Amaneció desde el público Rodrigo Cuevas, con ese espectro de diva que aparenta y con una voz imponente, no se intuían síntomas de anginas en esta ocasión. El millar de adeptos y adeptas que se acercaron el Parc del Pinaret de Cambrils lo recibieron con ansia de jarana, sabían a lo que iban. El show de este raro, que mezcla lo popular con lo más transgresor, implica celebración y comunión, lugar para sentirse libres de prejuicios, para latir soberanos y amantes, libertinos y traviesos. Una actuación que se manifiesta extrovertida, caliente, ambiciosa, alegre e incluso perfecta para mover las caderas.
En la primera fila de la zona de privilegio, la que obligó a rascarse un poco más el bolsillo, tres señoras presumían de la bandera asturiana, deseaban el disfrute y acercarse al último exponente de la cultura popular astur, desde lo más profundo de la villa. Cuando el showman pasó por allí, lució la bandera e irrumpieron las carcajadas del tridente de fans. Una postal tan generosa como optimista.
El artista, acompañado de otros cuatro músicos más y un grupo de baile que comparecía por el estrado de forma intermitente, reivindicó su Romería particular como un espacio para practicar la libertad. “No la dejéis de usar nunca”, dijo. También aludió al calor y aprovechó para provocar al personal. “Estoy muy caliente”, comentó ante la reacción inmediata del público, más cercana a él de lo que en un principio podía parecer.
En el espectáculo, el asturiano no paró de interactuar con la gente, su gente, los que acuden en masa a verle cuando se anuncia bolo cerca de casa. “Voy a hacer un striptease, sé que habéis venido a verlo”, añadió. Cuevas consiguió que alguna fan le obsequiara con un sujetador. Todo un conquistador.
No sólo la farándula conquistó al gentío, lo que ofrece Rodrigo Cuevas va mucho más allá de lo artificial, dispone de un contenido deslumbrante. Su música parte de la raíz popular, del folclore más profundo para caminar hacia lo disidente, lo disruptivo y la experimentación. Sobre el escenario hay rasgos de electrónica, con panderetas y castañuelas, una propuesta rompedora que ha logrado llamar la atención de las masas. Pon dónde va, el asturiano agota tickets.
Sonaron himnos respetados, canciones de autor. Ahí estuvieron Cómo ye?! o Arboleda bien plantada, entre otro puñado que encogió corazones cambrilenses. Un concierto que, de nuevo, cumplió expectativas, cuidó detalles y provocó emociones. Poco más que pedir.