Mientras el mundo vibraba con la que dicen ha sido la mejor final de una Copa del Mundo, ganada por la Argentina de Leo Messi, en El Collao, un estadio mucho más modesto que el pomposo Lusail Stadium de Qatar, pero más futbolero, el Nàstic cerraba el 2022 con un punto en el último suspiro del choque frente al Alcoyano. No es Messi, obviamente, pero Lupu también es capaz de generar felicidad a la afición grana. El delantero rumano llevaba semanas sin jugar. La última vez lo hizo en Copa del Rey, ante el Racing Rioja. Marcó y se lesionó. Este domingo volvió al verde de la misma manera. Apareciendo en el tiempo extra para cabecear un centro medido de Bonilla y sacar un empate en un duelo que el Nàstic jugó toda la segunda mitad con diez jugadores.
Si la pasada semana Montes reparó la sanción de Quintanilla en la derecha, en Alcoy tocaba repetir papel en la izquierda, por la suspensión de Josema. El ‘jefecito grana’ no anduvo tan cómodo como frente al Barça Atlètic. Los contragolpes locales le hicieron correr y sufrir durante toda la primera parte y un par de minutos de la segunda. Los que le dio tiempo antes de su expulsión directa por una supuesta agresión a un jugador del Alcoyano. Se revolvió tras sufrir una falta y el colegiado aplicó mano dura. Como suele ocurrir esta temporada cuando se trata de decisiones contra el Nàstic.
El equipo notó la ausencia de Pedro, lesionado esta semana y con una perspectiva de casi un mes de ausencia. En construcción no hubo nadie que levantara la vista para otear y barajar opciones. No hubo noticias de Gorostidi, el relevo en la medular, ni tampoco de Montalvo. Los dos mediocentros estuvieron más preocupados de la fase defensiva, tapar sin éxito las contras alicantinas, que de la propuesta con la que llegaba el Nàstic a El Collao. Que era la misma que en Irún pero mucho peor ejecutada. El peso del ataque recaía en Aarón Rey y Andy Escudero. En sus habilidades para encontrar resquicios en las zagas rivales. Pero el partido de ambos fue pobre. Con más errores que aciertos. Y eso sin contar con su poca predisposición al sacrificio defensivo.
Guillermo y Pablo estuvieron atados de manos y pies por los centrales locales. Perseguidos, agarrados y sometidos.
El Alcoyano fue más directo. Más lanzado a por la victoria. Es lo que toca por ser el local. Menos normal es la facilidad con la que se plantaba en el área del Nàstic. Cada contragolpe acababa con tiro a puerta. No había forma de frenar las acciones rápidas del cuadro alicantino. O, mejor dicho, no las encontraban los futbolistas tarraconenses. Otro aspecto en el que se echó de menos a Pedro del Campo y su inteligencia táctica para adelantarse a las intenciones de los rivales y cerrar pasillos.
Cargaba con muchos hombres el cuadro de Vicente Parras y con un futbolista diferencial como Moyita. Estaba en todas el sevillano. Conduciendo, evitando defensores granas y anotando el 1-0 con un toque de clase en el primer cuarto de hora del partido. Cazó una pelota dentro del área ¬-le cayó a él pero pudo hacerlo a cualquiera de los otros dos jugadores del Alcoyano que se encontraban libres de marca- esperó y la puso en la jaula con toda la tranquilidad del mundo. Nada que hacer Manu García que ya había salvado al Nàstic a los cinco minutos. Sacó una mano como pudo para evitar el tanto de Armental, en otro remate del delantero local muy solo en el área chica.
La defensa grana hacía aguas y el Alcoyano seguía poniendo a prueba a Manu García y su portería. Fran Miranda quería reencontrarse con su exequipo con gol, pero su chut topó con el poste. Hubo fortuna porque el rechace tocó en el meta grana y salió disparado hacia fuera.
Nada más iniciar el segundo tiempo el cambio de guion que hubiera podido plantear Agné en el descanso, si es que lo hubo, quedó en agua de borrajas con la rápida expulsión de Montes. Roja directa que obligó al técnico grana a recomponer el equipo. Sobre todo en defensa. Pol Domingo se ubicaba junto a Quintanilla y Tirlea entraba como última opción.
Con diez, el Nàstic puso algo más de empeño. Un querer pero no poder constante. El partido se resumía a duelos físicos constantes. Con un jugador menos resultaba más fatigoso poder mantener opciones de empatar. Eran momento puntuales los que parecía que los granas podían tener alguna opción. Una conducción de Gorostidi fue lo más próximo a la igualada. Tras cortar por el centro el vasco se topó con el palo. Los postes eran protagonistas también para evitar el 2-0 de Armental.
Parecía que solo un milagro podía hacer que el Nàstic saliera de Alcoy con algo en el zurrón. Un milagro que hizo realidad Lupu. Un regreso al campo dorado con un remate de cabeza impecable que daba un punto al Nàstic. Punto de pundonor.