Después de seis años al frente del Club Tennis Tarragona Pere LL. Bergadà y su junta directiva han decidido no presentarse a la reelección. En esta entrevista repasa el mandato, marcado sobre todo por la histórica compra del Tennis Park y la eclosión del Covid y las decisiones para mantener a flote la entidad.
¿Por qué decidió no presentarse a la reelección?
Hemos estado muy a gusto durante estos seis últimos años. Pero estamos al frente de un club que necesita una dedicación constante y eso provoca mucho desgaste. En su momento valoramos seguir, pero la realidad es que estábamos cansados y por eso decidimos dar un paso al lado. Ahora que tenemos un buen equipo profesional liderado por nuestro gerente era el momento de dejarlo, para que entre gente nueva con ganas de aportar.
¿Qué balance hace su junta de este mandato?
Absolutamente positivo. Estoy convencido que el club ha ofrecido un muy buen servicio durante todo este tiempo. Hemos sido una junta cohesionada de principio a bien, la mayoría. Y hemos sorteado de la mejor manera posible los muchísimos obstáculos que han surgido.
Uno de ellos fue la compra del Tennis Park, que levantó enorme revuelo.
Hubo un grupo de socios contrarios y críticos. Estaban en su derecho a expresarse, pero la mayoría de la asamblea aceptó la compra del Tennis Park que nosotros como junta propusimos y negociamos. Fuimos los artífices de esta operación, que otras juntas habían intentado antes, y estamos orgullosísimos. Tres años después estamos convencidos de que por responsabilidad tenía que hacerse la compra. Ha marcado nuestro mandato.
¿Le están sacando ya todo el rendimiento posible?
Estamos aún en proceso de optimizar las instalaciones de la zona Park. Requiere su tiempo porque muchos servicios están duplicados y no hay una varita mágica en ese sentido. Los socios lo van entendiendo y la mayoría están contentos y convencidos.
También afrontaron la pandemia. ¿Cómo les afectó?
Fue durísimo. Nos enfrentamos a ERTEs, bajas continuas de socios, críticas constantes por parte de algunos socios porque no se entendían algunas decisiones... aunque otros también nos felicitaron. Al final acabamos siendo modélicos para muchos clubs por cómo afrontamos la situación.
Cuando estalló estaban además sin gerente.
Fueron seis meses de máxima implicación de la junta porque en efecto no teníamos gerente. Después de 21 años David Valeriano optó por un cambio de aires y la búsqueda de un sustituto coincidió con la eclosión de la pandemia. Nuestra elección fue la mejor posible. El perfil del gerente actual es el que necesitábamos; es una pieza fundamental y esperamos que David Alonso esté con nosotros durante muchos años. El cambio en positivo ha sido sustancial con él.
También han asumido despidos de personal.
Ha sido otra tarea durísima. Pero tuvimos que enfrentarnos a esta decisión por responsabilidad. Tensionó nuestra relación con muchos socios, pero era necesario a nivel de gestión. Hubo despidos poco después de la compra del Park -unos 20- y también ahrecientemente.
¿Cuál es la situación financiera del club en estos momentos?
La compra del Park y la pandemia provocaron una pérdida notable de socios y de ingresos, pero le dimos la vuelta a esa situación con nuestra gestión y dejamos un legado económico en positivo, tal y como presentamos en nuestra última asamblea. En los clubs como el nuestro el objetivo final es dar servicio y dejar la cuentas cuadradas. Y nos vamos contentos en ese sentido. No todos los clubs pueden decirlo. Nosotros mismos nos encontramos con números en negativo cuando entramos.
¿Cómo está la parte social y deportiva ahora mismo?
Se han hechos cambios en el restaurante del club, que es otra pieza básica en nuestro funcionamiento, y también en las escuelas de tenis y de pádel que creemos que han sido positivos. Y luego hemos consolidado competiciones como la Red Cup, torneos de pádel, la Ultra Trail...
¿Qué les ha quedado pendiente de hacer?
La modificación del control de acceso, para dar seguridad al club. Es una obra necesaria.