A dos partidos de la gloria. A dos partidos de cumplir el sueño. A dos partidos de volver al fútbol profesional. A dos partidos de poner el broche perfecto a una temporada en la que el Nàstic ha vuelto a recuperar la unión entre afición y equipo. Pero antes, hay que pasar la última prueba de fuego. La Rosaleda será un infierno de 30.000 gargantas que remarán en contra del Nàstic desde el primer bocado hasta el último. Es el reto final para un conjunto tarraconense que va a necesitar sobrevivir en un estadio de Primera División para intentar allanar el camino a Segunda.
Málaga y Nàstic son dos equipos históricos en la categoría que se han metido en el final del play-off por méritos propios. Dos conjuntos de rostro similar que han hecho de sus respectivas defensas dos muros infranqueables. 25 y 24 goles han encajado respectivamente durante la temporada regular, siendo las dos mejores defensas de la categoría. Curiosamente, ambos han calcado sus resultados en las semifinales, cosechando un 2-2 en la ida y un 2-1 en la vuelta.
El Nàstic acude a La Rosaleda consciente de que tiene el factor campo a su favor y eso no resulta tema baladí. De hecho, es todo lo contrario, porque hay una estadística demoledora: las ocho eliminatorias que se han disputado hasta la fecha en Primera RFEF se las han llevado los equipos que han jugado la vuelta en casa.
Nàstic y Málaga son los dos mejores equipos defensivos de Primera RFEF
Con este dato bien presente comparecerá el Nàstic en un feudo que le va a ir a buscar desde un primer momento. El Málaga sabe que el conjunto grana es un equipo demoledor y que si hay un escenario en el que le puede hacer daño es La Rosaleda. El equipo dirigido por Sergio Pellicer ha cosechado 37 puntos durante la temporada regular con un balance de 10 victoras, siete empates y dos derrotas. Es decir, ha perdido los mismos partidos en su feudo que el Nàstic en el Nou Estadi Costa Daurada. Esto es una clara evidencia que en aquel campo se sufre.
Los de Dani Vidal van a acudir a Málaga con el objetivo de conseguir como mínimo un empate. Eso sí, irán a ganar porque en este tipo de encuentros si sales con la mentalidad de no perder, sueles terminar perdiendo. Ese mensaje lo tiene claro un entrenador tarraconense que se lo ha repetido a los suyos hasta la saciedad de puertas para dentro y de puertas para fuera.
El Málaga es un equipo reactivo al que le cuesta más proponer que contraatacar. Por ahí puede vislumbrarse la hoja de ruta del equipo grana. Probablemente priorice el orden y el control defensivo por encima del ajetreo y la anarquía. Lo ha hecho durante muchos partidos de la temporada y parece que en La Rosaleda todavía apostará más por ello. Eso sí, los tarraconenses tienen que tener cuidado con un equipo malaguista que en las últimas semanas ha dejado claro que cuando empieza la segunda parte cambia su cara. Es un equipo que parece que despierta del letargo y al que Kevin Medina, saliendo desde el banquillo, todavía inyecta más adrenalina.
Al hiperactivo extremo y a Roberto, delantero que suma 18 goles este curso, es a los dos jugadores a los que habrá que tener muy atados a lo largo del partido. El otro problema estará en la portería rival, ya que Alfonso Herrero se ha erigido como uno de los mejores guardametas de Primera RFEF y la mayoría de periodistas de Málaga le confirman como el jugador clave de los de Pellicer.
