con menor desgaste. Igual que los extremos, que no tenían tantas obligaciones como en otros partidos.
Este sistema suprime el mediapunta o enganche, posición que ha ocupado Emaná en la mayoría de encuentros. El regreso del jugador obligaría al técnico a resituarle como interior o insistir con el doble pivote.
La puesta en práctica del trivote no supone ninguna renuncia al doble pivote. Es más una adaptación en función de las necesidades. De hecho, en Ponferrada, Moreno utilizó sus dos primeros relevos –la salida de Xisco Muñoz y Álex López– para volver al planteamiento habitual del 4-2-3-1, con Rocha y Tejera en el centro del campo y un mediapunta que se turnaban entre Xisco Muñoz, Rayco y Naranjo.
En los minutos finales el preparador valenciano volvió a la fórmula del trivote, dando entrada a Gal Arel que jugó su segundo encuentro consecutivo.
Vicente Moreno sigue removiendo todas las hojas de su libreta táctica para encontrar el más idóneo en cada partido. Parece que la pareja Rocha-Tejera ha conseguido convencer más que ninguna otra y con la figura del pivote defensivo, el técnico puede dar entrada a un futbolista que siempre ha alabado, Xavi Molina, por su polivalencia, su intensidad y el alto nivel exhibido cuando ha tenido oportunidad. Esta temporada ya ha actuado de central y de mediocentro y ha marcado un gol en jugada de estrategia.
Sin descanso
Esta semana la plantilla grana no tendrá ningún día de descanso. El equipo se ejercitará hoy en el Nou Estadi a puerta cerrada y mañana viajará a Almería para medirse al cuadro de Oltra en la tercera ronda de la Copa del Rey.
