Ander Gorostidi fue hace tres mercados de verano uno de los fichajes de relumbrón del Nàstic. David Comamala, director deportivo por aquel entonces de los granas, vio en él a la pieza angular de la sala de máquinas. Ficharle fue una tarea complicada, puesto que el vasco fue objeto de deseo de muchos de los clubes punteros de la categoría. Solo dos años antes había sido un puntal en el Alcorcón de Segunda División. Finalmente, el Nàstic se llevó el gato al agua y firmó a uno de los mediocentros con mejor cartel de la Primera RFEF.
El primer año para Gorostidi no fue sencillo. Las expectativas que se tenían sobre él fueron una losa pesada. Al mediocentro vasco nunca se le terminó de ver cómodo. Ni en los planes de Raül Agné ni en los de Iñaki Alonso. Todo cambió cuando Dani Vidal dio el salto al banquillo. Allí nació una historia de respeto y confianza entre el entrenador y el centrocampista.
Un camino grana nada sencillo
El año pasado, Gorostidi no fue titular hasta la cuarta jornada porque Marc Montalvo y Borja Martínez fueron la sala de máquinas escogida en el tramo inicial de Dani Vidal. Sin embargo, el vasco siempre fue un elemento revulsivo en el comienzo del curso, hasta que poco a poco fue asomando la cabeza en el once. Gorostidi combinó actuaciones discretas con otras de mucho nivel y todo terminó desembocando en un rol de titular indiscutible al final de la pasada temporada. Gorostidi llegó al momento de la verdad en plena forma y con la confianza por las nubes. En ese escenario su fútbol brotó y explotó hasta demostrar porque muchos le consideran un centrocampista diferencial en la categoría.
Pudo irse en verano
El vasco fue uno de los jugadores que vivió la amargura en sus labios cuando el Málaga dejó al Nàstic sin ascenso en el último suspiro. Gorostidi terminaba contrato el 30 de junio de 2024 y su salida llegó a estar cerca. El Andorra y el Ceuta fueron dos proyectos punteros que llamaron a su puerta. Le ofrecían un proyecto deportivo tentador y sendas ofertas económicas de alto calibre.
Sin embargo, el Nàstic contaba con la baza de Dani Vidal. El entrenador que confió en él y le recuperó para la causa. Le hizo volver a disfrutar del fútbol y Gorostidi sabía que en Tarragona había una deuda que saldar, o al menos intentarlo.
Tras días de negociaciones, Gorostidi dio el sí para felicidad de los aficionados del Nàstic. Uno de los suyos daba el sí y eso siempre era motivo para el agradecimiento.
Ander llegó sintiendóse importante a la pretemporada. Vidal le utilizó mucho durante el verano, mostrándole evidencias de que este año su rol de titular era evidente desde un comienzo.
Un inicio demoledor
Solo dos jornadas de Primera RFEF y ya se puede afirmar sin tapujos que Gorostidi está alcanzando su pico de nivel en Tarragona. En los dos primeros partidos ha demostrado que es un mediocentro clave para el equipo. Un centrocampista que pisa área, que trabaja con y sin balón y que domina ese registro del ida y vuelta. Un box to box, como dirían los británicos, en toda regla. Frente al Sestao, el centrocampista formado en Zubieta marcó un gol de bandera. Un derechazo desde la frontal directo a la escuadra que batió a Herrerín. Pudo marcar incluso dos más porque ahora mismo Gorostidi anda suelto. Ha empezado con fuerza.