El milagro se acaba

El Reus se rebela pero no puede ante el Granada (1-2), que gana por la mínima en el Estadi, en un partido disputado sobre un césped de vergüenza ajena

07 octubre 2018 15:15 | Actualizado a 12 octubre 2018 11:42
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Ante el Granada, el Reus no sólo hizo frente a un rival poderoso, también necesitó rebelarse ante sus propias miserias. Su potencial anda terriblemente limitado por el despiste sideral de las inscripciones. Ante un enemigo de peso superlativo, Bartolo alineó a sus únicos nueve actores de la primera plantilla y a dos chicos del filial, Alfred y Martí Vilà. Murieron por el escudo y por la causa, pero no alcanza. Por lo menos esta vez no alcanzó.

 

No sólo la escasez de recursos y de materia prima penaliza el viaje de este equipo. El Reus incluso precisa soportar problemas del día a día que van desgastando el sistema nervioso. La plenitud psicológica. Existe en el club ahora mismo cierto aroma de dejadez preocupante. Tiene el césped hecho trizas, a un nivel de vergüenza ajena, y eso le roba la esencia al Reus, que si por algo se distingue es por su capacidad para el juego de posición. Por esa delicadeza para asociarse. Las penas no sólo se acabaron el 31 de agosto, con cuatro pesos pesados fuera de combate. Continúan en la rutina de la entidad, hasta el punto que hoy el plantel debe ejercitarse en un campo de césped artificial, porque los dos anexos andan también estropeados. Y sólo estamos en octubre.

 

Arranque preocupante

El Granada, que en la actualidad vuela por la categoría, desnudó los defectos rojinegros en un primer acto imponente. Enseñó una personalidad terrible para adaptarse a cualquier escenario y, sobre todo, un majestuoso comportamiento ofensivo. Cada transición del Granada es una manada. Se despliega como un abanico, tan coral como armónico.

 

Los cuatro atacantes del Granada, Pozo, Vadillo, Ramos y Puertas ocuparon bien los espacios para no molestarse. Generaron abundante inquietud cada vez que recibían en zonas de definición. Curiosamente les faltó precisión en la decisión final. Acumularon llegadas pero no obligaron a Badia. Éste sólo se estiró en dos disparos de media distancia. En todo caso, el Reus padecía, porque era incapaz de coger la pelota con frecuencia. Se comportaba quisquilloso, incómodo, no esperaba un guión tan inclinado.

El Granada descosió el partido en una acción de apariencia estéril, aunque mal interpretada por el repliegue rojinegro. Víctor Díaz, un carrilero diestro con alma de extremo, vio campo abierto y no dudó en despegar. Nadie le salió al paso hasta que coronó una yarda golosa para el disparo. Armó la pierna cómodo y decidido. Salió la pelota como un misil, a velocidad supersónica. Además, el tiro dispuso de un condimento indispensable; fue métricamente perfecto. Badia no respondió porque resultaba imposible hacerlo. El gol cobró una bella firma y además coronó el mejor tino del Granada, superior en casi todos los registros.

 

La respuesta tardó poco en aparecer, porque ni siquiera en un alfiler, el Reus ofrece la rendición. Borja Herrera abandonó la trinchera para vestirse de aventurero en el costado zurdo. Allí combinó con Alfred Planas, que también decidió soltarse de las cadenas. La pelota tomó rumbo al segundo poste limpia, como un pincel. Por allí compareció por sorpresa el otro lateral, Shaq, que cabeceó por encima del larguero cuando estaba liberado, sin oponentes malignos.

El Reus había consumido un tiempo sin encontrar su alter ego, pero regresó para quedarse. Nadie puede discutirle al equipo falta de compromiso. La famosa actitud que tanto condena a los futbolistas en épocas de oscuridad. De actitud, de querer, va sobrado el Reus. Linares devolvió la fe con un gol que nació de un centro enrarecido de Borja Herrera. Rui Silva, el arquero del Granada, escupió mal el balón en el primer palo, y en el barro, tras una carambola surrealista, Linares la acompañó a la red. El Granada protestó que el Reus no enviara la pelota fuera con Ramos quedó tendido en la otra orilla. El colegiado tampoco paró el partido.

 

 

Éste se acomodó en la igualdad, entre otras cosas porque crecieron Ledes, Mario y Juan Domínguez, los tres centrocampistas del Reus, un termómetro para cuestionar la salud del equipo. Justo hasta que un servicio de Álex Martínez cayó en los pies de Pozo. De izquierda a derecha. Éste prolongó al corazón del área y la cabeza de Puertas, un imán para el gol, otorgó ventaja de nuevo al Granada. A los 75 minutos. La épica del Reus no dio resultado de casualidad. Dos remates de Enri y Alfred rozaron el premio, pero el ángel se ha perdido.

 

Ficha Técnica:

Reus: Edgar Badia; Shaq Moore  (Bastos, min.61), Olmo, Catena, Borja Herrera; Mario Ortiz, Juan Domínguez, Gus Ledes, Vilà (Rubén Enri, min.61); Planas y Linares.

Granada: Rui Silva; Víctor Díaz, Germán Martínez, Álex Martínez; Montoro, San Emeterio; Puertas (Quini, min.88), Pozo, Vadillo (Fede Vico, min.80); y Ramos (Rodri, min.65).

Goles: 0-1: Víctor Díaz, min.29. 1-1: Linares, min.50. 1-2: Puertas, min.75.

Árbitro: Pérez Pallas (Comité gallego). Mostró cartulina amarilla a Bastos (min.66) y Mario Ortiz (min.68), por el Reus; y a Aarón (min.51), Montoro (min.85) y Rui Silva (min.90), por el Granada.

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