La racha ganadora del Nàstic sigue una jornada más. Un partido fuera de casa más. Eso que tanto costaba, hasta hace unas semanas, ahora parece que es costumbre. 13 puntos de 15 posibles. Con dos salidas y sin incluir la victoria en Copa del Rey frente al Racing Rioja. Un cambio de paradigma que ha venido acompañado de una innegable mejora en el juego.
La primera hora de juego que desplegó el conjunto tarraconense sobre el césped del Stadium GAL fue fabulosa. Dominó al rival, fue atrevido, vertical, rápido, valiente, preciso y acertado. El mejor Nàstic de la temporada fuera de casa. Lástima de los últimos 20 minutos. El equipo se relajó. Con el 0-3 lo vio todo hecho y no. Hay que estar metidos hasta el final, porque otro día, todo el buen trabajo puede irse al traste. Estuvo a punto de pasar. El Unión se puso 2-3, pero con más sufrimiento del merecido, se acabó sumando el triunfo.
Le dio vueltas al equipo durante la semana Raül Agné hasta el punto de decidir que en Irún tocaba cambiar todo el medio del campo. Para insistir con Gorostidi y Montes como la fórmula para frenar el juego interior del conjunto vasco. Su principal amenaza. Una nueva oportunidad para el centrocampista vasco que esta vez sí, aprovechó. Estuvo intenso, preciso y ocupando espacios con inteligencia para recupera balones y cortar las transiciones del rival.
A su lado Montes se ocupó del equilibrio. Ambos constituyeron el punto sobre el que pivotó la victoria. Los oteadores. Recibían del interior (Aarón o Andy) para decidir el siguiente paso, generalmente, el más incisivo de cuantos estaban previstos en el plan de ataque.
Pero quizás el mayor acierto fue la aparición de Andy. Fue decisivo. El alicantino asistió en los dos goles granas. Dos pases de magia. El primero por encima de la zaga y el segundo de visionario, para la diagonal de Aarón Rey.
Quería hacer más el equipo fuera de casa. Llevan semanas diciéndolo. Solo faltaba que lo hicieran. Y lo consiguieron en Irún con una primera hora descomunal. Desplegando el juego que cualquier aficionado espera de su equipo. Rápido, vertical y yendo a buscar al Real Unión con una presión altísima. Metiendo a los diez jugadores del campo en terreno de juego rival. No lo soportó el Unión que a los cinco minutos perdía por 0-1 y gracias.
Guillermo Fernández había abierto el marcador después de culminar una excelente jugada de equipo. Andy la pica y Guillermo, entre trancas y barrancas, con penalti incluido, acaba marcando el 0-1.
El Nàstic siguió agobiando al Real Unión en todo el primer tiempo. Hasta el punto de provocar un error garrafal del portero local. Salió de su área para despejar de cabeza y dejó el balón en los pies de Aarón Rey. Con toda la portería a su merced quiso apurar y el disparo se topó con la cepa del poste. Uno de esos errores que pueden resultar caros si no se aprovechan. Pero fue el mismo Aarón Rey el que se encargó de borrar ese recuerdo fallido. El de Ferrol trazó una diagonal para colarse en el área, controlar el pase de Andy y marcar el 0-2.
El Unión apenas podía dar continuidad a su ataque. Reaccionó algo con el gol pero tenía los pasillos centrales bien cubiertos por la medular grana. El cuadro de Aitor Zulaika se aferró a los centros laterales, bien resueltos por los centrales Josema y Quintanilla. Y cuando no, aparecía Manu García hacerse grande y tapar todos los espacios posibles a su mejor delantero, Nacho Sánchez en un mano a mano.
El segundo tiempo comenzó algo más tímido. Difícil igualar el inicio de partido. Aún así el marcador se amplió hasta el 0-3, después de un penalti sobre Guillermo Fernández que transformó Joan Oriol. Minutos antes, Gorostidi había batido a Joel Jiménez con un disparo lejano, pero el colegiado anuló el tanto por fuera de juego de un futbolista grana que interrumpía la línea de visión del arquero local.
Con el 0-3 parecía que todo estaba controlado. Era el partido perfecto fuera de casa. Pero qué sería el Nàstic sin ese punto de sufrimiento. Dejó de hacer lo que estaba haciendo. Empezó a recular. Como si hubiera olvidado ya lo que pasó en Elda. Terreno cedido que fue conquistando el Unión. Los guipuzcoanos, más liberados de la presión, se vieron con ánimos y con un gol de Núñez desde la frontal -sí, ese aspecto que el técnico Raül Agné había advertido a sus chicos- puso el 1-3.
No necesitó más para que los miedos se desataran en las filas tarraconenses cada vez más retrasadas. Agné trató de impedir que la cosa fuera a mayores con cambios de hombres y de dibujo. Pasó a un 4-3-3 pero rápidamente regresó al 4-4-2 al ver que no era la solucióna sus problema, acrecentados por el segundo gol local en un saque de esquina mal defendido.
El buen partido se iba al traste y para más ‘inri’ Quintanilla no podía seguir y tenía que situarse en el medio del campo para resistir. Montalvo se puso de central y por un segundo hizo temblar la victoria con un resbalón inoportuno. La ocasión no fue a más y el Nàstic, con sudores, sumó la segunda victoria consecutiva, segunda fuera de casa y mantiene la racha de seis partidos sin perder.