El Nàstic salió de León con un sonrojante 3-0. Un marcador totalmente inmerecido. La diferencia entre la Cultural y el conjunto no fue ni mucho menos la de tres goles de diferencia. A los leoneses les salió de todo de cara. Hicieron valer su condición de mejor local del grupo. Hicieron un buen partido, porque son muy buen equipo, pero no fueron tan superiores como se puede suponer por el resultado.
Ni tampoco se vio un mal Nàstic. Todo lo contrario. La primera mitad fue notable. Los granas estuvieron bien con balón. Mucho mejor que otros días. Generaron muchas ocasiones, pero no fue el día de los atacantes. Rebotes que se perdían por centímetros, travesaños, paradones inhumanos, etc. Lo que podía salir mal, salió peor. Le faltó contundencia en las áreas. Ser igual de certero que su rival. La Cultural aprovechó los errores tarraconenses en defensa para marcar tres goles y endosar la primera goleada de la temporada al que sigue siendo, el mejor equipo defensivo del grupo.
Solo tenían que proteger el goal average logrado en el Nou Estadi. Pero no lo hicieron. Sufrieron demasiado castigo y aunque no bajaron los brazos hasta el final, regresaron con un marcador doloroso.
Dani Vidal mantuvo el 4-4-2 sobre el Reino de León. Un esquema tipo de esta temporada que se desdibuja cuando Andy Escudero entra en la ecuación. El alicantino cuenta con patente de corso para moverse con libertad por toda la zona de ataque. Un permiso que aprovechó para recibir en la frontal y filtrar un pase picado a Godoy. El canario le cedió el esférico a Jardí para que fusilara a Amigo. Su tiro, rozado por el meta, se estrelló en el travesaño.
Los dos equipos ofrecieron un inicio con mucho atrevimiento. Ambos fueron a por el partido. Nadie se limitó a esperar al rival. Apretaron desde la primera línea y proyectaban ataques directos. Con pocos pases y con toda la velocidad que fuera posible.
El Nàstic jugaba con ventaja. Los ocho puntos de margen ofrecían ese punto de calma que siempre viene bien para este tipo de partidos. La Cultural tenía prisa y los jugadores granas sacaban de quicio a los locales alargando las pausas. Igual que Tarazona, Teruel, Fuenlabrada y otros tantos equipos han hecho en el Nou Estadi.
El Nàstic se manejaba cómodo. Incluso más peligroso que su rival. Pero una acción individual de Barri lo rompió todo. Fue un golazo. Controló, se marchó del marcaje de Óscar Sanz, de Montalvo, al que le faltó contundencia, recortó a Nacho y cuando encontró el hueco, cargó la pierna. Su disparo raso y pegado al poste superó a Varo.
El equipo grana encajó bien el gol. Siguió a lo suyo. Atacando muy bien. Combinando y encontrando opciones para llegar al área leonesa. No pareció inmutarle el marcador. Buscó el empate con balón. Sin precipitarse.
En esa tesitura llegó el tanto de Jardí. Remató a la red, pero el colegiado levantó la mano para marcar fuera de juego.
Ni eso minó el espíritu grana de trabajarse el empate. La Cultural estaba cada vez más reculado. Pidiendo a gritos la tregua del descanso ante un Nàstic que le exigía achicar agua constantemente.
Llegó vivo y al cuarto de hora de la reanudación se encontró con el 2-0. Error defensivo que dejó a Berto plantarse en los dominios de Varo y superarle.
Los errores castigaban a un Nàstic que tampoco merecía irse dos abajo. Y mucho menos 3-0. La ley del ex. Guillermo recogió en la boca de gol un balón muerto para hacer más grande la herida.
Ya no le quedaba resistencia al conjunto tarraconense. Lo había intentado. No se había venido abajo con los goles rivales. Pero no le salía nada. La Cultural que consiguió recortarle tres puntos de golpe al Nàstic y empatarle el ‘goal average’.
