«Aunque suene muy romántico, me enamoré del corazón». Así se expresa el pediatra-cardiólogo infantil del Hospital Santa Tecla Llevant de Tarragona, Fidel Ernesto Echeverría Navas, cuando rememora que le empujó a especializarse en cardiología pediátrica, además de haber estado en hemodinámica y terapia intensiva. Desde los inicios de la cardiología pediátrica, la especialidad ha ampliado el abanico de diagnóstico y tratamiento de cardiopatías congénitas o adquiridas, desde la fase prenatal hasta el seguimiento de niños y adolescentes supervivientes. «El año pasado atendimos 700 pacientes, desde los 0 hasta los 18 años», afirma el experto, quien indica que «el 4% de todas las anomalías congénitas son cardíacas».
Precisamente, la especialidad en cardiología pediátrica, explica Fidel Ernesto Echeverría, «incluye la formación adicional en ecocardiografía fetal y el diagnóstico prenatal de cardiopatías congénitas, tanto simples como complejas, como ocurre cuando las arterias pulmonares y aorta están en posición invertida, cuando solo se forma un ventrículo, en el caso de un ventrículo pequeño que obstruye el flujo hacia todo el corazón, etc.». En estas circunstancias, el especialista indica que «existe la posibilidad de realizar una interrupción voluntaria del embarazo, ya que las cardiopatías congénitas complejas pueden comprometer la vida del bebé durante el embarazo y pueden ser de difícil manejo posnatal».
Asimismo, aunque la detección precoz de una cardiopatía congénita en el periodo prenatal es vital, todavía hay patologías que no son detectables: «Nos referimos a comunicaciones intraventriculares, comunicaciones interauriculares, persistencia del conducto arterioso, tetralogía de Fallot». Por ello, el pediatra-cardiólogo advierte que «las patologías cardíacas congénitas siguen persistiendo, por lo que los especialistas nos enfrentamos a un gran reto, tanto en el presente como en el futuro».
«El año pasado atendimos 700 pacientes, desde los 0 hasta los 18 años», afirma el experto, quien indica que «el 4% de todas las anomalías congénitas son cardíacas».
En este sentido, en la lista de patologías más frecuentes figuran las arritmias cardíacas que, según el especialista, «mientras que hace décadas se detectaban en el adulto joven, ahora ya pueden identificarse en la niñez y la adolescencia». El otro gran grupo de pacientes «son los hijos de adultos que han fallecido precozmente por alguna patología cardíaca como, por ejemplo, miocardiopatía, canalopatias, etc., seguidos de aquellos niños cuyos padres fallecen súbitamente». «Ahora, tenemos herramientas pediátricas para predecir si un niño, adolescente o adulto joven, cuyo progenitor tenga un síndrome de Brugada o haya fallecido por una anomalía congénita arrítmica, puede tener o no la misma posibilidad». En esta misma línea, también hay que vigilar a aquellos niños «que practican deporte de alto rendimiento y pueden tener alguna arrítmica cardíaca subyacente».
Asimismo, Fidel Echeverría indica que «cada día más, acuden a la consulta pacientes pediátricos con lo que denominamos hipertensión arterial esencial, es decir, de causa desconocida, siendo también un factor de riesgo cardiovascular».
Si bien, el grupo de pacientes que también preocupa al especialista son los sedentarios y con obesidad. «Estos dos factores aumentan la probabilidad de desarrollar un síndrome metabólico, es decir, hipertensión, dislipidemia, alteraciones del colesterol y los triglicéridos, etc., que son factores tempranos de riesgo cardiovascular, ya que cada día los cardiólogos se enfrentan a infartos en adultos entre 40 y 45 años».
Por todo ello, el pediatra-cardiólogo infantil advierte que «debemos tomar conciencia de que existe un amplio abanico de cardiopatías congénitas o adquiridas, para seguir avanzando en la detección precoz y tratamiento, con el objetivo de garantizar un pronóstico de vida adecuado».
